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La obesidad morbosa, la reducción del estómago y la epigénesis

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

  1. El recurso final: La cirugía gástrica
  2. Obesidad y epigénesis
  3. Los riesgos de las cirugías — a veces superfluas — para reducir el estómago
  4. El enemigo de todos: la obesidad morbosa
  5. Belleza enlatada
  6. Otra perspectiva a considerar: la de la neurociencia
  7. Educación
  8. Una epidemia que sigue avanzando
  9. Bibliografía

La obesidad morbosa, la reducción del estómago y la epigénesis… Apagan el fuego, aventando las llamas

En su clásica contribución a la filosofía de la medicina (Illness as metaphor), la aclamada autora estadounidense, Susan Sontag, escribió: "Cualquier enfermedad importante, cuya causalidad es oscura, y, para la que los métodos de tratamiento son inefectivos, tiende a adquirir significancias extremas" (la libre traducción de esta máxima es responsabilidad mía).

La obesidad satisface todos los criterios expresados en el párrafo anterior.

Veamos por qué

La obesidad es mal epidémico, para sus víctimas, presagia problemas físicos y sociales, su etiología es oscura y su tratamiento incierto. Puede, que, adaptando las palabras de Sontag, represente una metáfora de nuestros tiempos, como hemos dicho en otras publicaciones.

La capacidad de ganar de peso fue una adaptación del ser humano contra la hambruna que constituyera parte de su existencia selvática. Como esto ha cambiado, engordamos. (Véase mi ponencia, Las Políticas de la Gordura… en monografías.com).

La obesidad, como todo lo que percibimos, evoca simbolismos en nuestras mentes, teñidos con el color provisto por nuestras emociones, racionales, instintivas, inconscientes, y, a veces, irracionales.

La obesidad despierta la memoria de los pecados capitales de la pereza y la gula. Estimulando tanto el desdeño de muchos, como — pocas veces logra aguzar — la simpatía de otros.

La confusión que rodea la génesis de este trastorno — tan refractario a toda razón o entendimiento — ha extinguido toda posibilidad para el intercambio legítimo entre científicos, obstaculizando la investigación.

Por éstas y otras razones, la obesidad persiste como la más malentendida de todas las condiciones humanas y también como la más explotada por los mercantes de las dietas comerciales.

Por décadas se ha disputado, acaloradamente, su etiología posible, muy a menudo, echando la culpa al obeso quien, para el pensamiento de tantos, parece vivir para comer y nada más — lo que es algo que está muy lejos de la realidad en la mayoría de los casos.

Las personas que tienen sobrepeso o que son obesas, con frecuencia, se tornan víctimas de la burla de quienes no las entienden, son humilladas por quienes son limitados de entendimiento, atormentadas con malos consejos de nutricionistas mercenarios, y patrocinadas con campañas espectaculares y engañosas, acerca de la validez falaz de las dietas — las que nunca han logrado substanciar su eficacia.

De todo lo mencionado, como solución a este problema, únicamente el mercadeo ha demostrado producir resultados, ya que la industria dietética en los Estados Unidos genera un ingreso estimado en más de los 60 mil millones de dólares anuales.

A pesar de que por todo el mundo los gordos malgastan montañas de dinero en sistemas para reducir de peso — lo hacen motivados por la desesperación y sin esperanzas — ya que ninguno de estas quimeras comerciales funciona.

Pero, aún así, y contemplando la posibilidad bochornosa del proceso innatural del bypass (o circunvalación del estómago), todavía seguimos engordando.

Pero, ¿por qué seguimos engordando sin poder parar?

Este artículo tiene como meta proveer una aportación distinta a otro aspecto del entendimiento de los obesos y de sus dilemas. Porque de la gordura, todos dicen y nadie sabe…

edu.red

Patrick Deuel, pesando 1200 lbs.

Cansados de que las dietas, finalmente, engordan, como, muy a menudo, lo hacen, y de que el yoyo dietético representa otra manera eficaz de ganar de peso. Para muchos, cuando el problema de la obesidad es extremo, no les queda otro recurso que el suministrado por los métodos mecánicos de la cirugía, para solucionarlo.

El recurso final: La cirugía gástrica

La cirugía gástrica, o cirugía bariátrica, como también se la conoce, no es una nueva invención — sino que resulta ser consecuencia triste del estado de la impotencia que reina en la medicina — cuando esta última ciencia trata de enfrentar y resolver la condición difícil que confrontan las personas súper-obesas, con más de cien libras de sobrepeso o con un índice de masa corporal de más de 40.

La cirugía bariátrica, como todo lo que parece ser original, no es nueva

La historia de este procedimiento se remonta más allá de los cien años, cuando en el 1889 John A. Kelly, profesor de obstetricia en Johns Hopkins University operó la primera paciente para reducir el estómago. Los métodos de este cirujano, aun se consideran controversiales, sino extravagantes.

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