- Acerca de la ambigüedad filosófica
- La Filosofía como orientación
- La racionalidad filosófica: motivación por el pensamiento y la acción
- La Filosofía como creadora de pensamiento
- Nota bibliográfica
Brainwash education to make us the fools. Hate is your reward for our love.
Bob Marley
(Crazy baldhead).
Acerca de la ambigüedad filosófica
En este pequeño ensayo voy a exponer la función que tiene la Filosofía en nuestro pensamiento, pero especialmente, la función que ella tiene como terapia y como orientadora de vida, es decir, la Filosofía como acción de pensamiento.
Se cree a menudo, y en esto han tenido buena culpa muchos filósofos y profesores de Filosofía, que la Filosofía es una disciplina muy elevada para el pensamiento corriente, y por otro lado, que la Filosofía consiste en la contemplación de las ideas, es decir, buscar el saber por el saber, una especie de éxtasis solipsista sapiencial. También existe un prejuicio bastante arraigado en la cabeza de algunos practicantes filosóficos y de otras esferas del saber: la profundidad de pensamiento es ambigüedad en la escritura. O dicho de otra forma más directa: la ambigüedad en la escritura reflejaría la profundidad en el pensamiento de un filósofo o de un intelectual. Aquí es oportuno recordar a Azorín, quien afirmaba que cuando el estilo es oscuro, hay motivos para creer que el entendimiento no es neto.
Puede que se trate de cierto estilo, o puede que no. Lo cierto es que históricamente Heráclito y posteriormente Hegel adoptaron esa ambigüedad en la escritura como forma de expresión filosófica. Parece más bien que la ambigüedad en la escritura refleja una incapacidad de poner por escrito nuestros pensamientos de una forma clara y sencilla. Es decir, la ambigüedad escrita es poca claridad de pensamiento. De lo anterior no se sigue, por su puesto, que Heráclito y Hegel fueran incautos de pensamiento, sino sus falsos imitadores. Pensar bien es hablar y escribir con claridad. Pero más allá de esto, pues no todos anhelamos escribir, pensar bien es actuar bien, donde actuar bien quiere decir actuar inteligentemente.
Es bien sabido que para los eruditos de la Filosofía escribir de la forma como aquí voy a escribir es casi un insulto a la Sagrada Filosofía. Esto por cuanto se considera que la Filosofía es profundidad de pensamiento, profundidad en la escritura. Esto es cierto. Sin embargo, esta filosofía es para académicos, no para el profano o la profana de la calle que poco saben sobre filosofía. La Filosofía nació como una especulación profunda que tomó distancia del mito para anclarse en el mundo del logos y explicar la realidad que nos envolvía en un torbellino de ignorancia por no tener una clara explicación de sus fenómenos. La Filosofía nació como orientadora de vida y es necesario que vuelva a tomar el lugar que le corresponde. Sobre todo en este mundo polifónico que nos toca vivir caracterizado por el tedio reflexivo producto de una tecno-industria pragmatista y profusamente comercial.
Por supuesto, la Filosofía es profundidad de pensamiento, y ella tiene que desenmascarar desde sus diversas especialidades aquello que desde Parménides y Platón se conoció como doxa y episteme (mera opinión corriente y conocimiento fundado). En este sentido, es tarea de la Filosofía evidenciar por medio del análisis epistemológico la falacia de algunos saberes que pretenden pasar por incuestionables; el análisis ético de aquellas ciencias que aún hoy se creen neutrales ante la sociedad, ante la vida humana y ante todas las demás formas de vida; el análisis estético de aquello que se dice arte, pero es la decadencia de la creatividad artística; al igual que el análisis gnoseológico, lógico, ontológico, metafísico, teodiceico, entre otras tantas especialidades de la Filosofía y que tiene como fin dilucidar una realidad fragmentaria en una unidad de sentido.
Pues bien, lo que a continuación voy a exponer es tan sólo una idea de lo que es la Filosofía al servicio del pensamiento y de la acción; es decir, la relación que tiene el pensamiento nuestro con nuestra acciones cotidianas, y en consecuencia, cómo una filosofía práctica nos puede orientar en la vida cotidiana. Esto es, la Filosofía como terapia y como orientadora de vida. Se trata de una pequeña invitación a pensar y actuar filosóficamente. Esto se opone a la noción tradicional de una saber por el saber, de una sabiduría solipsista. Aquí, por el contrario, vamos a considerar toda la riqueza intelectiva que tiene la disciplina filosófica, y mejor aún, lo que provoca en nosotros esta dimensión del pensamiento, no ya para saber por saber, sino en saber para actuar. La Filosofía abandona ese imaginario del sabio contemplando su propia sabiduría, para orientarse activamente en la vida a partir de ese saber filosófico. Seguirá siendo solipsista en la medida que es un sujeto que la experimenta, pero un sujeto que interactúa con la realidad externa, que interactúa con el medio que lo envuelve quiéralo o no.
Página siguiente |