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Algunas consideraciones para el uso y valoración de la calidad de la proteína en fuentes alimenticias para rumiantes

Enviado por J. J. Garcia B.


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    1. Desarrollo
    2. Bibliografía

    Desarrollo

    I. Las vacas lecheras de alta producción requieren del aporte de grandes cantidades de nutrientes. Para que esta utilización de nutrientes ocurra eficientemente, deberá existir un equilibrio holìstico entre estos. Por ejemplo: en cuanto a aprovechamiento de proteína se refiere, es de especial cuidado la relación de esta con la energía metabolizable, que de ser deficitaria, puede ocasionar desvío de aminoácidos (AA) para la síntesis de glucosa. Dicho proceso consiste básicamente en la eliminación del grupo amino, ya sea por desaminacion oxidativa o transaminacion, siendo el producto final de esta degradación de AA, el acetil coenzima A, que se emplea para producir energía, siguiendo la ruta de los ácidos tricarboxilicos (Portela, 2004).

    De otra parte, se conoce que una formulación inadecuada de proteína, puede resultar en una reducción en la producción y/o composición de la leche, anormalidades reproductivas, además, de un posible incremento de los costos de alimentación, y/o un incremento en la excreción de nitrógeno al medio ambiente (Tamminga, 1992: Citado Por: Rodríguez, 2003); Sin embargo, La formulación precisa de la proteína para bovinos, está limitada debido a la falta de datos sobre las necesidades de los animales – Especialmente los explotados en condiciones de trópico bajo – y el aporte de aminoácidos absorbibles en él intestino delgado, necesarios para esta especie (Alvarado, 2004), además, del desconocimiento de la degradabilidad ruminal proteica de las fuentes alimenticias locales.

    La actual formulación proteica en términos de proteína cruda sugiere que por ejemplo para una vaca que produce un 4% de grasa butírica, y producciones de leche entre 50 y 110 lb. El porcentaje de proteína cruda (PC), debe estar entre el 18 y 15%; la asunción es que el nivel de escape (sobrepaso ruminal) de la proteína, debe estar entre el 33 y 40 %, y que aunque actualmente los requerimientos precisos no estén bien definidos, con un mínimo de 33% de PC que escape a fermentación ruminal, será necesario para mantener los niveles de proteína segregada en la leche. (Grant, 1997).

    Pese estas consideraciones, el concepto de PC sobre el cual se edifican las anteriores recomendaciones, es una denominación sin validez, ya que los supuestos sobre los cuales se determina la PC en los alimentos son erróneos; el primero es que todo el nitrógeno de los alimentos se encuentra en las proteínas, y el segundo que todas las proteínas contienen 160 g N/ Kg., por lo tanto, la expresión Proteína Cruda no es una medida verdadera de la concentración proteica de los alimentos, si bien, los primeros sistemas modernos de formulación utilizaron el concepto proteína digestible, para determinar las necesidades y aportes de proteína en el rumiante, este concepto no permitió describir los procesos metabólicos de la proteína en el rumen, ni predecir la cantidad y naturaleza de la proteína disponible en el intestino delgado para su absorción y utilización metabólica. La principal limitación de la PC como criterio de formulación, es que ignora las numerosas transformaciones que la proteína sufre durante la fermentación ruminal.

    Los actuales sistemas de formulación se basan en los conceptos de proteína digestible en el intestino delgado (ID) (INRA, 1988) y de aporte de AA duodenalmente (O´connor et al., 1993; Rulquin y Verité, 1993; NRC, 2001: Ciados Por: Rodríguez, 2003).

    La mejora en la precisión y formulación de raciones, pasa, probablemente, por el desarrollo de modelos mecanisticos y dinámicos de la fermentación ruminal; Oldham (1996) citado por Rodríguez, (2003); numeró 10 elementos básicos necesarios para describir el metabolismo proteico en el rumen y poder llegar así a predecir los aportes proteicos de una ración.

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