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La transparencia bilateral: una nueva teoría para el desarrollo democrático


Partes: 1, 2

    1. Desarrollo del problema
    2. Conclusión
    1. INTRODUCCIÓN

    La Democracia tuvo su origen en la creencia de que, siendo los hombres iguales en cierto aspecto, lo son en todo.

    1. La Problemática del Siglo XXI

    El mundo ha recorrido, desde principios del siglo XX, largos caminos en busca de la libertad económica, social, política y cultural, así como de una forma de gobierno que garantice la preservación de los derechos fundamentales del ser humano. La humanidad parece haber encontrado una respuesta cercana a esta solicitud en la democracia. Pero no es la democracia una respuesta infalible ante las necesidades descritas; hace falta lograr en la sociedad una democracia duradera, consistente, firme, justa y equitativa, que responda al llamado de justicia que urgentemente piden los pueblos. La humanidad busca en un llamado de auxilio desesperado la respuesta a interrogantes tan enigmáticas que han llevado al hombre a cometer tristes atrocidades y que, poco a poco, han ido convirtiendo al ser humano en un ser cada vez más impotente ante los embates de la miseria humana. En su búsqueda por la verdad, el ser humano se ha equivocado tantas veces, y tantas veces ha derramado sangre, que algunas heridas han tardado en cerrar, y otras tantas no cerrarán.

    En estos caminos de búsquedas, logros y tropiezos, se han ido presentando fuertes opositores del desarrollo y la libertad que, con la bandera del poder, de la riqueza y de la injusticia, coartan y arrancan de raíz cualquier proceso de expansión verdadera de las libertades reales y fundamentales que poseen los miembros de una sociedad y, peor aun, atacan indiscriminadamente a los miembros que poseen pocas oportunidades de desarrollo dentro de la comunidad debido a sus necesidades materiales. La injusticia se presenta ante nuestros ojos como parte de la vida cotidiana que se hace latente entre la sociedad que demanda acción en espera de una respuesta firme por parte del Estado.

    Actualmente nos encontramos ante una disyuntiva que marca la pauta entre países pobres y ricos debido, entre otras cosas, a la supuesta globalización. Por un lado, Norteamérica, Europa Occidental y varios países asiáticos van evolucionando en economía y tecnología de una manera desmedida que, aunque signifique un progreso para su economía, ha creado un impacto negativo en otros aspectos de su propia sociedad, que se encuentra deambulando entre los vicios del consumismo y el relativismo, terribles hábitos que se pueden ver reflejados en su cultura, en sus familias, en sus programas, en sus empresas y en sus gobiernos. Los avances tecnológicos han sido para ellos un espejismo de perfección, una riqueza virtual que no les deja ver, tras los telones de la grandeza capitalista, la realidad de los muchos que aún sufren bajo el yugo de la indiferencia. Estos países están siendo víctimas de su propia invención, ya que desde las grandes guerras hasta el presente se han visto rodeados de un aumento significativo de pobreza, desempleo y conflictos, tanto a nivel interno como externo.

    Por otra parte, la desigualdad y la miseria siguen siendo los principales factores de deterioro social en los demás países del mundo. Tanto, que más de mil millones de personas en todo el globo se encuentran en la pobreza absoluta, y otros cientos de millones se hallan desempleadas o "subempleadas" además de estar sometidas a injusticias, como salarios bajos, falta de seguridad y olvido por parte del estado. Esta pobreza que azota cada rincón del mundo puede percibirse en la mortalidad prematura de niños, jóvenes y adultos -sobre todo en los países subdesarrollados, en los que la asistencia social, sanitaria y de salud es muy difícil de conseguir- y en una desnutrición que alcanza niveles realmente asombrosos; por ejemplo, los países africanos que por su gobierno, mala administración y su ubicación geográfica no tienen la posibilidad de una buena alimentación, afrontando así un grave problema de salud pública por razón de las hambrunas constantes a las que están sometidos y al analfabetismo, que a la postre disminuye gravemente sus posibilidades de desarrollo social y económico, poniéndolos en una situación francamente desventajosa con respecto de otras naciones.

    En México la situación no es menos preocupante; el nivel de vida de gran parte de la población es de inconcebible pobreza extrema. Un sinnúmero de problemas aquejan al país. El artículo 39 de la constitución mexicana parece, más que la realidad de una República Democrática, un sueño inalcanzable. La falta de educación, la corrupción y la inseguridad pública se han hecho presentes de tal forma en nuestro país, que han demeritado el trabajo de miles de mexicanos que dieron su vida por el crecimiento y desarrollo de sus familias y de su nación.

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