Resumen:
Este es un trabajo donde se exponen de forma clara tanto el porqué deberíamos estar concientes de la naturaleza de los que somos hijos de Dios, así como de qué manera nos debemos conducir en diversas situaciones. Todas las notas y reflexiones están basadas en la Biblia.
Amados hermanos, esta vez el estudio bíblico se va a centrar en conocer parte de nuestra identidad en Cristo, y cómo nos debemos comportar como sus hijos legítimos. Este estudio es el primero que hago de este tema, y al menos escribiré otro para afianzar el conocimiento de quiénes somos realmente como hijos(as) de Dios. No dejes de leer los estudios de: Cuerpo, alma y espíritu, El Nuevo Nacimiento y El Nuevo Pacto, si es que no los has leído, para que te actualices y entiendas mejor este estudio, además de que tengas la oportunidad de convertirte en un(a) verdadero(a) hijo(a) de Dios.
Es muy importante saber todo esto porque nos evitaremos paradigmas mentales que nos ofusquen e incluso que nos frustren nuestro parecer de Dios. Una de las cosas que tenemos que tener en mente, es que Dios nos ama, y nos ama al punto tal que se entregó asimismo, bajo la figura de Jesús, para librarnos del pecado. Tenemos que saber que nosotros valemos la Sangre de Cristo para Dios. Esto es algo a considerar.
No quiero empezar con el análisis sin antes decir que todos estos postulados que a continuación se verán, aplican únicamente a hijos de Dios, o sea, a aquellas personas que han hecho la oración de entrega u oración de fe, como se quiera llamar, que se colocó al final de la clase de "El Nuevo Nacimiento" o una oración similar; no tiene que ser esa oración específicamente, una similar basta, siempre que cumpla con algunos puntos, entre los cuales destacan: Pedir perdón por nuestros pecados, reconocer que Jesucristo es nuestro Señor y Salvador, darle gracias por la obra que hizo en la cruz e invitar a Jesucristo a vivir en nuestro corazón para siempre. Si hacemos una oración que incluya estos puntos como fundamentales y sobretodo, si la hacemos de corazón, con fe, creyendo, entonces seremos hijos legítimos de Dios, porque Él nos adoptó como hijos. Ahora queda adoptarle a Él como Padre.
Normalmente cuando nos hacemos hijos de Dios, tenemos muchas fortalezas mentales y una de ellos es el modelo que seguimos para tratar a Dios o para pensar en cómo Él nos puede tratar; ese es el modelo que implantaron en nuestras cabezas nuestros padres con la manera en que ellos nos trataron. Entonces muchas veces creemos que Dios es castigador porque nuestro papá fue castigador y nos trató duramente; o creemos que Dios es implacable porque nuestros padres fueron implacables con nosotros. Pero esto en realidad no es así. Dios es un Dios de amor, de perdón, de misericordia, tardo para la ira, paciente. Nuestro Papá celestial es PERFECTO.
LOS HIJOS DE DIOS
Isaías 64
"Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos? Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades. Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros".
La gran mayoría de las personas creen que son hijos(as) de Dios simplemente por el hecho de nacer, y este es un engaño generalizado, así como también el hecho de pensar que alguna persona es realmente justa o que uno mismo tiene un sentido de la justicia bastante bueno. Muchos dicen: "Vamos a decirle a tal persona lo que pasó que seguramente nos aconsejará bien ya que es muy equilibrado, muy justo". Nosotros siempre hemos conocido personas que tienen un alto sentido de la justicia, pero la Biblia estipula que realmente no hay ningún justo (Eclesiastés 7:20 y Romanos 3:10-11) porque simplemente Dios llama justo a aquel que ha sido justificado por Él, o sea, a un hijo(a) de Dios.
El hecho de ser justificados, es decir, que Dios es quien nos justifica, significa que Él es el que me hace JUSTO; no que yo sea justo por mí mismo, sino que es Dios mismo quien me hace justo al justificarme. ¿Y por qué me justifica? Simplemente por haber creído en Jesucristo como mi Señor y Salvador. Tan simple como eso. Tenemos un Dios de cosas simples, no de complicaciones.
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