Las bases estructurales de las expectativas [1]
Las frases transcritas arriba expresan, fidedignamente, no sólo el consenso de las fuentes que se consultan sobre las expectativas del mercado petrolero, sino también la preocupación generalizada ante la posibilidad de que, en el corto plazo, se pueda producir una corrección en una tendencia alcista no fundamentada en la realidad actual del balance demanda – oferta. Pero también es muy clara la percepción generalizada de que en el mediano plazo los precios alcanzarán cimas inusitadas.
El acelerado incremento de los precios del petróleo que se produjo partir del 2000 y que los llevó a superar, a mediados de 2008, el máximo precio real histórico de 1980, se fundamentó inicialmente en el estrecho balance entre oferta y demanda y las expectativas negativas de la evolución de ese equilibrio, que fueron, a su vez, las consecuencias de dos décadas de bajísimos precios reales, desinversión neta y estancamiento de la incorporación de nuevas reservas probadas de petróleo a nivel global. Posteriormente, esa tendencia recibió un impulso desbocado por la especulación que la colocó en la cumbre señalada.
Esa evolución puso en boga, también, las viejas predicciones sobre el inicio de la etapa de declinación irreversible de los recursos petroleros mundiales. El llamado "Peak Oil", el pico de la curva parabólica que describe la vida de las reservas petroleras a partir del cual se iniciará la rama descendente de la existencia de los hidrocarburos, fue teorizado en los años 50 por el geólogo estadounidense Marion King Hubbert, y se ha convertido en un tema de múltiples interpretaciones y discusiones permanentes en los diversos centros de análisis e intereses económicos, energéticos, petroleros y sobre todo, geopolíticos.
La predicción de Hubbert para los 48 Estados contiguos de los Estados Unidos se comenzó a cumplir, certeramente, a partir de 1971. Recientemente, varias áreas productoras han comenzado a dar las muestras definitivas de su agotamiento: México, Mar del Norte, Indonesia, la Cuenca Occidental venezolana, etc.
Sin embargo, los adelantos tecnológicos han permitido hacer más eficiente el drenaje de los yacimientos convencionales y extender su vida productiva por la vía de aumentar el porcentaje de recobro del crudo depositado en ellos. Igualmente, esos adelantos han permitido la incorporación de crudos hasta ahora considerados "marginales" para suplir el agotamiento de los "convencionales". Pero todo ello sólo es posible en condiciones de precios que soporten los mayores costos que esa incorporación "marginal" comporta.
El gráfico que sigue es precisamente una expresión de las discusiones sobre cuan cerca o cuan lejos está el "pico" o como sostienen algunos, "la meseta ondulada" que corona el nivel a partir del cual se iniciará el agotamiento definitivo.
Como puede observarse, existe una brecha de 40 años, entre 2010 y 2050 entre las predicciones de los pesimistas y los optimistas para el inicio de la rama descendente. Pero ya desde finales de los años 90 del siglo pasado comienzan a aparecer en el mercado y, por ende en los planes de inversión de las compañías petroleras, los crudos no convencionales, "marginales" como complementos del suministro que requiere el mercado global. Esos crudos se encontraban al margen precisamente porque los costos que implican convertirlos en el crudo liviano y dulce, fungible, según los requerimientos del mercado, sólo podrían soportarse con una estructura de precios distinta a la vigente en las décadas anteriores.
Por tanto, su entrada al mercado no es consecuencia de los altos precios que comenzaron a regir en este siglo, sino todo lo contrario: esos precios son necesarios para estimular a una oferta desfalleciente, que en un principio fue incapaz de responder a los requerimientos de una demanda alimentada por nuevos y masivos protagonistas como China e India. Este, en definitiva, es el basamento estructural de la nueva realidad de precios que emergió violentamente a partir de 2000.
Independientemente de que la volatilidad y saltos inusitados recientes de los precios tenga un alto componente de especulación y "primas de miedo", que conducen a la formación de "burbujas" que explotan y producen auténticos deslaves en los precios, como lo sucedido a partir de agosto de 2008, el fundamento estructural es el que sostendrá un "piso" para esas cotizaciones, sustancialmente superiores a los vigentes en las décadas anteriores, como se puede ver en el cuadro de precios spot que se inserta.
Por ello puede afirmarse que, en general, la era de los precios del petróleo alineados en la cercanía de los niveles máximos históricos reales, llegó para quedarse, debido a que el mercado internacional necesita que el crudo reciba cotizaciones reales elevadas que permitan estimular el financiamiento de las inversiones que se requieren para extraer crudos más costosos, de localizaciones profundas o extremas, y mejorar los crudos pesados y extra-pesados que dominarán la oferta mundial durante los próximos años.
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