Se trata de un proceso de desocialización y deculturación (in strictu sensu) a que conduce una situación de hiper-individualización posesiva del yo del hombre de la civilización post-industrial. Atomización del yo como instancia relacional que deviene ahora en virtud de la pulverización de la trama de relaciones sociales, en simples mónadas que entran estratégicamente en contacto con otras.
Más que relaciones, lo social es hoy una cadena de interacciones que se producen entre subjetividades que funcionan como artefactos orientados esencialmente hacia la adaptación.
También lo social termina siendo un artefacto en este juego de principios de acción y reacción en donde la subjetividad se ha vaciado de contenidos trascendentales como: ideología, metafísica, sentido, etc. Meros efectos residuales de los rendimientos de un aparato de producción y consumo que no sólo es de productos materiales y servicios sino fundamentalmente de signos y de subjetividad.
Hiper-individualización del yó como respuesta a la disolución de lo social
En el plano de las relaciones entre verdad y subjetividad, en la vida cotidiana, este fenómeno ha significado la emergencia de un proceso de individualización de la verdad a niveles subjetivos
En todo caso este estado de ánimo o posición asumida como individual será siempre el producto del aparato mass-mediático cuya función como estructura productora de subjetividad es estratégica para esta fase de desarrollo post-capitalista.
El concepto de la subjetividad como dispositivo individual (telespectador-consumidor pasivo) que implica como condición estructural la disolución de todo tipo de identidad (tanto individual como colectiva) encuentra arraigo en una situación de comunicación en la que lo que predomina no es un orden de interrelación sino de inter-reacción.
Respuestas adaptativas a señales-estímulos que son procesados de acuerdo a programas mass-mediáticamente establecidos y no por subjetividades-memorias vinculadas a tradiciones étnicas, culturales en general, que permiten la interpretación de la experiencia, sino por un dispositivo funcional que es en lo que ha devenido la subjetividad (tanto individual como colectiva).
En el contexto de estas estructuras de interacción, la comunicación adquiere el carácter de un proceso de yuxtaposición de individualidades muy egocéntricamente e hipernarcisticamente orientadas hacia un sí mismo cada vez más primario y elemental.
Un hombre auto-egocéntrico al decir de Morin(1998) que se constituye como subjetividad en tanto máquina deseante que vive permanentemente frente al "espejo" sin la capacidad de reconocerse críticamente en el otro dominante y del poder.
Este plan de máquinas en que se constituyen las relaciones sociales implica bien como causa o efecto la muerte de la subjetividad como espacio de condensación de las relaciones sociales y por tanto de lo social.
Se trata de un proceso de desocialización y deculturación del yo y de la subjetividad en general que está produciendo una sociabilidad regresiva y egocéntrica.
La sociedad contemporánea representa a una época con muchos avances en lo tecno-científico, en la lucha a favor de la democracia y los derechos humanos, en la importancia del papel de la mujer, etc. No obstante hay un morbo que carcome fuertemente los cimientos de esta civilización.
Más allá de las desigualdades sociales, la pobreza, la crisis de valores y toda la cadena de flagelos que azotan a la civilización contemporánea, es la banalización y frivolización de la vida lo que a mi modo de ver las cosas, constituye un cáncer que hace metástasis en todas las estructuras del espíritu de esta civilización.
La política como simple espectáculo mass-mediático, el consumismo convertido en religión de la época (con sus ritos, sacerdotes, templos, etc.), el hedonismo o búsqueda compulsiva de placer; y en el fondo del alma de la gente, una sensación profunda de fastidio y aburrimiento.
Conclusiones
La sociedad contemporánea representa una época con muchos avances en lo tecno-científico, en la lucha a favor de la democracia y los derechos humanos, en la importancia del papel de la mujer, etc. No obstante hay un morbo que carcome fuertemente los cimientos de esta civilización.
Se trata de un proceso de pulverización de lo social (muerte de lo social) en tanto sustrato que constituye la acción y lo humano en general hasta el punto que podríamos hoy hablar del anuncio de la muerte del hombre y este es el verdadero apocalipsis.
Autor:
Francisco Rodríguez
franciscorodriguez50[arroba]cantv.net
Universidad de Oriente-Venezuela
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