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La educación en el México prehispánico


Partes: 1, 2

    1. "Rostro y corazón". Punto de partida del concepto náhuatl de la educación

    El concepto náhuatl de la educación

    Los textos que se van a presentar a continuación, provienen del cúmulo de informaciones en lengua náhuatl, recogidas poco tiempo después de la conquista principalmente por Olmos y Sahagún. De Olmos vamos a aprovechar algunos testimonios de sus huehuetlatolli, o "pláticas de los viejos". De Sahagún, algunos de los más antiguos textos recogidos de labios de los indios conocedores de sus "antiguallas" en Tepeculco (Región de Texcoco), en Tlatelolco y en México.

    Es ésta sólo una breve presentación de textos. Como podrá juzgar quien los lea, parece haber en ellos algo más que un atisbo acerca del concepto náhuatl de la educación. Creemos, no obstante, que existe material suficiente en las fuentes para trazar la historia de la educación entre los nahuas, mostrando la evolución de su pensamiento, así como los varios ideales que fueron plasmándose en las diversas formas concretas de la educación náhuatl.

    Será de interés ofrecer aquí al menos una traducción, lo más fiel que se pueda, de varios importantes textos en los que se encuentran precisamente algunas reflexiones de los tlamatinime, o sabios nahuas, acerca del modo como concibieron la educación […]

    "Rostro y corazón". Punto de partida del concepto náhuatl de la educación.

    Para poder penetrar siquiera un poco en los ideales de la educación entre los nahuas, es necesario partir de otra concepción suya fundamental. Nos referimos al modo como llegaron a considerar los sabios nahuas lo que llamamos "persona humana". Ante el peligro de desviarnos de nuestro asunto principal, diremos brevemente que encontramos en los textos algo que se repite especialmente en pláticas o discursos: al referirse el que ha tomado la palabra a aquél con quien está hablando, aparece la siguiente expresión idiomática náhuatl: "vuestro rostro, vuestro corazón". Obviamente se designa con estas palabras la persona del interlocutor. Y hallamos esto no en casos aislados, sino en casi la totalidad de los discursos pronunciados de acuerdo con las reglas del que llamaban los nahuas tecpilatolli, o sea, "lenguaje noble o cultivado".

    In ixtli, in yóllotl, "la cara, el corazón", simbolizan siempre lo que hoy llamaríamos fisonomía moral y principio dinámico de un ser humano. Y resulta interesante notar, aunque sea de paso, el paralelismo que existe en este punto entre la cultura náhuatl y la griega. En esta última se concebía también la fisonomía moral e intelectual del hombre, o sea la persona, como un prósopon o rostro. Sólo que entre los nahuas, se yuxtaponía a la idea de "rostro", la del "corazón", órgano al que atribuían el dinamismo de la voluntad y la concentración máxima de la vida.

    Pues bien, la concepción náhuatl de la persona como "rostro y corazón" es punto clave en la aparición de su concepto de la educación. El siguiente texto recogido por Sahagún, en el que se describe el supremo ideal del "hombre maduro", mostrará mejor que un largo comentario el papel fundamental del "rostro y corazón", dentro del pensamiento náhuatl acerca de la educación:

    El hombre maduro;

    Corazón firme como la piedra,

    Corazón resistente como el tronco de un árbol;

    Rostro sabio,

    Dueño de un rostro y un corazón,

    Hábil y comprensivo.

    Ser "dueño de un rostro y un corazón": he aquí el rasgo definitivo que caracteriza a un auténtico hombre maduro (omácic oquichtli). De no poseer un "rostro y un corazón", tendría entonces que ocultar "su corazón amortajado" y cubrir con una máscara su falta de rostro, como se afirma expresamente en otro texto, hablando de lo que se presupone para llegar a ser un artista.

    Pero hay algo más. En el texto citado no se dice únicamente que el auténtico hombre maduro "es dueño de un rostro y un corazón", sino que se añade que posee "un rostro sabio" y "un corazón, firme como la piedra". Estos calificativos están presuponiendo, como vamos a ver, que el omácic oquichtli, el hombre maduro, ha recibido el influjo de la educación náhuatl.

    Ixtlamachiliztli: Acción de dar sabiduría a los rostro ajenos.

    Dos textos que vamos a transcribir a continuación nos hablan, según parece, con la máxima claridad de la finalidad asignada por los nahuas a su forma de educación. El primero describe precisamente la figura del sabio náhuatl en su función de maestro, temachtiani:

    Maestro de la verdad,

    No deja de amonestar.

    Hace sabios los rostros ajenos,

    Hace a los otros tomar una cara,

    Los hace desarrollarla.

    Les abre los oídos, los ilumina.

    Es maestro de guías,

    Les da su camino,

    De él uno depende.

    Pone un espejo delante de los otros,

    Los hace cuerdos y cuidadosos,

    Hace que en ellos aparezca una cara…

    Gracias a él, la gente humaniza su querer,

    Y recibe una estricta enseñanza.

    Hace fuertes los corazones,

    Conforta a la gente,

    Ayuda, remedia, a todos atiende.

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