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Te escribo mi dolor y te lo dejo


Partes: 1, 2

    POEMAS

    1.

    Tu boca late

    y despunto sangre

    que quedó enredada con la mía

    como nuestras ramas

    (podrían estar guardadas

    bajo la lápida del lacre).

    Tu boca es mía, es de mi boca,

    como de mi sangre tu sangre,

    los dedos de nuestras bocas se embastonan

    en los leños del beso

    como dos llamas del fuego

    2.

    Te pintaré los ojos cuando tú mueras,

    te besaré la boca fría y seca

    apretaré tus manos duras, de madera

    y enjuagaré los dedos en tu pelo de cera

    tenderé un silencio sobre tu piel de cala

    morderé con mis manos, las tuyas pálidas

    y apagaré la noche con alguna lámpara

    para ver tus ojos como los pintabas.

    Te pintaré los ojos, no lloraré, lo sabes

    pero si acaso alguna gota sobre tu muerte cae

    ¿Qué más dará llorar tristezas que no sabes,

    si habrás muerto sola

    sin mi verdad que ignoras.

    3.

    Porque tú eres la otra orilla de mi silencio

    Porque mi silencio es una manera de tu voz

    porque ya ha sido. Busco el sueño de tu rostro

    compañera, ahora que la noche arrecia sin barandas.

    Busco tu mano sin vez

    La paloma rescatada de tu risa

    y tu cara, tal vez,

    aunque no sea, y sea más allá de mi distancia

    Hoy te quiero amiga,

    amiga

    Hoy te quiero y muerdo tu mirada sin principio

    como el fervor de luna del galeote

    que sobrevive más allá de la fatiga.

    Te busco y te encuentro

    porque eres más yo mismo

    y vuelvo de mi pozo sin preguntas

    con un poco de tus cosas casi sólo sueño,

    y me basta tu sola vez, tu sola vez

    la antorcha que arredra mi abandono

    como el acoso feroz

    de la marea solitaria

    Izo tu mano

    despavorido de sol

    enarbolo tu cara sin recuerdo

    y no importa no haber ido a buscarte

    mi costado te anticipa

    como una profecía acatada antes del día.

    Ya leva anclas la vigilia derrotada

    Echa amarras la mañana conquistada

    y atestigua mi alma,

    tal vez en algún sitio

    tu verdad que se parece al sueño

    aunque no hayas sido recogida

    Tu voz inaugurada es un heraldo de olvido

    mi silencio se suicida

    y pregona tu nombre sin espalda

    Es cierto nada titula la palabra

    Pero sin haber perdido

    recupero de otra nada

    tu cara ausente.

    Ya no más tu olvido sin recuerdo,

    ya no más mi distancia

    sino tu lejanía

    y en el pan sin oficio que era espera

    ya tu rito

    tu costado cotidiano presentido,

    compañera, amiga,

    cómo te quiero amiga

    esta noche.

    4.

    Era un altar de madera que dormía

    y dormían en su sueño misas pasadas

    y un cáliz con sangre marchitada

    y dos velas chamuscadas de llorar su existencia

    sobre su muerte lenta, lentamente.

    Y una flor arrugada, caída de una ofrenda

    y en ella el cadáver de un perfume desteñido

    y me acerqué y mentí la devoción hincado

    y lo abracé y tomé la flor

    y adiviné el perfume

    y me crucifiqué en su cruz

    y fui yo y también un clavo

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