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También se lo merecen… ¿qué?…un Reconocimiento


Partes: 1, 2

  1. Primera entrega
  2. Segunda entrega. También se lo merecen… ¿qué?…un reconocimiento II
  3. Tercera entregaSentimientos hacia nuestra Escuela de Aviación Militar
  4. Cuarta entregaEscuela de Aviación Militar
  5. Quinta entrega Promoción Teniente (Av.) (F) Jesús Manuel Roa Moreno
  6. Sexta entrega.Un vuelo virtual

"Todo aquel que escribe, deja en el cajón de sus recuerdo

una anécdota mas para su existir"

Primera entrega

Muchas veces pecamos de indiferentes o egoístas, al no querer reconocer que determinadas personas tienen o se han ganado a través de su comportamiento, trabajos u otras actividades, la suma del reconocimiento y admiración de su entorno, y que el mismo no se haga esperar, de igual forma la indiferencia o el olvido nos conduce algunas veces a ignorar u olvidar el protagonismo que estas personas han tenido, particularmente en los éxitos de algún semejante; digo yo, que el ser humano, por esa misma dinámica que nos caracteriza, la actividad diaria, los compromisos , llámense sociales, de trabajo u otros nos llevan de una u otra forma, a borrar el pasado, solo la consulta con la almohada, en el conticinio de la noche, es la que nos va trasladar a épocas ya pasadas, para algunos enterradas y olvidadas para siempre, ese es el ser humano. La depuración de los recuerdos es de alguna manera necesaria, pero nunca olvidar aquellos que una vez estuvieron con nosotros y en momentos difíciles nos ayudaron a superar las dificultades, siendo el espíritu de este articulo, recordar y reconocer las bondades que ciertas personas nos hicieron disfrutar cuando éramos Cadetes en periodo de formación, para hacernos hombres de bien, como Oficiales de la Aviación militar Venezolana.

Cuando nos paseamos por esa época dorada, como es la juventud, y formándonos como futuros oficiales de la Fuerza Aérea Venezolana, en nuestra Alma Mater, es imposible olvidar algunos personajes, que sin ser militares, indirectamente nos ayudaron a obtener el preciado galardón de ser oficiales de tan noble y querida Fuerza, y me pregunto, ¿Quién puede olvidar a Anastasio Ramón Sanabria Laya (a) Ramoncito? Sería mezquino de nuestra parte negarle sus méritos como una persona que desde muy joven estuvo estrechamente ligado a la Aviación Militar, tanto es, que fue jubilado por muchos años de servicios, condecorado con la Meyer Baldó y a los dos meses estaba de vuelta en la Escuela, cumpliendo sus labores de mesonero, contemporáneo a el; el viejo Juan Graterol, otra figura emblemática del personal de la Escuela de Aviación Militar, que junto a el mencionado anteriormente, sirvió como mesonero a las ordenes del Benemérito, la máxima representación de la gastronomía de nuestra Alma Mater, el Chef Pedro Achutegui, (mi papá adoptivo por ordenes del Brigadier Rafael Maestracci Guerra), con sus paellas al mejor estilo español y sus historia de la Guerra Civil Española, el Perico, un mesonero de quien no recuerdo su nombre, cuyo remoquete fue en honor al perico Quintero, nuestro compañero de promoción, ya que era su clon, ajenos a la cocina, el Cabo Margarito, quien exigía a los Cadetes de primer año lo saludaran, al no lograr sus anhelos, se convirtió en ojos y oído del Comando de la Compañía, muchas salidas frustradas se las debemos a el; como es posible olvidar al gran Leopoldo Ramírez, lo llamábamos el Gerente General de la cantina de la Escuela, la cual funcionaba en el Casino de Cadetes, se caracterizaba este personaje por su bondad y ayuda a los nuevos de primer año, al extremo de abrir una línea de crédito a cada recluta, hasta que un día un nuevo de primer año, incursionó de madrugada al casino, y desapareció la libreta donde Leopoldo anotaba a sus acreedores, muchos fueron los esfumados que se fueron con la cabuya en la pata, también viene a mi mente el secretario de la Compañía de Cadetes, creo, su nombre era García Paso, buen pana, ayudaba en muchas oportunidades, que las notas disciplinarias no fueran a engrosar la lista de los arrestados, en el Departamento Académico, el buena gente, todo un caballero, Humberto Sánchez Colmenares, quien en sus labores era impecable y siempre orientaba a uno en los estudios y los datos de cual había sido el resultado en un examen presentado.

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