El sistema de neuronas en espejo
Enviado por Enrique Soto
La idea del sistema de neuronas en espejo se fundamenta en el descubrimiento de un conjunto de neuronas que controla nuestros movimientos y, además, responde de forma específica a los movimientos e intenciones de movimiento de otros sujetos. Curiosamente, estas neuronas no sólo responden a los movimientos de otros, sino que participan en la generación de nuestros propios movimientos. Son neuronas con respuestas que se han denominado bimodales: visuales y motoras.
Fueron descritas inicialmente en la corteza motora de los primates superiores y, posteriormente, su existencia ha sido demostrada en otros animales y hay buenas evidencias de que en el hombre constituyen un complejo sistema neuronal que participa de forma importante en la capacidad que tenemos para reconocer los actos de los otros, identificarnos con ellos e, incluso, imitarles, razón por la cual se les ha denominado "neuronas en espejo".
Una pregunta que viene a la mente es la relación que el sistema de neuronas en espejo pudiera tener con la forma en que percibimos a otros animales y particularmente a los primates superiores. No cabe duda que la similitud de nuestros cuerpos y movimientos juega un papel importante al tratar con otros animales. Por ejemplo, al mirar a un insecto como la mantis religiosa, erguida y tratando de asir algo con sus patas anteriores, no puede uno más que sentirse fuertemente identificado con el insecto e imaginarle capaz de una inteligencia que no posee.
Esta afinidad, creo nadie la siente con un escarabajo o con un escorpión; sus formas tan alejadas de la nuestra los hacen ajenos y eventualmente repugnantes, aunque sí seamos capaces de imaginar al pobre Gregorio Samsa convertido en escarabajo y padeciendo lo indecible sin siquiera poder enderezarse. Si el buen Kafka le hubiese conferido el cuerpo de una mantis, otra historia sería la de La metamorfosis.
Pero, volvamos a la pregunta inicial. Cuando miramos en acción a un primate ¿lo reconocemos gracias a la activación de nuestro sistema de neuronas en espejo?, ¿podría esto contribuir a entender la compleja historia de nuestras ideas acerca de los primates? Pensamos que la respuesta es que esto parece factible.
De hecho, el descubrimiento de las neuronas en espejo se debió a una observación experimental casual en la que dicho grupo de neuronas mostró una activación por los movimientos de los investigadores que el mono reconocía y representaba mentalmente. Por qué no entonces pensar que lo inverso es también verdadero y que en los monos en cierta forma nos miramos a nosotros mismos. De hecho, la propia historia de las ideas acerca de los primates superiores cierra el círculo sugiriendo que esto ciertamente es así (Figura 1).
FIGURA 1. Jane Goodall es imitada o imita a un chimpancé.
Las neuronas en espejo resultan sorprendentes ya que rompen con las categorías tradicionales en las que se ha clasificado a las neuronas; no son ni puramente motoras ni puramente sensoriales, sino ambas a la vez. De hecho, parte de la idea que se tiene hoy es que justamente por tener este carácter dual es que juegan un papel relevante en la capacidad de los primates y del hombre para comprender de forma casi inmediata los movimientos, las acciones y, eventualmente, las intenciones de otros sujetos. El cerebro que actúa es un cerebro que comprende. Se trata, como han establecido Rizzolatti y sus colaboradores, de una comprensión pragmática, preconceptual y prelingüística. "Vemos porque actuamos, y podemos actuar precisamente porque vemos".
Las neuronas en espejo fueron descubiertas, como ya mencionamos, de forma casual. Los investigadores encontraron que algunas veces, al hacer registros de la actividad de las neuronas de la corteza motora de los monos, estas células se activaban sin que el mono realizara ningún movimiento. Esto resultaba insólito y determinó que los investigadores se pusieran a tratar de averiguar qué era lo que activaba a estas neuronas. Fue así como encontraron que cuando ellos mismos realizaban ciertos movimientos, las neuronas de la corteza motora del mono se activaban –como si el mono fuera a realizar el mismo movimiento.
Se estudió de forma más precisa y se logró demostrar que había grupos de neuronas que respondían cuando el investigador tomaba un objeto o cuando movía algo de un lugar a otro y que dichas neuronas eran las mismas que se activaban cuando el mono realizaba esos mismos movimientos. Se llegó así a la conclusión de que esos grupos de neuronas, al activarse, daban al animal una comprensión inmediata, implícita, de las acciones del investigador.
Esta comprensión no estaba mediada por procesos analíticos, sino por la capacidad del animal de realizar esos mismos movimientos. Es como si en la corteza motora del mono se reflejaran las acciones del investigador confiriéndole la posibilidad de identificar con su propio cuerpo lo que veía en el otro.
El avance de la neurofisiología ha permitido entender que cuando observamos un objeto, aparte de los procesos cognitivos lingüísticos que nos permiten identificarlo, se desarrolla en áreas de asociación de las regiones parietales (circunvolución parietal inferior –área 40 de Brodmann– con conexiones a regiones premotoras) una serie de procesos de análisis relacionados con la capacidad del organismo de alcanzar tal objeto. Es decir, la percepción de un objeto comporta el análisis de las propiedades que nos permiten interactuar con dicho objeto. Se trata de un análisis que permite definir las oportunidades prácticas que el objeto ofrece al organismo. "
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