La doctrina Social de la Iglesia como disciplina moral (apuntes)
Enviado por Fernando Raúl Morro Cruellas
- Los Derechos Humanos en la declaración de las Naciones Unidas y en la DSI
- La solidaridad en la DSI y en la concepción biológica o naturalista
- Los principios de la DSI y la plena vigencia de la democracia
- La "opción por los pobres" del magisterio episcopal de América Latina
La DSI se forma haciendo base en la teología y la filosofía, así como en las ciencias humanas y sociales proyectándose sobre los temas éticos y procurando hacer un juicio moral con los medios técnicos adecuados. Tiene en cuenta permanentemente los cambios de la historia al realizar estos juicios con criterio moral, aspecto que le permite estar en contacto con la realidad para llevar adelante la praxis del evangelio.
La DSI es una disciplina teológica: la fe y la Palabra le sirven de fundamento. Pero como no se contenta con el análisis de los conflictos sino que busca su superación y la transformación de la realidad social, la DSI se convierte en una disciplina que incursiona en el campo moral, esto es en el entramado de la realidad humana donde trabaja por una sociedad más justa e igualitaria. El hecho de emitir juicio sobre la realidad y sus conflictos, el hecho de comprometerse con la realidad humana en el mundo, la convierte en una disciplina que incursiona netamente en lo moral.
El magisterio de la Iglesia constituye en un conjunto de principios y valores orientados a la acción. Esta abierto permanentemente a nuevos cuestionamientos de la realidad que le impone día a día desafíos cada vez más comprometedores.
Por supuesto que son validos todos los postulados transhistóricos y transculturales, pero si se tiene en cuenta la característica humana de ser un espíritu encarnado no se puede apartar la DSI de la consideración histórica de los problemas morales.
Insistimos en que la dimensión práctica – como en cualquier disciplina – requiere unas bases teóricas muy sólidas para ser efectiva realmente en su inserción en la realidad del hombre. El juicio moral para de la DSI para ser objetivo requiere una instancia de reflexión recurriendo al método del discernimiento.
La DSI pertenece al campo de la teología moral pero es una disciplina que reflexiona para la acción. Su sentido práctico le exige una esgrima permanente con la realidad y su problemática, tal es el caso de la mirada permanente sobre los más necesitados.
Resumiendo podemos afirmar que la DSI se mueve en dos dimensiones que resultan interdependientes: la dimensión teórica – los principios y valores que guían, conducen e inspiran – y la dimensión práctica – sin la cual carecería de sentido la reflexión crítica.
En la praxis sobre la realidad viva esta sentado el principio y el fin del proceso de transformación de la realidad personal y comunitaria del ser humano donde la DSI sirve como tutora moral.
La misión de la Iglesia es precisamente anunciar y confesar a Jesucristo, lo que significa proyectar una serie de principios y valores fundamentales – a los que llamamos valores evangélicos – a la acción concreta en el ámbito de una "interpelación recíproca permanente" entre la realidad y el Evangelio de Jesús.
Esta Buena Noticia ilumina los obstáculos de la vida cotidiana y a la vez tiñe de humanidad el mensaje de la Palabra haciéndolo verdaderamente práctico y concreto. Ahora bien, no se pueden poner en práctica estos principio sin un adecuado discernimiento de los "signos de los tiempos" y del verdadero valor de la interpretación de la realidad a la luz del mensaje evangélico.
Este discernimiento exige seguir un derrotero permanente hacia una visión objetiva de la realidad social. Esta dimensión práctica diferencia a la DSI de las ideologías ya que a diferencia de ellas la DSI debe necesariamente integrar las dimensiones histórica, teórica y práctica. Aunque la DSI no considera a la ideología como algo negativo de por sí, reafirma su intención de plantear objetivos cerca de la realidad para orientar una efectiva praxis cristiana.
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