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La universidad particular de Iquitos y el rol de la iniciativa privada en la educación superior


Partes: 1, 2, 3, 4

    1. Reseña Histórica
    2. Organización Universitaria
    3. El quehacer de la Universidad Particular de Iquitos
    4. Proyección Universitaria
    5. UPI inaugura red de tecnología de información y de comunicación
    6. La Universidad Particular de Iquitos – UPI y la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental – SPDA firman carta de entendimiento
    7. Los productos culturales del Perú
    8. El rol de la universidad
    9. Apuntes para un diagnóstico cultural en Loreto
    10. Universidad Particular de Iquitos fortalece cooperación académica con universidades de Costa Rica
    11. La educación superior y la iniciativa de la inversión privada
    12. Demanda de la educación superior
    13. Mercado laboral de los egresados
    14. La Empresa y la Educación
    15. ¿Cómo financiar la excelencia académica?
    16. La cooperación internacional y el desarrollo Universitario nacional
    17. "En el Perú la cantidad no se concilia con la calidad"
    18. Universidad pública.La eterna olvidada de los gobiernos
    19. La educación privada en la proyección social e intelectual
    20. Bibliografía

    La universidad particular de Iquitos y el rol de la iniciativa privada en la educación superior, proyección social e intelectual

    Introducción

    Hemos enfatizado muchas veces la importancia de la educación como clave para el progreso y bienestar de todos los peruanos. Y hemos insistido en el papel prioritario del Estado, que no termina en la declaración del derecho a la educación gratuita en la Constitución política, ni en tener un gran número de centros estatales gratuitos con los que se supone que lo hace posible. El papel del Estado tampoco termina en la meta -nada fácil, por cierto- de asegurar el buen funcionamiento de estos centros.

    Su rol va más allá y podríamos resumirlo en poner los medios para que todos los jóvenes peruanos tengan igual oportunidad de acceder a una educación de calidad, desde la primaria hasta la superior.

    El Estado debe proponerse cumplir este cometido sin discriminaciones de ningún tipo. Por supuesto dentro de las inevitables limitaciones de presupuesto, pero tratando de optimizar los recursos y, sobre todo, de hacerlo sin renunciar a la calidad. Si no, la igualdad de oportunidades será sólo una declaración lírica, y quienes tienen menos capacidad económica -aún con buena capacidad intelectual- estarán condenados a una educación de poca calidad que hará muy difícil la superación que anhelan.

    Para que esto no ocurra, el Estado no puede pretender hacerlo todo solo, sino que necesita estimular consciente y creativamente la participación privada de sentido social en la educación.

    El derecho a la iniciativa privada en educación está reconocido también como un principio fundamental por nuestra Constitución, pero debe ser regulado e implementado de forma adecuada para que, efectivamente, vaya en beneficio de las mayorías y no sea en la práctica un privilegio de pocos.

    Es frecuente la mentalidad de asociar la educación no estatal a un afán de lucro no del todo sano. Y, lógicamente, a todos nos produce mala impresión lo de "lucrar con la educación". Pero no pocas veces la carga peyorativa que damos al término lucrar deviene en una injusta valoración hacia quienes hacen con competencia y honestidad, cumpliendo las leyes, una actividad empresarial con la educación que beneficia a la sociedad, ganando lo justo por ello.

    Miremos ahora la dedicación de muchos a la educación, desde el sector privado, con entrega y espíritu de servicio, la mayor parte de veces en instituciones sin fines de lucro. Es un hecho que las personas tienen una gran capacidad de servir, cuando se les permite hacerlo y se les reconoce y apoya. No hay más que ver, como un ejemplo, lo que la Iglesia Católica, a lo largo de siglos, ha realizado en el campo educativo, cumpliendo una misión de servicio humano y cristiano a la que se sabe llamada, y para la que siempre ha reclamado su derecho. Pero también tienen derecho a hacerlo, y lo sienten frecuentemente como un deber, muchas otras entidades y personas, movidas por motivos nobles muy diversos.

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