RESUMEN
Este ensayo muestra una idea de cómo el calendario se convierte para la humanidad en objeto de imprescindible necesidad, tal vez en la idea de medir el tiempo o regularlo, siendo de alguna u otra manera instrumento de poder en lapsos temporales de la historia.
Dios dice: «Que existan luminares en los cielos para
separar el día de la noche: servirán de signos para
marcar las estaciones, los días y los años»
(Génesis. 1:14)*
Organizar y sistematizar todas las tareas sociales ha sido para el hombre una de las preocupaciones -y tal vez obsesiones- que mas influyen en su vida. Por ello ha creado cualquier cantidad de instrumentos, objetos y dispositivos en pro del control de su tiempo. El resultado no es precisamente el controlar o regular dicho tiempo, ya que según el concepto de Mario Bunge, éste es «imperceptible: invisible, impalpable, inaudible, inodoro e insípido.» Sin Embargo el medio material mas obvio para medir el tiempo (lo que si se puede porque existe), es y ha sido la fijación de un calendario que organice esas tareas sociales.
Todos los saberes ligados a la medición del tiempo, que se han basado inicialmente en la astronomía son irrebatiblemente germen de gran poder en las sociedades; y el calendario no ha sido la excepción. Le Goff (1991) afirma que el calendario siendo objeto científico y a la vez cultural, esta ligado a creencias –y a observaciones astronómicas- pero absolutamente se distingue por ser un objeto religioso, igualmente en tanto a la organización del «cuadro temporal» lo que tiene que ver con la vida publica y cotidiana, es el calendario, un objeto social. (…) ..".El calendario es uno de los grandes emblemas e instrumentos de poder…"
La pretensión de este escrito es el respaldar la tesis formulada por Le Goff, a través de las construcciones de distintos teóricos que inquieren sobre las formas y utilidades del calendario en la vida del hombre; mostrando un poco desde lo histórico y espacial lo que el calendario ha hecho en sus distintas formas para revelarse tal y como es hoy. Sólo hablaremos de los calendarios –que a nostro modo- y según las lecturas hechas, han sido permeados por el accionar ávido de poder del hombre a favor de sus conveniencias e intereses.
Primeramente, el calendario es un sistema de medida del tiempo, que para organizar las necesidades de la vida civil fue establecido por la sociedad, con la división por conveniencia del tiempo en algunos intervalos como son los días, los meses y los años, estas divisiones están basadas fundamentalmente en los movimientos de la esfera terrestre y su consecuencia: las "apariciones" regulares del sol y la luna.
La palabra calendario, tiene su origen en el nombre calendas, que para los romanos se designaba al primer día del mes. El calendario griego no poseía calendas;
"por esto, remitir algo a las calendas griegas equivale a demorarlo indefinidamente"
Desde la antigüedad, el ser humano cayó en la cuenta de que los lapsos de luz y de oscuridad poseían diferente duración según las estaciones del año, no obstante, la sumatoria de dos lapsos consecutivos de luz y oscuridad tenía como resultado una constante (La que actualmente no lo es debido a los fenómenos astronómicos). De esta forma nació la división de tiempo esencial en todos los calendarios: el día, el cual es interpretado como la agrupación de un intervalo de oscuridad y otro de luz seguidos.
La observación astronómica, en la que los primeros pueblos de vocación agrícola eran maestros, poseyó relevante importancia, y esto lo demuestran las reliquias megalíticas supervivientes de esos pueblos, ejemplo de ello las de Stonehenge en Inglaterra, las pirámides egipcias, mayas, aztecas o el Intihuatana inca de Machu Pichu.
Aquilino Morcillo asevera que la primera referencia literaria al día, noche, mes y año, proviene del poema Gilgamesh, escrito en caracteres cuneiformes y que narra las míticas aventuras de este príncipe de la ciudad sumeria de Uruk, que vivió sobre el año 2750 a. de C. Posteriormente, en la Biblia hay además referencias a la semana y a la hora, y es sabido que los babilonios ya dividían el arco en grados y minutos.
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