"Identidades Asesinas" (Alianza Editorial, Madrid, 1999) es la denuncia apasionada de Maalouf a la locura que incita a los hombres a matarse entre sí en nombre de una etnia, lengua, religión o "color de piel".
La existencia de individuos en territorios comunes, con distintas influencias culturales es un hecho evidente e innegable, el quid de la cuestión estriba en la asimilación e interpretación que se haga de esta realidad. Esta convivencia ha tenido, y tiene, efectos positivos y negativos. La realidad multicultural es en sí misma enriquecedora, pero conlleva el riesgo de desgarros y extremismos.
Maalouf viene a decir que con la globalización se propician la emergencia de culturas locales, rescata terceras culturas y crea otras propias, por lo tanto, promueve la diversidad cultural.
El autor va a poner de relieve uno de los rasgos humanos más sorprendentes: "La capacidad para matar a sus semejantes", haciendo un repaso de todas justificaciones que han sido utilizadas, por la Humanidad.
Como si de un árbol genealógico se tratara, narra su propia historia, destacando sus pertenencias y no pertenencias, las bases de los rasgos de su personalidad, que él denomina o traspola identidad. Identidad multicolor en religiones, culturas, tipos de educación, lengua y un todo que es difícil asignársele una pertenencia concreta y particularista pero que lejos de despersonalizarle le lleva a una idea completa de sí que, ninguna creencia religiosa, política o de cualquier otra índole podría justificar su muerte a manos de otro igual. Combina aspectos estrictamente antropológicos como la explicación de cómo el hombre ha cambiado de identidad a lo largo de la historia: "…épocas hubo gentes que nos hacen pensar que había entonces una sola pertenencia primordial, tan superior a las demás en todas las circunstancias, que esta justificado denominarla "identidad".
La religión para unos, la nación o la clase social son sólo pretextos -nos advierte- de la manipulación a la que llevan las relaciones de poder donde la jerarquía cambia con el tiempo y modifica los comportamientos (y, por tanto, la justificación del argumento), poniendo como ejemplos: el trato a las mujeres, a los negros u otros grupos discriminados. Como Mauss, Maalouf también considera el "yo" una categoría del espíritu humano: "…No todas esas pertenencias tienen, claro está, la misma importancia, o al menos no la tienen simultáneamente. Pero ninguna de ellas carece por completo de valor. Son los elementos constitutivos de la personalidad, casi diríamos son los genes del alma…".
Maalouf habla de hacer examen de identidad, en lugar de hacer examen de conciencia, y para ello rebusca en la memoria -utiliza la autobiográfica y semántica, en las que uno se representa- encontrando en la multiplicidad de sus rasgos las paradojas que forman su identidad. Nos informa de su condición de árabe y cristiano, condición minoritaria y específica que ha determinado la mayoría de las decisiones a lo largo de su vida.
Así pues en todo el relato, Maalouf deja imbricados lo psicológico y lo social en cuanto a global y multicultural en su propia experiencia para demostrarnos la insensatez y lo incoherente de todos los argumentos que se utilizan para justificar las matanzas a lo largo de la historia y cómo los observadores, mediante la no acción (se justifican diciendo que esto siempre ha ocurrido) forman parte del disparate.
Maalouf contrapone la imagen del prototipo de personaje que reniega de su identidad y se pone una máscara que le permite maltratar y matar a los "suyos" por tener la creencia de ser inferiores frente a cómo se define él mismo: "…Cada una de mis pertenencias me vincula con muchas personas y sin embargo, cuanto más numerosas son las pertenencias que tengo en cuenta, tanto más específica se revela mi identidad. Gracias a cada una de mis pertenencias…..". Incluso él que comienza su reflexión diciendo que desconfía de las palabras, nos llama la atención sobre el lenguaje "…que esas frases no son inocentes, y de que contribuyen a perpetuar unos prejuicios que han demostrado, a lo largo de toda la historia, su capacidad de perversión y muerte…."
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