A quienes regocijan su sensibilidad con el encantamiento de los colores, se les hace casi imposible imaginar una vida sin el deleite que estos proporcionan. ¿Cómo sería un mundo donde todo fuera blanco y negro y gris? Pintores, escultores, escritores, han sido y son líderes en dar colorido, en traducir por medio de éste la carga expresiva con o sin palabras; la realidad a veces imaginada, a veces tangible para concentrar toda una idea hasta hacerla suya, nuestra, convencidos y dotados siempre de la sensibilidad humana.
Lo cierto es que son innumerables los seguidores de la vida y el amor plasmados a través de la pluma, el pincel, la herramienta que han convertido ese sueño en realidad. Así mismo se muestra José Martí, a quien se le ha otorgado un espacio para incursionar en la variedad de los tonos.
Propicio fue su andar y su fuerza expresiva nos inclina a reflexionar que su sensatez no le resultó ajena al traducir el poder del color, incluso demostró, con gracia sutil, lo agradable que resulta el cromatismo a los hombres de esta tierra.
Centremos la atención en el trabajo realizado por nuestro Héroe Nacional en la poesía, donde determinados valores cromáticos conforman una gama de erotismo y sensibilidad concebida desde y hacia la mujer.
Blanco, rojo, violeta, son los colores más empleados; denotan y connotan pasión, amor; acompañados en muchos casos por sinónimos que concluyen en el mismo efecto erótico. Tal es el caso del poema número IX, conocido como La niña de Guatemala, donde se expone de principio a fin una delicadeza a ultranza.
Eran de lirios los ramos
Y las orlas de reseda
Y de jazmín: la enterramos
En una caja de seda [1]
Lirios, jazmín y seda son sinónimos que significan pureza, exquisitez, gracia y, sobre todo, evocan el blanco como símbolo, color que completa la idea de la virginidad. Se nos ofrece además una forma refinada de expresar la muerte: caja de seda, se entró de tarde en el río, bóveda helada, mano afilada Sin aludir directamente un color determinado la imagen poética descansa en las asociaciones indirectas, e incluso inconscientes, que se establecen sobre la apariencia de la seda, la atmósfera de la tarde, la blancura del hielo y el sugerente empleo de tiempos verbales que denotan retrospección y prospección en situaciones puntuales.
Los siguientes versos aluden un pasado distante enmarcados en las estrofas 1, 2, 4 y 6.
Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor:
El volvió, volvió casado
Ella se murió de amor. [2]
Los cuatro siguientes versos apuntan a un tiempo pasado reciente, técnica saludable mostrada en las estrofas números 3, 7, 8 y 9.
Iban cargándola en andas
Obispos y embajadores:
Detrás iba el pueblo en tandas,
Todo cargado de flores. [3]
A la pureza y la virginidad se unen otros matices que conducen a momentos más atrevidos, donde la connotación erótica se hace tangible.
Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor: [4]
Estamos frente a la manera más sensible de exponer una atracción física o, dicho de otra forma, a la manifestación de un deseo (¿carnal?) teniendo como disculpa la entrega de una almohadilla que debió ser guardada con mucho recelo. Este obsequio nos indica el despertar de un amor puro e ingenuo.
Encontramos aún en La niña de Guatemala verdaderos aires eróticos, donde el autor enternece su respiración hacia la mujer. Según dijera el Maestro, la mujer como género constituye "el único retoño de aquella cristiandad, el único asomo de aquella levadura de pureza, que será dentro de poco indispensable para sujetar a esta nueva Roma"[5]. Y es precisamente en este criterio suyo donde se conoce la verdadera inclinación y respeto a la vez por el llamado "sexo débil", y donde su fibra más sensible desborda ese efecto: el amor.
Al abordar el tema de la pasión hacia lo femenino, Martí resalta el rojo, color que prefiere para representar este sentimiento humano y también como símbolo de intimidad. Puede manejarlo de forma directa: cuando el color se presenta tal cual es; o sugerida: cuando aparece en objetos, elementos naturales y minerales que lo contienen. Como pasión también es loable señalar que este rasgo es representado con exactitud al incorporar partes pertenecientes al cuerpo humano: la frente, que infiere sentimiento puro e inmenso fusionado con ese beso sin medida alguna.
Como bronce candente
Al beso de despedida
Era su frente, ¡la frente
Que más he amado en mi vida! [6]
De igual manera sucede con otro exquisito poema intitulado Una virgen espléndida, donde sus versos acuden con insistencia al color para transmitir un erotismo que en este caso resulta más intenso:
Versos me pide, versos de mujeres
Arrullos de paloma,
Murmullos de sunsunes,
Suspiros de tojosas.
Yo podré, en noche ardiente,
Trovando amor al pie de su ventana,
En tal aura envolverla,
Con tal fuego besarla
Que al nuevo amanecer, nadie vería
En su cutis la flor que lo teñía.
¡Calla, mi amigo amor! Que nadie sepa
Que yo llevo en los labios, la flor roja
Y el candor y la flor, y el frágil vaso
Mío es todo, puesto que ella es mía. [7]
Es evidente la maestría desplegada por Martí, la sensualidad que alcanza su expresión en este texto. La pérdida de la virginidad es muestra de entrega total al hombre amado. La pasión ha sido escrita en una imagen bien elaborada, donde el color apoya con un elevado nivel de lirismo la vehemencia de los sentimientos.
Noche ardiente, aura, fuego, amanecer, flor roja son elementos que confluyen en una semejanza basada en los tonos rojizos, naranjas, amarillos, determinando pues, el simbolismo que reviste, en este caso este color para enfatizar la ya mencionada pasión. Se logra, de este modo, un sutil énfasis sobre la calidez de una atmósfera que lo requiere desde el punto de vista literario y lo exige desde el afectivo logrado más allá del deseo, poseyendo además la entrega de la virgen espléndida cuando se concluye en esta estrofa el conocimiento del disfrute.
Revelador de sensaciones eróticas más agudas es el poema número XLIII, conocido como Mucho, señora, daría, en el que, con mucho mayor desenfado, el poeta requiere los favores de una dama. Cabellera, gualda, espalda, fuego, cuello desnudo, son semas que conducen a una imagen que recrea las tensiones del deseo, la ansiedad y la posesión. Asimismo, se combinan diferentes modos verbales (indicativo: abraza, acaricia y provoca; y subjuntivo: daría, tendería, besaría, esparciera, abriera) que apoyan esta intención
En otro verso establece la siguiente comparación:
La oreja es obra divina
De porcelana de China. [8]
Estamos ante una imagen refinada, de cierto sabor exótico, donde se maneja la sensualidad inherente a la oreja como zona erógena del cuerpo humano y se sugiere al mismo tiempo la inclinación por el goce carnal. El símil con la porcelana añade la connotación de pureza, más cercana al universo espiritual para reafirmar la delicadeza, la elegancia y la finura con que se presenta la amada.
Martí con clara vehemencia hace gala de su forma, su carisma y su bien para con la mujer, demostrándonos una vez más el trato desmedido que se debe tener ante ella. Lejos de rechazarla, se permite licencias amén de la utilización del eros y de los giros literarios en abundancia con el fin de patentizar y hacer suyo el ideal de amor y caballerosidad.
Razón tenía el poeta al decir "La poesía ha de tener la raíz en la tierra y base de hecho real"[9]. ¡Y cuánto de verdadero se refleja en sus obras! Para él lo que se busca está allí, en la propia tierra, donde plasma la sencillez y la búsqueda de lo esencial y verdadero de las cosas. Y lo buscado está en la mujer, donde confluye todo lo natural y verídico de esas cosas.
Nos hemos asomado a una pequeña parte de la obra poética martiana. En general, más allá de la poesía, sus escritos muestran la sagacidad y la clara intuición con que utilizó el color a favor de construir imágenes literarias contundentes. Renovador, íntimo, sutil, desmedido, así se muestra Martí.
Bibliografía
1. López Lemus, Virgilio: Doscientos años de poesía cubana. La habana, Editorial Letras Cubanas, 2001
2. Martí, José: Obras Completas. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1975, en XXVII tomos.
3. _________. Poesía de amor. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2001.
A ti, Maestro, gracias.
Autor:
Lohema Céspedes Ginarte
Estudios cursados: Licenciatura en Letras por la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba.
Centro de trabajo: Universidad de Granma, Cuba
Profesión: Profesora de Cultura Latinoamericana y del Caribe
Profesora de Cultura Cubana.
Categoría: Asistente
Edad: 35 años
[1] Jos? Mart?: Poes?a de amor. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, p.49
[2] ?dem
[3] ?dem
[4] ?dem
[5] Jos? Mart?: ?Correspondencia particular de El Partido Liberal?, en Obras Completas, t. XII, pp. 151-163.
[6] Jos? Mart?: Poes?a de amor. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, p.49
[7] ib?dem, p. 121-122
[8] Ib?dem, p- 59
[9] Jos? Mart?: Obras completas, t V, p. 191.