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El Mito del Caudillo

Enviado por Felix Larocca


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    1. En resumen
    2. Bibliografía

    ¿Es factible la existencia de sociedades humanas sin que haya la disparidad de unos siendo gobernantes y otros siendo gobernados? Los fundadores de la Ciencia Política, no creen que esto fuera posible. El filósofo Thomas Hobbes (1588-1679) lo expresó de esta manera: "Yo afirmo que existe una inclinación general característica de la humanidad, que consiste en el deseo constante e impaciente de adquirir poder y más poder, que sólo cesa con la muerte".

    Debido a esa ansia ingénita por el poder, Hobbes concluyó que la vida — antes o después de la constitución del estado — era "una guerra del hombre contra el hombre — solitaria, pobre, amarga, brutal y breve". Hobbes, resucitó en su obra ficcional, la leyenda bíblica del monstruo Leviatán, a quien, para sus fines, representara como rey despótico y carente de responsabilidad hacia otros mortales. Monarca, que en la manera de Hobbes pensar, sería necesario para mantener la regla de la ley y del orden entre sus facciosos compatriotas.

    Ridi pagliacci…

    Los sistemas modernos de gobiernos democráticos prescinden, en su mayoría, de los Leviatán hereditarios, pero lo que éstos no han podido hacer es eliminar las desigualdades contrastadas de riquezas e iniquidades, hechas posibles por un sistema complejo y eminentemente incapaz de administrar equitativamente la justicia criminal. Sin embargo, con más de 35,000 años antepuestos de historia y de vida sin reyes, reinas, primer ministros, presidentes, parlamentos, gobernadores, síndicos municipales, alguaciles, jueces, procurador generales, abogados, generales, almirantes, cárceles e instituciones penales… ¿Cómo se las arreglarían nuestros antepasados, habitantes del pleistoceno, sin la existencia de estos titulares para nosotros ubicuos?

    La estructura de existentes poblaciones pequeñas nos suministra algunas respuestas. Con unas 50 personas por banda, ó de 150 personas por villa, todo el mundo conocía y conoce íntimamente a todos los demás. Los habitantes de estas comunidades viven con la expectación de que lo que ellos con todos comparten les será por todos reciprocado. El intercambio bilateral siendo el banco de los pobres — es un regalo de la Naturaleza al ser humano, asegurándose de que algunos entre nosotros estarían imbuidos con un sentimiento de probidad innata.

    Los seres que aún viven en las escasas sociedades primitivas que todavía existen, consideran este tipo de generosidad mutua un hecho natural, y no algo que se debe de apreciar como extraordinario. Nadie puede, en esas comunidades, por el rito simple de la munificencia, ser considerado noble ya que ésta es una calle de dos vías.

    La igualdad resulta como elemento del comportamiento esencial humano que, siendo tan arraigado, sería inalienable e incorruptible.

    Eso era entonces…

    Pero, ¿qué sucede si un espíritu hiperactivo, turbado y egoísta — como aquí hemos visto — decide decir a los habitantes del paleolítico lo siguiente?:

    "Esperen, de ahora en adelante, esta tierra y todo lo que en ella está son mi propiedad exclusiva. Yo les permitiré a todos el uso de la misma, pero con la condición de que yo tendré la primera selección de lo que ustedes capturen, colecten, o cosechen". Siendo absurdo, en ese entonces, los demás lo ignorarían (creyendo que este hombre había enloquecido), apartándose de él, moviéndose a una distancia de unos kilómetros, desde donde resumirían su modo igualitario de vida.

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