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Crecimiento económico ecuánime y democratización. Desafíos a enfrentar. Los aportes de la Ética

Partes: 1, 2

    1. Introducción: el contexto
    2. El concepto acerca del desarrollo. La dimensión normativa
    3. Agentes o factores del crecimiento económico ecuánime
    4. El Capital humano comprometido con el  comportamiento socialmente responsable. Reflexiones sobre América Latina
    5. Conclusiones
    6. Bibliografía

    VIII Congreso de Alene en Chile "ética, negocios y responsabilidad social en un mundo globalizado" Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. 11 y 12 de Agosto de 2005.

    Abstract

    En el marco de un mundo globalizado, la idea de desarrollo no puede ser abordada desde una perspectiva racional instrumental. Por el contrario, asumimos que debemos sumar una dimensión normativa a la definición de desarrollo con la cual trabajaremos a lo largo del paper. De esta forma establecemos lo que denominamos  el primer aporte de la ética.

    Al incorporar una dimensión normativa promovemos una idea de desarrollo ecuánime… consideramos que una sociedad es desarrollada cuando propicia procesos de expansión de libertades equitativas para todos y cada uno de sus habitantes. En concreto,  partimos del supuesto que el desarrollo es un proceso que debería estimular la posibilidad de que los habitantes accedan a oportunidades de trabajo dignas, a disponer de servicios de salud, educación, justicia y seguridad, a fin de expandir las capacidades que constituyen la base de los  derechos humanos.

    A continuación nos cuestionamos cuáles son los agentes o factores que propician estados de desarrollo ecuánimes. Indagamos si son las instituciones o si en su defecto, es el capital humano el que promueve caminos alternativos para enfrentar los dos desafíos del mundo global actual: el crecimiento económico ecuánime y la democratización.

    Tras analizar la propuesta de Glaeser, La Porta, López de Silanes y Shleifer (2004), nos sumamos a la hipótesis del punto de vista del desarrollo, afirmando  la idea que el capital humano y social es el factor de primer orden sobre la performance económica pues da forma a las capacidades tanto institucionales como productivas de una sociedad, mientras que las instituciones constituyen un efecto de segundo orden sobre el crecimiento económico.

    Complementamos el análisis con conceptos de Prats i Catalá pues el autor también le atribuye importancia al rol del capital social y humano. Para ello trabaja dos ideas: por un lado propone incorporar una dimensión institucional al desarrollo, diferenciando las instituciones formales e informales y por otro lado pone de manifiesto que es vital promover un cambio institucional permanente, de manera que se revitalicen constantemente nuevos acuerdos y compromisos entre los actores sociales.

    Finalmente, a posteriori, sumaremos un segundo aporte de la ética: nos cuestionamos cómo logramos capitales humanos comprometidos con esta idea de desarrollo.  La cuestión remite a reflexionar si es posible producir estados de desarrollo ecuánimes a partir de comportamientos individuales orientados a la riqueza y al poder y no a la virtud… en este sentido buscamos indagar si es viable creer que los habitantes de un país serán éticamente responsables de sus comportamientos con miras a propiciar el bien común.

    La ética es realmente relevante para el desarrollo. El objetivo central de este paper es identificar cuáles son los factores que propician estados de desarrollo ecuánimes a partir de la existencia de sociedades comprometidas con el comportamiento éticamente responsable. La metodología de investigación se sustenta en el análisis de documentos jurídicos, económicos y sociales

    1. Introducción

    El contexto.

    Resulta difícil analizar la realidad de los países subdesarrollados desde enfoques teóricos que surgen en contextos en los que prima el acceso a las oportunidades o la expansión de las capacidades humanas vitales. La ilusión por lograr estados de desarrollo justos y equilibrados parece aún más lejana en la Argentina después de los 90s, década en la que creímos tomar el camino hacia el "mundo moderno", aquel que reconocía al sistema capitalista imperante como el modelo exitoso y equilibrado que nos reinsertaría   mundialmente.

    Al observar los hechos más profundamente, encontramos que la preocupación por lograr "globalizar" procesos de crecimiento económico ecuánimes, debería ser una responsabilidad a enfrentar tanto por los países desarrollados como por los que se encuentran "en vías de". En cualquier caso la reflexión parece involucrar a instituciones, organizaciones de diversas tipologías y a la sociedad civil.

    América Latina vive una profunda crisis moral y social: la región enfrenta  una fuerte pérdida de confianza en las diversas organizaciones y en las instituciones que rigen las pautas de interacción social: de igual forma la experiencia manifiesta bajos niveles de confianza interpersonal y remite a serias coyunturas de gobernabilidad. En lo social, la crisis se expresa en cifras elocuentes de desigualdad y marginación[1].

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