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Meditaciones metafísicas de Descartes

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Partes: 1, 2

    1. La filosofía en Francia en el siglo XVII, Descartes y el Cartesianismo
    2. Conclusiones
    3. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    La lucha del materialismo contra el idealismo ha contribuido siempre y, sigue contribuyendo hoy, a la lucha de la ciencia contra la religión, "Los enemigos de la democracia – dice Lenin – trataban con todas sus fuerzas de "refutar", minar, calumniar el materialismo, y defendían las diversas formas del idealismo filosófico, que se reduce siempre, de un modo o de otro, a la defensa o al apoyo de la religión."

    La lucha entre el materialismo y el idealismo es el hijo que engarza todo el desarrollo filosófico y constituye el contenido fundamentalmente de la historia de la filosofía.

    En cuanto ciencia, la historia de la filosofía tiene por objeto el desenvolvimiento del pensamiento filosófico en las distintas fases de desarrollo  de la sociedad y, ante todo, la historia del nacimiento, formación y desarrollo de las tendencias filosóficas fundamentales; es decir, el materialismo y el idealismo en su lucha recíproca.

    La historia marxista de la filosofía estudia la trayectoria seguida por la filosofía marxista en su lucha contra el idealismo y el cambio de unas formas del materialismo por otras; pero  dicha historia no se limita a estudiar la trayectoria histórica del materialismo y sus diversas formas, sino que investiga asimismo las transformaciones sufridas por el idealismo, el desplazamiento de unas corrientes idealistas por otras.

    La historia científica de la filosofía aborda también el nacimiento, la formación, el desarrollo y la lucha mutua entre dos métodos de conocimiento opuestos recíprocamente: el método dialéctico y el método metafísico. LA esencia del método dialéctico estriba en que examina todo fenómeno en sus relaciones mutuas, en sus cambios y desarrollo, en sus contradicciones internas. El método metafísico representa absolutamente lo contrario: sustrae los fenómenos y procesos a su concatenación universal, niega la existencia de sus contradicciones internas y rechaza absolutamente el desarrollo, o bien lo reduce a cambios puramente cuantitativos.

    La lucha entre la dialéctica y la metafísica ha revestido formas concretas distintas según que la dialéctica se haya opuesto a la metafísica desde posiciones materialista o idealistas y según que la metafísica se halle ligada, en una situación histórica concreta, al materialismo o al idealismo.  

    1.-  LA FILOSOFÍA EN FRANCIA EN EL SIGLO XVII. DESCARTES Y EL CARTESIANISMO

    Durante la primera mitad del siglo XVII, continuó en Francia la acumulación capitalista originaria, es decir, la separación de los productores directos de los medios de reproducción y la concentración de éstos en mano de los representantes de las clases poseedoras.

                Aparecieron y se desarrollaron las relaciones capitalistas, principalmente en las ciudades, donde se concentraba la producción manufacturera, que cada vez aplastaba y desplazaba más y más a los artesanos, a la vez que disolvía la organización gremial. Los empresarios, es decir, los dueños de las manufacturas y los grandes y pequeños comerciantes, exigían la disolución de los gremios, la supresión de los derechos aduanales interiores, de la reglamentación gubernamental y de otras trabas feudales que impedían el desarrollo de la producción industrial.

    La consolidación de la monarquía absoluta expresaba, en el terreno político, el proceso de desintegración del feudalismo y de crecimiento de las relaciones capitalistas, del que eran aspectos importantísimos la ruina de las grandes haciendas feudales y la elevación del papel económico de la burguesía. Según Marx, la monarquía absoluta refleja la época de transición "en que los viejos estamentos feudales decaen y en que del estamento medieval de los habitantes urbanos se forma la actual clase burguesa, sin que ninguna de las partes en lucha prevalezca sobre la otra". Por tanto, el absolutismo era la expresión política de un compromiso entre la nobleza y la burguesía.

    Aunque la monarquía absoluta era una forma de Estado feudal, defendía hasta cierto punto a la burguesía de los desafueros de las altas capas feudales-aristocráticas y fomentaba el desarrollo de la industria y del comercio. El cardenal Richelieu, primer ministro del Estado absolutista francés, subvencionaba las manufacturas, las compañías de ultramar y las expediciones coloniales, la construcción de caminos y canales, y recomendaba "conceder ciertos privilegios al comercio", es decir, otorgarle algunas ventajas. Para fomentar la producción nacional y protegerla de la competencia holandesa e inglesa, el absolutismo aplicaba una política proteccionista, que, junto con su política impositiva, constituía, al decir de Marx, un "medio artificial" de acumular capital.

    Las masas de campesinos y artesanos se sublevaron contra la monarquía que las arruinaba implacablemente. Durante toda la primera mitad del siglo XVII, estallaron grandes y pequeños levantamientos en diferentes lugares de Francia. El más importante de ellos fue el levantamiento de "los descalzos" (1639). En París, Burdeos, Marsella, Orleáns, Lyon, Ruán, Dijon y otras ciudades francesas hubo  periódicamente sublevaciones de las capas bajas urbanas. Las insurrecciones populares obligaron a la nobleza y a la gran burguesía a unirse en torno de la monarquía absolutista, pese a las contradicciones que las dividían. Precisamente por esta razón, la burguesía, que se había desarrollado en las entrañas del régimen económico feudal y que había revolucionado la producción social, no estaba preparada todavía para ser la clase dominante en el terreno político; por ello, contentábase aún con una componenda con la nobleza, que hallaba su expresión política en  el absolutismo.

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