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En la búsqueda de Dios: Contemplando el Infinito Vacío? Contemplando Nuestros Cerebros?

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

    ¿Existe Dios? ¿Por qué existe? ¿Quién lo creó? ¿Por qué Él creó el universo? Y ¿Por qué nos creó a nosotros?

    Muchas preguntas, muchos dilemas… que hemos confrontado por tiempos inmemorables sin haberles encontrado solución.

    Esta lección es para meditar y dialogar con el lector acerca de ello.

    Para hacernos la pregunta de por qué formamos parte del mundo y del universo, tenemos que haber admitido que la pregunta misma asume, de manera indirecta, la existencia de un Dios, como posibilidad.

    Detalle de La Creación del Hombre por Miguel Ángel.

    En el siglo II, Diogneto en su epístola famosa, nos informa que el Verbo ama la raza humana. Las tradiciones cristianas posteriores, añadieron a sus ideas, que el propósito de la Creación fue el de manifestar la gloria divina, y no para el beneficio de la humanidad. A pesar de ello, en el libro de Génesis, los seis días de la creación culminan en la formación de los animales y del hombre. Pero, de todos, fue sólo el hombre quien fuera hecho a la imagen de Dios. Entonces, si no somos parte de la razón principal para la creación, ¿por qué la posición bíblica judía y cristiana mantiene que, creando el mundo, Dios tenía en su mente la raza humana? "De veras", San Pablo le comunica a los efesios, que ellos "fueron escogidos por Dios para ser sus hijos desde antes del comienzo de los tiempos y de la creación del mundo".

    Por otra parte, a nosotros nos han enseñado que la ciencia entiende al ser humano y su lugar en el mundo de manera muy distinta. En la filosofía de la ciencia, como los laicistas la instruyen, la raza humana no es central al propósito del universo, por la simple razón de que el universo no tiene ningún propósito. Este punto de vista se describe en un pasaje famoso del best seller de Steven Weinberg, The First Three Minutes.

    Para nosotros es casi irresistible creer que nosotros tenemos una relación especial con el universo, que la vida nuestra no es un resultado incoherente de una concatenación de accidentes… sino que de alguna manera desconocida, fuéramos concebidos desde el principio… Porque es muy difícil para nosotros admitir que toda la tierra no es más que una porción diminuta de un infinito que es abrumadoramente inmenso y hostil… y que, además, mientras más el universo nos aparece comprensible, más nos parece escurridizamente irracional.

    El punto de vista de Weinberg, similar al de muchos científicos, es que el progreso que la ciencia, hasta ahora ha hecho, sólo logra explicar que el universo aparezca como algo sin sentido y que la raza humana, como parte del mismo, no es más que un derivado accidental de fuerzas materialistas ciegas.

    La absurdez del cosmos y su indiferencia hacia los seres humanos es el tema que comparten, en lo que escriben, muchos de los pensadores modernos que consideran nuestra especie como una mera ramificación del impersonal y vetusto árbol de la vida.

    Esencialmente, la perspectiva adoptada por la ciencia tiende a marginar al ser humano. Sólo hay que contemplar la inmensidad del cosmos contrastada con nuestra insignificancia. Pero, aun así, la vastedad del universo y nuestra finitud no llegan a un arreglo con la cuestión que nos inquieta: ¿Es la raza humana un accidente, o nosotros estábamos supuestos a formar parte del universo empotrados en éste desde el principio?

    Desde que se publicaran los trabajos del astrofísico australiano, Brandon Carter, en el 1970, se ha reparado en que muchas de las características de las leyes de la Naturaleza, parecen estar dispuestas, y afinadas, para hacer posible que la vida aparezca, incluyendo la vida de seres inteligentes como nosotros somos. Por lo menos, en vista de lo dicho, las coincidencias antrópicas — mencionadas en uno de mis artículos — parecerían soportar la idea de que como especie, estaríamos encajados en los "propósitos" del universo, desde el principio.

    Para lo que sería necesaria la existencia de "un plan inteligente".

    Súper nova

    Aun algunos ateos y agnósticos han sido testigos de la evidencia impresionante de este plan inteligente. Por supuesto, que, a pesar de ello, muchos avanzan sus propias teorías opuestas, en defensa de alguna causalidad estocástica, movida al azar.

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