El centro del mundo
Por no haber nada absoluto todo tiene que tener su contrariedad; por eso necesariamente la nada tuvo que tener su contrariedad, pero no sólo una, sino varias contrariedades ya que la nada podría disponer de varias absolutidades. Todas esas contrariedades de la nada se debieron acumular en una sola contrariedad, ya que estamos hablando de la contrariedad de la nada, que es la esencia de la existencia, la cual es un sólo cúmulo de contrariedades que ha evolucionado en todo un Mundo de existencia conforme a ese cúmulo de contrariedades.
¿Cuáles serían las contrariedades de la nada?: es posible que me deje alguna, la primera podría ser la centralización como contrariedad de la descentralización o infinitud de la nada, por no poseer la nada ningún centro; la segunda sería la finitud, por no poseer la nada dimensiones o por ser la nada infinita; la tercera sería la material (existencia), por no poseer la nada materia o existencia; la cuarta sería el dinamismo, por poseer la nada una plena quietud; la quinta sería la búsqueda sin fin de la perfección, por ser la propia nada perfecta; la sexta sería la tendencia a la evolución sin fin conforme al orden impuesto por la nada, por ser la nada un pleno orden como nada y la séptima sería la energética, por no poseer la nada energía o por ser pura energía esa contrariedad, energía inducida por la propia contrariedad de la nada, con lo cual se creó una repulsión contra la nada que hizo posible que la existencia atraiga a la existencia y que la nada atraiga a la nada.
Esas absolutidades de la nada: infinitud, descentralización, inexistencia, quietud, perfección, orden y sin energía; imposibilitaban a la propia nada a ser la nada y la obligaban a estar inducida, a poseer una serie de contrariedades que evitasen esas absolutidades. Gracias a eso, irremediablemente, surgiría en cualquier punto ínfimo de la nada esas contrariedades acumuladas en una sola contrariedad; acumuladas en un sólo punto, que sería el punto central de la infinitud de la nada, el punto central de la existencia o el punto central del Mundo y de todo lo existente (por eso no pueden existir más Mundos, porque no pueden existir más de un centro del Mundo).
Esa contrariedad o punto central de la nada, había permitido a la existencia la posibilidad de existir y de poder alcanzar la infinitud de la nada; lo cual equivaldría a que la existencia pudiese respirar, a que no estuviese encerrada en una finitud, a que fuese siempre abierta, a que no tuviese fin, a que fuese eterna y a que pudiese evolucionar sin cesar, conforme al orden inducido por la nada, tratando de ser siempre existencia; tratando de buscar la perfección de la nada, cosa que la existencia nunca logrará definitivamente ya que la perfección es una infinitud de la nada, una absolutidad, una imposibilidad; pero la existencia necesitará siempre buscar esa perfección, para poder ser siempre existencia imperfecta perfeccionándose continuamente.
Ese punto central se había convertido en un cúmulo compacto energético, que acumulaba todas esas energías concentradas de las propias contrariedades de la nada. Todas esas contrariedades de la nada: finitud, tendencia a la búsqueda sin fin de la imperfección de la nada, dinamismo, energía, centralización (punto o formación esférica central del Mundo, con la posibilidad de que la evolución de la existencia adoptase también esa centralización y ese origen esférico) y evolución conforme al orden inducido por la nada. De esa forma, esa ínfima contrariedad de la nada comenzó a dotarse de vida como existencia, ya poseía las energías suficientes en contra de la nada; ya poseía el dinamismo energético suficiente; ya poseía la finitud energética necesaria; ya poseía la tendencia energética suficiente que le inducia a buscar sin fin la perfección y la infinitud de la nada, lo cual también le inducía a evolucionar, a multiplicarse, a seguir un camino, un orden. De esa manera, esa contrariedad se convirtió en la esencia de la existencia, que partiendo del punto más central de la nada se convertiría en el origen central de la existencia, que de forma ínfima, dinámica, esférica, imperfecta, energética y ordenada evolucionaría de la única forma posible de evolucionar, multiplicándose indefinidamente inducida por el camino u orden impuesto por la nada.
Algunas leyes de la nada
Primera ley de la nada: La imposibilidad de que pueda existir algo absoluto, induce a que todo tenga su contrariedad. Al tener todo su contrariedad no puede existir nada absoluto. Con lo cual, ni la nada puede ser absoluta ni la existencia tampoco, siendo ambas, contrariedades entre sí. Por lo tanto, la nada y la existencia existieron siempre como contrariedad la una de la otra. Por eso mismo, la nada no puede ser absolutamente nada ni la existencia puede ser absolutamente existencia.
Segunda ley de la nada: Todas las contrariedades esenciales sufren exactas contrariedades, debido a que han evolucionado de las mismas exactas contrariedades nada-existencia.
Tercera ley de la nada: Al ser la contrariedad una acción dual, todo lo existente tiende a ser un orden dual de contrariedades.
Cuarta ley de la nada: Al poseer la nada una contrariedad repulsiva contra la existencia, induce a que la existencia atraiga a la existencia y a que la nada atraiga a la nada.
Quinta ley de la nada: La nada al no existir, al ser inexistencia, es subjetiva; con lo cual, inevitablemente, la nada de su propia inexistencia tuvo que tener como contrariedad algo inexistente, algo subjetivo; algo tan infinitamente pequeño que era casi la nada pero que era inexistencia hecha existencia. El resto del Mundo no existía, porque era todo la misma nada subjetiva, la cual se concentraba toda como contrariedad en esa primera infinita ínfima existencia subjetiva.
Sexta ley de la nada: Ahí estaba el gran poder de la inexistencia en ser existencia, no en esa primera infinita ínfima existencia subjetiva que era casi la nada; sino en la unión de infinidades de esas ínfimas existencias, las cuales todas juntas posibilitaron que la existencia fuese algo real. Esas constantes duplicaciones o multiplicaciones de esas ínfimas existencias que posibilitaron la infinitud de infinidades de esas ínfimas existencia; al tener la posibilidad de atraerse entre sí, construyeron todo un gran Mundo que todavía sigue engrandeciéndose sin cesar.
Esa primera infinita ínfima existencia subjetiva, que era más nada que existencia, por sí sola no era nada. Sin embargo, la unión de infinitas infinidades de esas esencias podían hacer que la existencia pareciese una existencia real y pudiese hacer realidad la materia, la energía incluso la vida. Esa unión de esencias de la existencia posibilitaron, no sólo que la existencia fuese cada vez más abundante, sino que las propias energías de todas las contrariedades acumuladas se multiplicasen indefinidamente, y que todo lo que atañe a la existencia se multiplicase también conforme a lo que es la existencia en sí y a sus límites expansivos.
Esa es la grandeza de la existencia, la posibilidad de que de una simple inexistencia con el poder de duplicarse continuamente de manera casi instantánea se duplicasen infinidades de duplicaciones en múltiples infinidades de duplicaciones, hasta componer una cada vez más creciente existencia.
Séptima ley de la nada: La nada y su contrariedad la existencia, han existido siempre, porque dónde no existe el tiempo no se puede determinar cuándo existió algo.
No pudo existir la nada sin la existencia, porque la existencia es la nada hecha existencia y la nada sin la existencia no es nada. Gracias a la oposición que le impone la existencia a la nada y viceversa, la nada y la existencia son inseparables, y lo serán siempre por mucho que se repelan, ya que la existencia está rodeada de la nada y la nada rodea a la existencia, y por eso, no pueden huir una de otra.
Decir: "siempre" existió la nada o decir: "nunca" existió la nada, es decir lo mismo, porque la nada no existe. Lo que existe es la contrariedad de la nada que es la misma contrariedad que la de la existencia pero en sentido contrario. Decir: "siempre" existió la existencia o decir "nunca" existió la existencia, es decir lo mismo, porque la existencia no existe. Lo que existe es la contrariedad de la existencia contra la nada, que hace que la existencia exista.
La existencia y la nada son subjetivas
Ahí estuvo siempre esa primera subjetividad o esencia subjetiva de la existencia, hasta que encontró el medio inevitable de evolucionar, de crear cada vez más existencia subjetiva, de la única forma posible de crear existencia de la misma existencia, duplicándose en sí misma y permitiendo que cada duplicación a su vez se duplicase también a sí misma. De esa manera, casi instantánea, sin cesar, comenzó a crearse todo lo existente, comenzó la saturación de esencias subjetivas de la existencia.
La existencia existió siempre
Al no existir el tiempo porque en la nada no podía existir el tiempo, ni nada que fuese propiedad de la existencia, existió ese "siempre" subjetivo, esa ínfima contrariedad subjetiva, que como esencia de la existencia subjetiva que era, inevitablemente evolucionaría creando cada vez más existencia subjetiva, de la única forma posible de crear existencia, multiplicándose o duplicándose en sí misma indefinidamente.
Proceso de la existencia
La existencia es una subjetividad hecha existencia, que evoluciona sin cesar como subjetividad gracias a la constante contrariedad subjetiva que le impone la nada, la cual también sufre la contrariedad de la existencia. De esa manera parece que la existencia exista, aunque realmente no existe porque es existencia subjetiva, la cual necesita moverse, transformarse o evolucionar continuamente para parecer que es existencia, para parecer que existe. Si todo lo existente se parase un instante, todo lo existente se diluiría en la nada en menos de un instante.
La existencia no pudo surgir de la nada
La existencia no pudo surgir de la nada por creación espontánea, o por fluctuación, según algunas teorías, ni siquiera pudo surgir; porque la nada no puede actuar como la existencia; el surgir, el crearse espontáneamente o el crearse mediante fluctuaciones son propio de la existencia, esas posibilidades no las puede tener la nada. La nada, que por eso es nada, carece de tiempo, de transformación, de evolución y de todo lo que le corresponde a la existencia. Por eso, la existencia no pudo surgir, originarse, crearse, etc. de la nada, ya que esas propiedades forman parte de la existencia, no de la nada. Por consiguiente, la existencia debió de existir siempre subjetivamente como contrariedad subjetiva de la nada.
La existencia siempre estuvo ahí, ínfimamente en la nada ¿dónde va a estar sino? Era una existencia tan ínfimamente pequeña que era más nada que existencia, porque realmente era una tendencia o contrariedad inevitable de la nada.
¿Qué es la existencia?
Es la contrariedad subjetiva de la nada; es la nada hecha existencia; es la nada en movimiento; es la inadaptación de la nada; es la imperfección de la nada; es la impureza de la nada; es el desorden de la nada; es la injusticia de la nada; etc. Y eso es así, porque la propia contrariedad de la nada induce a la existencia a necesitar alcanzar todas esas absolutidades, las cuales las posee la propia nada pero no de forma completamente absoluta.
Como esa primera ínfima subjetividad o esencia de la existencia no podía crecer, inevitablemente tendría que duplicarse o dividirse en dos, y sus divisiones como esencias exactas que eran también se tendrían que multiplicar en más esencias de la existencia, y así sucesivamente multiplicándose constantemente conseguirían saturar todo de cada vez más existencia.
¿Qué es la nada?
La nada sin llegar a la plena absolutidad es subjetiva, por eso la nada es: perfecta, adaptada, pura, ordenada, invisible, transparente, indetectable y justa.
La nada representa al cero, y la existencia representa al uno, formando ambas una contrariedad, una dualidad binaria cero-uno o nada-existencia. La nada es insonora, inodora, invisible, insensible, indetectable, transparente, intangible, incolora e insípida. La nada está en todas partes, en la existencia y en la inexistencia (nada hecha existencia). La nada es el alimento que permite crecer a la existencia.
Espacios oscuros
Los espacios oscuros del Universo originados por la propia expansión son espacios de nada, los cuales son oscuros no porque la nada sea oscura, sino porque la existencia que mantiene como contrariedad a la nada, es oscura. La nada es transparente e invisible, y ocupa esos lugares como espacio oscuro porque la propia expansión los creó así al expandirse y porque la propia existencia necesita permanentemente tener la contrariedad de la nada para poder existir. Realmente, esos espacios oscuros no están completamente llenos de nada, dentro de sus espacios vacíos podrían existir enormes zonas enturbiadas con mezcla de existencia, no me extrañaría nada que esas zonas estén repletas de cuerdas y de supercuerdas, las cuales podrían estar formadas debido al rastro de existencia subatómica dejado por la propia expansión; y es que la expansión se expande en línea recta, lo cual obliga a que inevitablemente deje largos rastros o tendencias expansivas de existencia o de inexistencia a lo largo de la expansión.
En esos enormes espacios oscuros llenos de nada actúan unas fuerzas extraordinarias de repulsión contra las grandes cantidades de acumulaciones de existencia que se encuentran dispersas en el Universo, eso hace que esas agrupaciones de existencia que se atraen constantemente entre sí, también sean presionadas por la propia nada que la rodea; y así de esa manera, esas enormes concentraciones de existencia cada vez más presionadas, se podrían transformar en una enorme acumulación de calor llamada estrella, así se originó nuestro Sol.
Razonamiento lógico
La nada no puede ser infinita; no por ser infinito se tiene que ser absoluto, muy al contrario, lo infinito es una no absolutidad infinita, con lo cual también tiene que tener su contrariedad infinita. Se podría decir que la expansión es infinita porque no se ha terminado de expandir y no se sabe cuándo se terminará de expandir. Podría ser que la expansión fuese infinita pero no por sí misma. Podría ser que antes de que se terminase de expandir la expansión, pudiese ser expandida aún más, por otra posible expansión mucho mayor. Por lo tanto, la infinitud no ofrece una verdad real, sino un algo irreal, una imposibilidad, una no absolutidad, por eso mismo la nada no podría ser absolutamente infinita.
La nada tampoco podría ser finita porque entonces es como si existiese, y realmente la nada no existe. Por consiguiente, si todo, absolutamente todo, fuese la nada, ésta no podría ser ni absoluta ni absolutamente infinita ni absolutamente finita. Por consiguiente, eso demostraría que todo no pudo ser absolutamente la nada, tenía que existir irremediablemente la existencia.
La existencia tampoco podría haber sido ni absoluta ni absolutamente infinita ni absolutamente finita, porque lo absoluto y lo infinito son imposibilidades y lo finito no puede ser absoluto. Por esos motivos, la existencia tuvo que existir siempre y también su contrariedad: la nada.
Sólo podrían existir tres posibilidades: que todo fuese absolutamente la nada, que todo fuese absolutamente existencia o que todo fuese la existencia y su contrariedad la nada. Al ser las dos primeras opciones imposibilidades, no hay duda de que la existencia existe gracias a que también existe su contrariedad la nada.
Lo imposible no es que exista la nada, lo imposible sería que no existiese absolutamente nada, ni siquiera la existencia, la prueba de que existe algo la tenemos en que existimos nosotros. Imposible sería que existiese la existencia sin la nada, o la nada sin la existencia, ambas contrariedades se necesitan para poder formar una composición, una cantidad, una existencia, lo mismo que los ceros y los unos se necesitan para poder contabilizar con exactitud. Realmente, la nada no existe, pero es como si existiese, pues la existencia, gracias a su contrariedad repulsiva contra la nada, hace que la nada actúe como si fuese real, ya que la existencia necesita la contrariedad de la nada para poder ser existencia.
Dios es la propia nada
No creáis que porque todo lo existente sea una mezcla de nada hecha existencia, y eso demuestre que no existe Dios, se deba vivir en un mundo material en el que cada cual puede hacer todo el daño que le plazca sin que pueda ser castigado. Muy al contrario, existe algo que está en todas partes y es como si todo lo supiera, ese algo es la nada. Puesto que la existencia existe gracias a la inducción que le induce la nada y a que todo tiene que intentar ser la nada para poder ser existencia, es como si la nada fuese un Dios muy poderoso que induce a todo, porque sin la nada no existiría nada. Todo se rige conforme a lo que es la nada, por eso la nada induce a todo a seguir el orden y la justicia de la propia nada.
Teniendo en cuenta, que la nada existe porque la contrariedad de la existencia le induce contrariedad y que la existencia existe por lo mismo, porque necesita la contrariedad de la nada. La justicia de la nada induce a que la existencia trate de ser lo que la propia nada es, lo cual quiere decir que la nada induce a que la existencia sea: pura, justa, adaptada, perfecta y ordenada (realmente la nada es así, sin llegar a la absolutidad; la nada es pura porque es completamente nada, justa porque su equilibrio como nada es completamente justo, adaptada porque es una completa adaptación de la nada, perfecta porque la nada es la perfección como nada y ordenada porque es un compacto orden como nada). Con lo cual, la nada induce a que todo lo existente trate de ser como es su propia inexistencia: pura, justa, adaptada, perfecta y ordenada. La nada induce a que todo lo existente siga el orden de la búsqueda sin fin de la pureza, de la justicia, de la perfección, de la adaptación y del orden, cosa que la existencia tratará de conseguir inevitablemente, sin lograr nunca conseguirlo, transformándose o evolucionando permanentemente para tratar de conseguirlo. La existencia nunca logrará poder conseguir plenamente esa meta, porque esas posibilidades son inalcanzables ya que son absolutidades, son subjetividades por lo tanto son imposibilidades.
De esta manera, nada ni nadie se escapa a la justicia de la nada. No es que la justicia de la nada sea una justicia creada expresamente por la nada o por la existencia para que todo actúe conforme a esa justicia; es que no tiene más remedio la existencia, como contrariedad de la nada que es, que evolucionar conforme a las inducciones de la propia nada. Con lo cual se crea una inducción a evolucionar sin fin hacia la plena justicia de la nada, la cual es la más adecuada y justa que hay, porque no hay otra.
La eternidad de las almas
Todo evoluciona conforme a un orden y una justicia impuesta por la nada. A medida que va evolucionando y creciendo el Mundo, van naciendo nuevas almas o esencias de la existencia, las cuales, seguirán un proceso evolutivo adecuado, cada alma encajará jerárquicamente en el lugar que evolutivamente le corresponda. Unas almas nacerán como energía, otras como materia y otras como vida, según su evolución. De manera, que sería lógico pensar, que la persona que se comporte lo más humanamente posible tendrá inductivamente más posibilidades de que cuando fallezca, su alma más humana que otras, sea inducida a nacer en el lugar más humano posible; sin embargo, la persona que se comporte menos humanamente o más animalmente su estado evolutivo le podría obligar a nacer en los lugares menos humanos, quizás nacería siendo alguna especie de animal más cercano a la evolución humana. Como las almas o esencias de la existencia son subjetivas, por lo tanto indestructibles, y todas las almas siguen un orden adecuado para poder constituir la existencia, no sería extraño pensar que las almas sean eternas y que cuando mueren evolutivamente, en el caso de ser el alma de una vida, de manera evolutiva volverán a ocupar su lugar correspondiente evolutivo al volver a nacer evolutivamente en el lugar evolutivo que le corresponda, puesto que las almas al ser esencias subjetivas de la existencia pueden aparecer instantáneamente en cualquier otro lugar de la existencia, ya que al ser esencias de la nada hecha existencia, la propia existencia no las podría retener.
Alma o esencia de la existencia
Cualquier ínfima existencia o alma necesita concentrar la máxima existencia posible dentro de su mínima finitud posible, ya que no puede crecer, en dónde no existe ni lo pequeño, ni lo grande ni la posibilidad de crecer (nada crece o se engrandece por sí mismo, todo lo que crece o se engrandece es debido al aumento de esencias agrupadas y ordenadas jerárquicamente). Cualquier ínfima existencia necesita sentirse cada vez más existencia, con lo cual precisa cada vez mayor contrariedad de la nada. Es decir, que la propia existencia se carga de cada vez mayor contrariedad (energía o existencia), y con ello conseguirá la máxima existencia concentrada posible, y la máxima contrariedad posible contra la nada.
Así de esa manera, esas ínfimas existencia se constituirán en almas, en esencias de la existencia, en verdaderas existencias concentradas de energía, sin ser realmente existencia, sino la nada hecha existencia. Esas almas o existencias cada vez más compactas, serían indestructibles, pues no hay nada que pueda destruir a la nada hecha existencia, ni existe energía que pueda destruir a la energía concentrada en la mayor infinitud posible. El primer alma, el cual existió siempre, se constituyó en una ínfima existencia compacta e indestructible; en la primera identidad propia, en el comienzo del tiempo, en el primer dinamismo y en el primer inicio de la evolución de la existencia.
División de las almas
Al comprimirse cada vez más esas ínfimas existencias acabarían por partirse o dividirse en dos. De sus mismas almas surgieron otras almas, nació la duplicación de almas. Todas las almas sufrirían el mismo proceso: al comprimirse de nuevo se dividirían o se duplicarían, en más almas. De esa manera inevitable, se saturaría continuamente todo de almas o de ínfimas existencia, las cuales tenían la propiedad de atraerse entre sí, porque la existencia se atrae, al igual que la nada atrae a la nada, gracias a que la nada repele a la existencia. Al duplicarse o multiplicarse continuamente, sin fin, todo de almas o de existencia, cada vez más se formaría un Universo cada vez más voluminoso.
Esas almas que son las esencias de la existencia, jerárquica y ordenadamente algunas se constituirían en energías, otras en materias y otras en vidas. Cada alma disponía de su identidad propia, su evolución, su tiempo, su dinamismo y de su lugar propio, aunque no estuviesen nunca en el mismo lugar. Todo eso era lo que les hacía a cada alma ser única y componer inductiva jerárquica junto a las demás almas todo el orden de la existencia del Universo.
El Big Bang
Esa repulsión de la nada contra la existencia, le sirvió a la propia existencia para existir contraída, para estar dentro envuelta exteriormente por la nada; y a la nada le sirvió para estar fuera; y a la vez les sirvieron a la nada y a la existencia para que existiese entre las dos una contrariedad que les permitiese existir permanentemente de esa forma. Así, de esa manera, toda la existencia que estaba dentro, permanecería exteriormente separada por toda la nada que estaba fuera.
Una enorme acumulación de existencia cada vez más comprimida por la repulsión de la nada, quizás fuese lo que provocase la explosión que originó la expansión universal. Tal vez, cuando termine de expandirse la expansión, o mucho antes, esa existencia repelida permanentemente por la nada, vuelva a concentrarse de nuevo en algún otro punto dónde deje de expandirse, o en un punto anterior al termino expansivo, para volver a comprimirse de nuevo y volver a provocar otra nueva explosión que muy posiblemente origine otra nueva expansión; y así, una y otra vez, indefinidamente.
Sólo existe un universo
Me di cuenta, de que al existir esa ínfima subjetividad de la existencia, porque así lo obligaba la imposibilidad de que la nada fuese subjetivamente absoluta; sólo podía existir una única existencia que formase un único Universo, puesto que no se podrían crear más Universos en otros lugares de la nada, debido que la nada al tener ya su contrariedad en forma de existencia, la propia nada no era plenamente absoluta; con lo cual concluía con esto la posibilidad de que existiesen más Universos, por la imposibilidad de que la nada se dividiese en dos o en más nadas no absolutas. Puesto que sólo puede haber una nada no absoluta y no varias.
Y es que si la nada no existe, sería imposible que existiesen dos o más nadas separadoras de Universos; tampoco podría existir una única nada separando dos o más Universos, sería ilógico. La nada, sólo puede separarse de la existencia, si la propia nada se ha transformado en una contrariedad de esa existencia; pero no creo que la nada como contrariedad pueda separar dos o más Mundos, ya que esa nada necesitaría una contrariedad infinitamente potente, capaz de retener las enormes fuerzas de atracción que se inducen los Mundos entre sí, dado sus enormes tamaños.
Sólo existe una nada, la que limita a la existencia. Por consiguiente, la existencia dispone alrededor suyo de un supuesto espacio infinito de la nada. No pueden existir enormes espacios de la nada separando a otro u otros Universos, porque lo impide la ley de las absolutidades.
La propia nada al ser nada, no puede estar separada por cúmulos de nadas que separen a un Mundo de otro, porque la nada no existe, y por eso mismo no puede separar nada. La nada sólo existe como contrariedad de la existencia, y para que exista esa contrariedad que hace que la nada tenga esa energía, la nada tiene que estar en las zonas influidas por la propia contrariedad de la existencia contra la nada. Con lo cual, no pueden existir dos o más Mundos distintos separados por la nada, ya que al no existir nada entre esos Mundos no podrían estar separados por nada.
Las matemáticas de la nada
Con la contrariedad dual: nada-existencia, todo lo existente está inducido a evolucionar matemáticamente siguiendo un orden dual o binario, mezclándose binaria o dualmente con orden la nada y la existencia, para multiplicar de existencia la propia existencia.
La nada y la existencia han existido "siempre", aunque decir "siempre" parezca ser una imposibilidad, no lo es, porque ese "siempre" comenzó a existir cuando existió el tiempo, el cual comenzó a existir cuando empezó a existir la existencia, antes, si es que hubo un antes, no existía el tiempo, por lo tanto, no existía el término "siempre".
La repulsión de la nada
La nada permaneció siempre unida a la existencia, a la que también rodeaba, porque la nada no podía huir a ninguna parte ya que todo lo externo es totalmente nada. Por eso, la existencia permanentemente sufría una contrariedad o repulsión de la nada, que obligaría a la propia existencia a concentrarse cada vez más, hasta llegar al punto límite de presión que sería lo que provocaría una explosión que originaría una expansión.
Gracias a esa nada que existe porque existe la existencia, existe una repulsión, una contrariedad de la nada contra la existencia que hace posible que exista la existencia y la propia nada; y que también hacen posible que la propia existencia y la nada puedan seguir existiendo eternamente.
El Universo estaría separado por la nada, la cual, lógicamente debería rodear al Universo, sea expansivo o no lo sea, porque lo que existe debe de estar siempre dentro, unido, condensado, ordenado como existencia que es, y lo que no existe debe de estar siempre fuera, sujetando con su contrariedad a la existencia. De esa manera, se mantuvo siempre esa contrariedad, ese equilibrio, entre la nada y la existencia.
La unión de la nada con la existencia
La nada y la existencia existieron siempre. De ésta forma se evitaba la absolutidad de la nada y la de la propia existencia, porque no podía existir nada absoluto, lo mismo que no puede existir nada perfecto, plenamente justo o completamente adaptado porque son absolutidades, son imposibilidades. Entonces, se podría decir que la existencia existió siempre para evitar la absolutidad de la nada y al mismo tiempo existió siempre la nada para evitar la absolutidad de la existencia. No tenía más remedio la nada que ser una contrariedad de la existencia para poder existir la propia nada y la propia existencia.
No es posible que no existiese nada de nada en ninguna parte, ya que eso era una absolutidad, una imposibilidad. Por eso, era inevitable que la nada existiese siempre y que eso obligase a que la existencia también existiese siempre. Además en la nada, es en el único sitio posible en donde la existencia puede moverse, expandirse, crecer y existir.
La justicia de la nada
Esa primera ínfima contradicción llamada existencia, sufriría permanentemente la inducción de la nada. Gracias a la nada, esa contrariedad o ínfima existencia se multiplicaría constantemente inducida a tratar de alcanzar lo inalcanzable, las aparentes cualidades de la nada: pureza, absolutidad, adaptación, justicia y perfección. Esa constante búsqueda conduciría a la propia existencia a tratar de dejar de ser impura, no absoluta, inadaptada, injusta e imperfecta. Gracias a las inducciones de la propia nada, esa ínfima contrariedad de la existencia comenzó a evolucionar tratando de adaptarse a ser, sin conseguirlo, todo lo que es la propia nada.
Esa primera ínfima contrariedad, la cual no tenía tamaño puesto que era la finitud más pequeña posible de la existencia, por eso, como alma que era no disponía de dimensiones, ni de tiempo, ni de todo lo que hace que la existencia exista. Esa esencia, inducida constantemente a adoptar lo que la nada le inducía a ser, inevitablemente, comenzó a duplicarse, o a dividirse en dos o más partes iguales, una y otra vez, eternamente. Y sus duplicaciones o divisiones harían lo mismo, se duplicarían o dividirían indefinidamente. Porque en la duplicación o división, estaba el orden, la necesidad de la existencia de tratar de llegar a ser la propia nada. La duplicación o la división de la esencia o alma, era la búsqueda sin fin de la pureza, de la perfección; la búsqueda sin fin de la plena adaptación, de la absolutidad y de la justicia.
Esa búsqueda sin fin, es lo que inducía a todas esas ínfimas contrariedades a seguir duplicándose o dividiéndose eternamente, a seguir buscando sin fin la justicia de la nada.
¿Y en qué otra cosa podían duplicarse esas ínfimas contrariedades, sino en otras ínfimas contrariedades de la propia nada? que por ser ínfimas contrariedades de la nada adquirirían las mismas exactas similitudes que sus semejantes ínfimas contrariedades. Se duplicarían lógicamente en duplicaciones idénticas que sólo se podían diferenciar en que cada una ocupaba un lugar distinto; por eso, tenían cada una su identidad propia.
Por consiguiente, la evolución que experimenta la humanidad y todo lo existente, es un perseguir eternamente lo que nunca se conseguirá: la absolutidad, la pureza, la adaptación, la justicia y la perfección de la nada, es un imitar sin fin a la nada, la cual no es absolutamente pura, absoluta, adaptada, justa y perfecta.
Gracias a esas aparentes cualidades que posee la nada y que intentará transmitir a todo lo existente por medio de las duplicaciones o divisiones de las ínfimas contrariedades, todo existe y evoluciona ordenadamente conforme a ese fin. Gracias a esa justicia de la nada que induce a que todo lo existente esté inducido a perseguir eternamente esas aparentes cualidades de la nada que nunca se logrará conseguir, se evolucionará eternamente por el camino de la justicia. Todo esto, demostraría que la propia nada nos guía por el camino más justo posible, el camino de la justicia de la nada.
La existencia es inevitable que exista
La existencia sólo pudo producirse de tres maneras posibles: por casualidad, por obra divina o porque era inevitable que existiese. La existencia no se pudo producir por algo casual, porque sin la existencia no existiría nada; por lo tanto, no podían existir las casualidades en donde no existía nada.
No parece lógico que todo lo existente se produjese por obra divina, porque Dios tendría que ser un Dios absolutamente milagroso, tendría que crear milagrosamente la existencia, su evolución, etc., y eso sería absolutamente divino. Y aunque fuese una obra milagrosa y divina no podría ser absoluta, lo cual quiere decir que Dios no podría crearlo absolutamente todo porque no podría ser un Dios absoluto.
Lo más lógico, es que Dios no exista, y que en su lugar exista algo que reparta justicia como si fuese un Dios verdadero. Y ese algo, que mejor que sea la justicia de la nada, pues no hay nada más justo que la justicia de la nada. Es la justicia que todo lo existente está inducido a buscar por medio de la evolución de la existencia.
Lo más lógico, es que la existencia existiese siempre porque era inevitable que existiese siempre, tan inevitable, que existió siempre como una ínfima contrariedad subjetiva de la nada, hasta que encontró el medio de crecer multiplicándose a través de las duplicaciones de sí misma. ¿De qué otra manera más lógica podía crecer la existencia, si estaba constantemente comprimida por su propia contrariedad contra la nada?
¿Cómo se crea existencia?
Esa primera ínfima existencia o contrariedad de la nada no tenía escapatoria posible dentro de la nada, tenía que existir eternamente como esencia energética, como alma de la existencia, aunque no fuese algo verdaderamente existente. Era una ínfima contrariedad de la nada que estaba constantemente comprimida y repelida dentro de su pequeñez subjetiva más pequeña posible. A pesar de la permanente presión a la que estaba sometida esa ínfima contrariedad, nunca podría empequeñecerse o comprimirse mínimamente más allá del límite subjetivo, puesto que la pequeñez o la infinitud no podían existir en donde no existía nada.
Esa primera ínfima existencia, era una esencia que no era existencia, sólo era una ínfima contrariedad que había adquirido energía pero que no tenía existencia. Así se mantenía, indestructible eternamente, inducida sin fin dentro de la nada.
De esa manera de mantenerse siempre igual, aunque no existiese el tiempo, esa ínfima contrariedad adquirió una transformación o evolución equivalente también al nacimiento del tiempo, adquirió una presencia, una identidad propia, un yo, un alma. Asimismo, también adquirió una energía (la repulsiva y la de la contrariedad de la nada). Adquirió un espacio. Adquirió un lugar, aunque ese lugar no fuese nunca un lugar fijo y quieto. Adquirió un dinamismo. Fue adquiriendo una finitud inexistente que le ofrecía una forma de existir equiparable a la existencia.
De esa forma esa primera ínfima existencia era algo inexistente que se envolvía en una aparente existencia.
Expansión universal
Dentro de la enormidad de la Existencia Universal podrían agruparse, en un punto cualquiera de la propia existencia, enormes acumulaciones concentradas de ínfimas contrariedades o esencias de la existencia, las cuales al estar constantemente comprimidas, debido a que se atraían entre sí y a la permanente repulsión inducida por la nada, posiblemente no podrían evitar que sus uniones cada vez más numerosas y oprimidas desprendiesen un enorme calor, lo cual les obligaría a constituirse en una estrella. A lo largo de la historia universal se podrían haber producido de esa manera infinidades de estrellas. Esa acumulación de esas ínfimas contrariedades se asemejarían mucho a la acumulación de ínfimas contrariedades que fueron capaces de originar el Big Bamg, por eso no me extrañaría nada que las propias estrellas y la explosión que provocó la expansión se deban a acumulaciones semejantes de ínfimas contrariedades, siendo, como es lógico infinitamente más numerosas la acumulación de ínfimas contrariedades que provocaron la explosión, que originó la expansión universal.
Dualidad y evolución
Con las duplicaciones de esas ínfimas contrariedades llegó una forma dual de evolucionar, de crear existencia de la forma más justa. Y esa forma de evolucionar sería la más adecuada para que la existencia fuese un orden, para que todo pudiese tener su contrariedad y así todo poder evolucionar ordenadamente, pudiéndose producir el frío y su contrario el calor y todas las demás dualidades, sus pros y sus contras, que permitiesen que todo sea como es, de la forma más justa, de la forma dual inducida por las contrariedades y por la justicia de la nada.
Cuando esa primera ínfima contrariedad de la existencia (o repulsión contra la nada) se duplicó por primera vez, al mismo tiempo, puesto que no existía el tiempo, nació el tiempo, nació la energía, nació la finitud, nació el espacio, nació el lugar, nació el yo (identidad propia o alma), nació el dinamismo y nació la existencia.
Casi al mismo tiempo de que esa ínfima contrariedad se duplicase por primera vez, nació la posibilidad de poder duplicarse cada duplicación en nuevas duplicaciones; nació la atracción (las duplicaciones por ser existencia se atraían mutuamente entre sí); nació la evolución (la posibilidad de poder evolucionar la existencia sin fin, inducida por el camino más justo, el de la nada) y con la evolución nació la opción dual.
Esa ínfima contrariedad de la nada, se transformó en una ínfima existencia compacta, indivisible e indestructible que a la vez era energía, evolución, dinamismo, tiempo, espacio, lugar y yo (identidad propia o alma).
¿Existe el alma?
Cada duplicación, ínfima contrariedad subjetiva o esencia de la existencia es en sí misma, individualmente, un ínfimo lugar y un yo (identidad propia o alma) que ha adquirido un dinamismo, un tiempo, un espacio propio y una existencia única. Por lo tanto, esas esencias en sí mismas, individualmente, son almas.
Entonces todo lo existente está saturado de almas o esencias de la existencia que han evolucionado unas en materias, otras en energías y otras en seres vivientes.
Esas ínfimas contrariedades, almas, esencias, o duplicaciones se multiplican sin cesar, saturando todo lo existente ¿de qué otra manera más lógica podría crecer el Universo? Todas las almas son semejantes, excepto en que cada una ocupa un lugar distinto, tal vez por eso hayan evolucionado en la construcción de la existencia cada una de forma diferente, quizás también sus evoluciones dependan de las otras almas o de la propia evolución de la existencia. Cada alma al ocupar un lugar distinto, tiene su identidad propia, su espacio propio, su tiempo propio, su dinamismo propio, su energía propia, su evolución propia y su existencia propia.
Las almas no pueden separarse de la existencia y existir como almas independientes, ya que las almas como existencia que son, se atraen unas a otras. Además, cada alma es un eslabón inmortal e indestructible necesario para que la cadena de la existencia se mantenga unida y siga creciendo y evolucionando.
Todas las almas son eternas pues son tendencias o duplicaciones creadas por la propia nada, lo que las hace ser indestructibles.
Como cada alma es única, cada alma tiene su propia evolución, las cuales pueden ser inducidas a evolucionar según las inducciones, de la inducciones, etc., de las que forman parte y según el orden inducido por la totalidad de la existencia.
La reencarnación del alma
Cuando se muere un ser viviente y todos los microscópicos seres vivientes de su ser se mueren también, o cuando se destruye alguna materia o energía. Todas esas almas de esos seres vivientes que han muerto o de esa materia o energía que se ha destruido, al ser almas o ínfimas esencias de la existencia, al tener sus espacios propios, al ser tiempos independientes, al ser dinamismos, evoluciones e identidades propias, al ser esencias de la existencia, al ser subjetividades o esencias de la nada en movimiento, podrían viajar libremente sin espacios que las detuviesen, aunque lógicamente no lo hacen porque están sujetas al orden impuesto por las leyes de la existencia. Cada alma podría aparecer y desaparecer en cualquier lugar del Universo y aparecer en otro cualquier lugar del Universo en menos de un instante porque son contrariedades subjetivas o esencias de la nada hecha existencia (aunque esas ínfimas esencias son las que originan el tiempo, en sí mismas no existe el tiempo, sólo existe el tiempo en ellas cuando forman parte de la construcción del orden universal). Sin embargo, cada una de esas almas se verá inducida irremediablemente a aparecer instantáneamente en el lugar evolutivo que le corresponda para formar parte de la imparable construcción y evolución del Orden Universal.
Por consiguiente, si el alma de un ser humano ha vivido una vida llena de maldades o de negatividades, su alma inmortal le inducirá a volver a nacer, inducido por la justicia de la nada, en el ser humano que le correspondiese, como ser humano que es, seguramente nacería en un lugar negativo y lleno de maldades, tal vez en los lugares en donde más miseria exista. Sin embargo, si el comportamiento de una persona es más o menos justo; después de muerto, la evolución de su alma inducida por la justicia de la nada le induciría a nacer en el lugar más o menos justo que le correspondiese. Esa es la justicia de la nada a la que me refería, de la que nada ni nadie se puede escapar; la que induce a que todo evolucione conforme a esa justicia. Esa justicia de la nada es como si fuese un Dios, induce inevitablemente a que el alma del ser humano injusto se reforme naciendo en los lugares injustos que se merece.
El túnel del tiempo
Se me ha ocurrido que se podría construir una máquina del tiempo que nos pudiese transportar al futuro para quedarnos allí, pues una vez allí ya no se podría volver al pasado. Esto sería muy apropiado para personas enfermas crónicas, que quisiesen viajar al futuro para poder ser curadas allí; incluso se podrían enviar a ancianos que deseasen dejar de serlos, pues puede ser que en el futuro existan medios para retrasar la vejez.
Teniendo en cuenta que el tiempo, el espacio, el dinamismo, la evolución y la existencia son la misma cosa; si algunas de ellas varía variarían las demás. Entonces cualquier planeta de nuestro Sistema Solar incluido la Tierra, que como ya se sabe cada astro tiene diferentes velocidades de rotaciones propias, ya sea con velocidades más lenta o más rápida. Al variar sus rotaciones variarían sus gravedades respectivas, sus dinamismos, lo cual influirían en sus tiempos, sus espacios y en sus evoluciones particulares. Es decir, los seres vivientes y materiales que estuviesen en cualquier otro planeta que no fuese la Tierra, envejecerían o rejuvenecerían más o menos rápido que los seres vivientes y materiales de nuestro planeta, según sea la velocidad de rotación de dichos planetas, más rápida o más lenta con respecto a nuestro planeta; ya que eso influiría en la gravedad, dependiendo también de si las inducciones del Sol o de cualquier otro planeta o satélite cercano pudiesen influir también, poco o mucho, en la rotación o en la gravedad de dichos planetas o del nuestro.
Es una teoría más, sin comprobar, no estoy seguro si funcionaría; y si funcionase, tampoco estoy seguro de si a mayor o menor velocidad de rotación de un planeta, se envejecería o se rejuvenecería más o menos, y si no es así, seguro que algo sí que influiría. Supongo que a menor rotación el envejecimiento sería más lento.
Tal vez, se podría construir una máquina del tiempo que fuese esférica y que pudiese rotar sobre sí misma, la cual se podría instalar en un recinto hermético, suficientemente aislado inductivamente del exterior; y con la posibilidad de que su rotación, por ejemplo mediante motores, pudiese ser autónoma. De manera, que esa rotación pudiese ser también controlada exterior e interiormente, y ser lo suficientemente autosuficiente y potente como para poder funcionar a la velocidad que se desease ininterrumpidamente durante años; y así poder provocar su propia gravedad, y así también, poder evitar la inducción de rotación inducida por nuestro planeta.
Supongo que la rotación más adecuada de esa esfera debería ser lenta, porque creo que una rotación muy rápida podría envejecer en vez de rejuvenecer con respecto a la rotación de nuestro planeta. De manera que colocando a una persona ahí, en ese recinto hermético, en esa gravedad propia, aislada de la inducción terrestre, lo que para esa persona podría por ejemplo ser el transcurrir de un día para los que estamos inducidos por la rotación de nuestro planeta podría ser el transcurrir de por ejemplo un año. Así, tal vez, se podría enviar al futuro a personas enfermas que no tuviesen cura, para que en ese futuro con mejores medios las pudiesen sanar.
El frío y el calor
A medida que se iba construyendo el Universo, se duplicarían cada vez más esas contrariedades o esencias de la existencia, porque cada vez existirían más esencias o duplicaciones que se pudiesen duplicar. Con lo cual, al atraerse esas duplicaciones entre sí por ser existencias, formarían una masa compacta cada vez más grande llamada Universo.
El calor sería la acumulación más o menos grande de existencia, o de esas duplicaciones o esencias de la existencia que se atraen entre sí. A mayor acumulación, más atracción, por lo tanto mayor energía calorífica. A menor acumulación, menos compacta sería la existencia, menos atracción tendría, por lo tanto, menor energía calorífica poseería, mayor frío existiría. Como prueba de elevado calor, o de elevada acumulación de existencia, ahí están las estrellas.
Lo absoluto es una imposibilidad
No se puede comprimir nada de la misma clase hasta su más absoluta compresión. Eso, quizás pueda ser una prueba de que lo absoluto es una imposibilidad, ya que comprimir algo hasta su máxima absolutidad provocaría una gran contrariedad de ese algo. Llegaría un momento que esa compresión, ya sea de agua, aire, materia, energía o algo puro, llevada hasta la compresión más absoluta, provocaría una contrariedad capaz de producir una fuerte explosión. Eso demostraría que lo absoluto es una imposibilidad. Una compresión ininterrumpida hacia su grado máximo, hacia su absolutidad total, crearía la imposibilidad de continuar comprimiéndose. Si la absolutidad es una imposibilidad, también lo sería la absolutidad de la existencia y de la propia nada, aunque fuesen absolutidades subjetivas.
Multidimensiones
La forma de crecer el Universo mediante las constantes duplicaciones de las contrariedades de la nada que originaron la existencia, es una forma multidimensional de multiplicarse la existencia en más existencia.
La manera de reproducirse la existencia mediante las duplicaciones de esas ínfimas contrariedades de la nada, es multidimensional. Eso permite que la existencia crezca y evolucione interior, exteriormente, o sea de forma multidimensional. Eso permite, que la evolución de la existencia sea lo más ordenada y justa posible, que no existan barreras evolutivas y que cada alma sea conducida instantáneamente al lugar que le corresponda. Un alma material o energética podría aparecer de nuevo formando, por ejemplo, parte de la construcción de una nueva estrella si sus evoluciones así lo determinasen. Un alma humana viviente podría ser conducida nuevamente al nacimiento de un nuevo ser humano, el que evolutivamente le correspondiese según el estado evolutivo de su conciencia.
Al ser todas las almas indestructibles, porque son contrariedades subjetivas de la nada, más o menos evolucionadas; la propia evolución de la existencia las distribuiría jerárquica evolutivamente en el lugar que les correspondiesen para seguir construyendo con orden un Universo cada vez más enorme.
Esta forma de crear existencia, desde lo pequeño atómico hacia todas partes, y desde todas partes hacia todos los lugares; desde el interior hacia el exterior y desde el exterior hacia el interior, duplicándose cada contrariedad en otra contrariedad, y así indefinidamente; es una forma de crear existencia multidimensional.
Autor:
Salvador Sánchez Melgar
Registro de propiedad: B-4191-10
Este artículo forma parte de uno de los tres artículos publicado como libro, titulado "las leyes de la nada y otras teorías". Publicado gratuitamente en Bubok, así que pueden descargarlo gratuitamente.
http://www.ideasnuevasweb. wordpress.com
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |