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Histeria, su Historia, las brujas de Salem, el holograma del inconsciente: El Exorcista revisitado…

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

  1. Histeria, la Gran Imitadora: Proteo de la psiquiatría…
  2. El mimetismo: lección muy valiosa…
  3. La palabra, los símbolos y el poder derivado de sus usos
  4. La histeria, holograma alegórico, del verbo
  5. ¿Es la histeria una "enfermedad?"
  6. Cuentos de Brujas: Salem, Massachusetts. Durante el Año del Señor del 1692…
  7. La "epidemia"…
  8. ¿El ergotismo como causa de la tragedia de Salem?
  9. El Exorcista: ¿Neurosis cinemática o cinematografía "neurótica"?
  10. El pitiatismo de Miranda, y la personalidad mimética revisitada…
  11. Bibliografía

"Los histéricos, primariamente, sufren de reminiscencias". Josef Breuer & Sigmund Freud (1885)

En esta lección hablaremos de la histeria desde muchos puntos de vista que no son los usuales. La exploraremos:

  • Como entidad diagnóstica,

  • como disturbio emocional,

  • como epifenómeno cultural, y

  • como constructo histórico de la mayor importancia.

Asimismo, discutiremos, en particular, uno de los fenómenos que se le atribuyen: su tendencia al contagio, con sus expresiones colectivas. Además, de lo antedicho, y, por ser pertinente al respecto, igualmente, consideraremos el episodio sórdido de las brujas de Salem — incidente sombrío del pasado norteamericano — que el tiempo jamás ha borrado. Finalmente, exploraremos el impacto psicológico de filmes que, como El Exorcista, lograrían confundir a los psiquiatras y a algunos pensadores de diversas disciplinas… (Otros ejemplos de los últimos, son Sybil, Psycho y El Séptimo Velo).

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"La belle indifferénce" (Pierre Janet, 1929)

La histeria, no hay que reiterarlo, es condición de mucha ascendencia. Eso todos lo sabemos. Lo que aún no hemos establecido, con precisión alguna, ha sido cuál es su agente etiológico, y qué rol esta condición juega en la adaptación de nuestra especie. Incluyendo en la organización de nuestras demografías y clases socioeconómicas — ya que en entre todas se evidencia — de un modo o de otro…

Histeria, la Gran Imitadora: Proteo de la psiquiatría…

"Yo puedo añadir colores al camaleón…" Shakespeare (Henry VI: III)

La histeria ha sido una condición que, desde antes de los tiempos de Hipócrates, ha merecido la mayor atención — especialmente despectiva de los curanderos, médicos y del público en general. Muchos todavía, la confunden, de manera incorrecta, con la hipocondría, categoría de la que no constituye parte.

Pero, lo que nadie nos dice es, si se reconocen, hipotética y presuntamente, antecedentes históricos acopiados acerca de la ocurrencia de la histeria, antes de que el ser humano se transformara en el "animal civilizado", de hoy conocido.

De acuerdo, a la hipótesis, basada en hechos empíricos, que avanzáramos en mi artículo, La Regla del DNA… debieron de haber antecedentes causales, biológicos, adaptivos, y sociales, para que la histeria surgiera con tanta permanencia y tanta persistencia.

Entonces reflexionemos…

¿Cómo se manifestaba la histeria en el ser humano que residiera en el paleolítico superior? Ya que la histeria, en su polimorfismo peculiar, cambia con las etapas históricas.

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Por supuesto que la histeria, por su universalidad, estaría dentro del repertorio de nuestros comportamientos originales — cuando descendiéramos de los árboles proverbiales — como tantas otras tendencias igualmente lo estarían. Lo que, nos lleva a preguntarnos, desde un punto de vista darvinista: ¿qué beneficios de adaptación esta inclinación al histrionismo voluble nos otorgaría?

En aquéllos remotos tiempos, dependíamos, no de líderes señalados, para guiarnos en nuestros destinos, sino de nuestras tendencias innatas, de los conocimientos que, de nuestros semejantes, deriváramos, y de la imitación de animales, con quienes entráramos en contacto, para resguardarnos.

El miedo a lo desconocido, sí que nos afectaba — como aún lo hace — y mucho…

Pero, ¿qué hacer, cuando el trueno estertoroso y el relámpago deslumbrante nos sorprendían — con su fragor inexplicable y luminosidad deslumbradora — repentina e intensa? Y, ¿cómo proceder cuando los animales que nos rodeaban, al percibir los fenómenos atmosféricos, actuaban tan sorprendidos y confusos como nosotros estuviéramos? Lo que entonces pareciera lógico, como respuesta, sería huir como ellos lo hicieran. Pero, ¿hacia dónde escapar, y con qué propósito?, ya que no sabíamos ni, de dónde veníamos, ni hacia dónde iríamos para guarecernos.

El disfraz y el camuflaje como elementos de adaptación en la Naturaleza: La histeria en su expresión biológica, psicológica, y de respuesta a presiones del entorno

Para nosotros, nuestros preceptores por excelencia, en esos tiempos, serían los animales cuyos comportamientos adaptivos nos correspondieran imitar.

De ellos aprendimos el uso de los agentes estupefacientes que nos embriagaran. A ellos los seguiríamos para comer de sus desperdicios, y a ellos los imitaríamos para evadir los venenos.

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