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Educación y alteridad

Enviado por JOSE PERNIA


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    Pensar en una escuela que estimule el desarrollo del aprendizaje significativo implica, para quienes, realizando tareas educativas, analizan a fondo la organización y los modelos pedagógicos que predominan en ella y fuera de su ámbito; por lo tanto, no debe ser concebido como una fortaleza, sino como un sistema abierto, con fuertes influencias del medio socio cultural en el que se encuentra.

    Es por ello que las buenas relaciones entre sus miembros y con los demás sectores involucrados en el proceso educativo, deben imponerse a todos en el desarrollo del mismo, por cuanto sus actuaciones deben estar sujetas a normas profesionales, morales y éticas.

    Desde este punto de vista, podemos destacar trabajos como la experiencia Alteridad en Educación (2006); Escuchar al Otro dentro de Sí I, parte, de N Pérez de Lara y Alteridad y Experiencia (R Foster, 2006), desde donde se nos lleva a considerar ciertas reflexiones.

    Tomando como marco de referencia estas valiosísimas investigaciones que profundizan cada vez más en el reconocimiento que debemos tener al otro, como principio fundamental de la alteridad.

    Partiendo de la experiencia de Nuria Pérez de Lara en su ensayo, se puede afirmar que aborda la cuestión del otro desde la perspectiva de la pedagogía de la diferencia sexual, porque trasciende los saberes dados en la escuela a partir del corte que la diferencia sexual ha producido en ellos.

    Por una parte, un corte que acaba con el allanamiento de las propuestas que la igualdad impone y, por la otra, un corte que desarrolla el ilusorio propósito salvador de los planteamientos de la Educación Especial y la Educación Social.

    Creemos que estas áreas no deben ser separadas, ni reducidas a las parcelas de las disciplinas del conocimiento, sino que, por el contrario, deben ser abordadas a través de la experiencia, único lugar del que puede nacer un saber sin pretensiones de universalidad, mas sin embargo, es el único saber que guarda dentro de sí la unidad de las cosas de la vida. Es por ello que, a manera de reflexión, debería imponerse un nuevo modelo pedagógico que se fundamente en una visión diversa del otro, capas de ir más allá de la educación especial.

    El no reconocimiento del otro implica exclusión, por lo que debemos deslastrarnos de falsos prejuicios amparados en la llamada educación especial, para hacer énfasis a elementales principios de alteridad y construir una escuela de todos, bajo la óptica democrática y social de participación e inclusión de todos sin otro atenuante que la realidad implícita en sí mismo.

     

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