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Las cartas que no llegaron de Mauricio Rosencof

Enviado por GISELA MANCUSO


Partes: 1, 2

    Stretta

    "… ¿Quién las recubrió?

    Venía, venía,

    venía, una palabra, venía,

    venía a través de la noche,

    quiso resplandecer, quiso resplandecer.

    Ceniza. Ceniza, ceniza…

    Huracanes de siempre,

    torbellinos de átomos; lo otro,

    tú lo sabes,

    lo leímos en el libro,

    era era sólo apariencia.

    Era, era

    sólo apariencia. ¿Cómo

    nos asimos —con estas manos?

    Estaba escrito que.

    ¿Dónde? Tendimos

    encima un silencio

    nutrido con veneno, inmenso,

    un

    verde

    silencio, una hoja como un cáliz,

    una idea adherida a lo vegetal,

    verde, sí,

    adherida, sí,

    bajo el cielo maligno….

    Huracanes, torbellinos

    de átomos: quedó

    el tiempo, quedó,

    de intentarlo en la piedra—,

    ella fue hospitalaria,

    no cercenó la palabra.

    Qué holgadamente vivíamos:

    Granulada,

    granulada y fibrosa, cualiforme,

    compacta;

    ubiforme, irradiada, reniforme,

    aplanada,

    aglomerada, esponjosa, ramificada—:

    no cercenó la palabra, habló,

    habló suavemente a los ojos secos,

    antes de cerrarlos.

    Habló, habló.

    Era, era.

    Nosotros

    no cedimos, estábamos

    en medio, una estructura porosa,

    y llegó.

    Se nos vino encima,

    se abrió camino, zurciendo

    invisible, zurciendo

    hasta la última membrana

    y

    el mundo,

    un millar de prismas,

    cristalizó, cristalizó…" Paul Celan

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