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Violencia contra las mujeres. El caso Anzaldo (página 3)


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Quienes primero se convocaron y, a su vez convocaron a otros/as, fueron las/os profesoras/es del CEM 72. Además del hecho puntual de la denuncia y la necesidad de acompañar a la víctima, el particular clima que se generó en la institución educativa, hizo que estas/os docentes -siete en total- activaran mecanismos defensivos, fundamentalmente para intentar proteger a la víctima pero también a ellas/os mismos.

Para Silvia Rovella, la profesora que escuchó a Jorgelina, la contuvo y la animó a denunciar, el camino lógico era la organización y la lucha. Su larga trayectoria como militante social y de derechos humanos, la había hecho acreedora de una actitud coherente y experimentada que actuó como guía y orientación para el resto. También fue la que llevó sobre sus hombros todo el peso de enfrentarse al poder social, económico e institucional de Anzaldo: cartas documentos, amenazas personales y a su familia, aislamiento institucional, agresiones y, finalmente, tener que dejar la escuela en la que por más de veinticuatro años había ejercido, fueron algunas de las situaciones que tuvo que enfrentar.

En un primer momento, este grupo de docentes, a los que rápidamente se sumaron las/os integrantes de la Agrupación de Derechos Humanos de la localidad, generó una serie de acciones al interior de la institución educativa y hacia el exterior que buscaban instalar el tema de los abusos, alertar de la presencia del violador y acompañar a las víctimas que denunciaban y a sus familiares.

Tal vez, la acción más impactante fue el escrache callejero a Anzaldo llevado a cabo el viernes 31 de marzo de 2006. La ubicación de la vivienda de ginecólogo, se convirtió en el contexto estratégico de la actividad que buscaba iniciar el camino para obtener la condena social del violador e instalar el tema en la agenda de los medios periodísticos de la región. En este sentido, la actividad logró su cometido. Los dos matutinos regionales más importantes, "La Mañana de Neuquén" y diario "Río Negro", realizaron importantes coberturas informativas de lo acontecido.

La acción callejera fue seguida con gran interés por los/as habitantes de la localidad, a la curiosidad inicial de presenciar a un grupo de mujeres vestidas de negro, con máscaras y pancartas con consignas que escrachaban a Anzaldo como violador, le siguió la intriga y cierta perplejidad hacia la figura que se denunciaba. Después de todo, para una comunidad tradicional y conservadora como Cinco Saltos, no le estaba permitido cuestionar a las figuras prestigiosas de la ciudad. Pero allí estaban este grupo de mujeres, diciendo "Anzaldo violador"; "No más violaciones", "Cuando una mujer dice NO es NO"; "¿Quién nos protege de los abusadores?"; "Basta de impunidad"; "Autoridades de Salud y Educación: Basta de encubrimientos". Sin embargo, para esta comunidad, las marcas de la ideología patriarcal eran muy fuertes, a la perplejidad inicial, le siguió la indiferencia y, en algunos casos, el enojo y cierta contrariedad por aquello que se hacía público, actitud que tuvo como correlato una situación de inacción concreta: nadie se sumó a la marcha.

Para confirmar su rol de "figura intocable", también estaba allí Anzaldo, primero con una actitud provocadora de salir a la vereda a encontrarse con la movilización que se había iniciado en otro punto de la localidad y se dirigía a su vivienda particular, situación que fue frenada por el hermano de la joven que lo denunciaba quien lo increpó fuertemente; más tarde, serían sus hijas quienes lo secundarían en otra actitud claramente intimidante: filmar a las mujeres que participaban de la actividad.

El clima que se generó era el pre anuncio de lo por venir: una comunidad dividida, fracturada, que no podía procesar el impacto de una situación traumática como la que las jóvenes denunciaban. En definitiva, se trata -al decir de Castoriadis (1992, citado en Fernández, 2009) – del carácter bifronte de toda sociedad en tanto totalidad tensionada. El imaginario social[58]instituido en esta comunidad había consolidado un conjunto de significaciones que, en línea con la ideología patriarcal[59]lograba mantener oculta y silenciada -en este caso- la violencia de género.

Fueron las acciones del Grupo de Apoyo las que actuaron como instituyentes de ese imaginario social, en tantos actos disruptivos y radicales que intentaban promover nuevos organizadores de sentido y de prácticas sociales. En esta línea, sostengo que fue la potencialidad de este grupo de mujeres como colectivo humano, lo que actuó "como capacidad de autoalteración de lo histórico-social e invención de nuevos universos de sentido" (Fernández, 2009: 179) en relación a la violencia de género. El efecto más significativo fue su desnaturalización mediante la visibilización de cada uno de los casos que involucraban a Anzaldo. Lo instituido mediante la tradición y la costumbre patriarcal empezaba a resquebrajarse.

La tarea fue ardua y desplegó un innumerable número de estrategias para lograrlo: al primer escrache público, le siguieron marchas, panfleteadas, pegatinas, pintada de murales y una batería de acciones burocráticas[60]que buscaban interpelar a las diferentes instituciones políticas, judiciales, legislativas, educativas y sociales.

Sus efectos fueron varios y en múltiples dimensiones. A corto plazo, la denuncia pública que acompañaba la denuncia penal de Jorgelina y sus padres, tuvo como correlato que otras jovencitas se animaran a denunciar sus propios calvarios. Tres de ellas, además, siguieron a Jorgelina en el inicio de causas judiciales contra Anzaldo. Otras, por el transcurso del tiempo, fueron incorporadas como testimoniales. Estos relatos, y otros que no llegaron a sustanciarse ni como denuncias ni como testimonios, daban la real dimensión del caso. Para los/as miembros/as del grupo, constituían la prueba de que Anzaldo era un violador serial, que hacía más de veinte años que violaba y abusaba de mujeres en su consultorio y que las víctimas respondían a un determinado perfil[61]adolescentes de familias vulnerables, de escasos recursos económicos y que padecían de alguna situación problemática (a veces traumática) en el momento de la consulta.

Las acciones de denuncia pública, se acompañaron con tareas de acompañamiento personal a las víctimas. En este sentido, la búsqueda de sostén psicológico se convirtió en algo prioritario y se concretó mediante contactos con la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia que, a su vez, gestionó la intervención del Centro de Atención a la Víctima, con sede en General Roca. Las profesionales de esta institución ofrecieron ayuda tanto para las víctimas como para las docentes de la escuela secundaria de la localidad con el fin de trabajar, en conjunto, la problemática generada a partir de las denuncias de abusos y violaciones. Esto finalmente no prosperó por la resistencia de las autoridades educativas de la institución. Pero sí se realizó el acompañamiento terapéutico y psicológico hacia las jóvenes, antes, durante y después del juicio. Hecho que es valorado por los/as miembros/as del Grupo de Apoyo como altamente significativo.

Otra de las tareas llevada adelante por el Grupo consistió en buscar y conseguir asesoramiento legal para las víctimas y sus familias. Se consideró que era fundamental la constitución como querellantes para agilizar y seguir la causa, lo que implicaba obtener el patrocinio legal de un/a abogado/a particular. La traba económica dada por la situación antes mencionada de precariedad económica que la mayoría de las jóvenes padecía, hizo que las acciones del Grupo de Apoyo se canalizaran también en la consecución de fondos mediante aportes personales de los/as miembros/as y bonos de aporte voluntario que se ofrecían a la comunidad. Pero lo central era la búsqueda de abogados/as que tuvieran un compromiso social en causas relacionadas con los derechos humanos. Este principio hizo que se contactaran con Rina Barbieri, abogada de la Red solidaria de Poder Ciudadano, y con Romina Sckmunck, abogada del CEPRODH (Centro de Profesionales por los Derechos Humanos), quienes finalmente se constituyeron como querellantes en la causa y fueron las que llevaron adelante la defensa de la palabra de las víctimas en las instancias judiciales, incluido el juicio.

Según Susana Velázquez (2003:23) , "escuchar y pensar sobre las violencias ejercidas contra las mujeres produce malestar, estremecimiento, estupor, indignación". La asunción del perfil de violador serial de Anzaldo y la cantidad de víctimas, generó en las integrantes del grupo todas esas sensaciones y sentimientos. Allí aparece, a mi criterio, la apropiación del feminismo como discurso político que se basa en la justicia, quizá concretando esa idea que enuncia Nuria Varela (2005) de una teoría y práctica política articulada por mujeres que tras analizar la realidad en la que viven toman conciencia de las discriminaciones y de la violencia que se ejerce contra ellas y deciden organizarse para acabar con las mismas y cambiar la sociedad.

Esta toma de conciencia tuvo su correlato en la profundización de las acciones de denuncia y de escrache y generó, al interior del grupo, el primer quiebre y ruptura. Para algunas/os integrantes, la radicalización de las actividades provocaba el enfrentamiento con la comunidad y lo percibían como un ataque a la misma. Para otras/os, el subgrupo de militantes sociales y de derechos humanos y también los familiares y las mismas víctimas, eran justamente esas acciones las que iban a concretar la justicia para las víctimas y la cárcel para Anzaldo.

Considero que la resolución del caso y la condena de diez años de prisión que recibió el ginecológo, terminaron dándole la razón a quienes habían elegido el camino de la lucha, aunque dos de las más valientes y aguerridas luchadoras, la profesora Silvia Rovella y la profesora Hilda Maggioni terminaran sufriendo las consecuencias de la fuerte exposición pública. Ambas, tuvieron que dejar la escuela secundaria en la que durante tantos años habían ejercido como docentes.

Adoptar una conciencia de género implicó, para estas mujeres, ubicarse en formas diferentes de estar en el mundo. Un inicio de la sororidad como experiencia subjetiva que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza feminista mediante la confianza y el apoyo entre mujeres. Según Marcela Lagarde (2009:305-306), la sororidad está orientada por "objetivos ético-políticos:

  • a) La identificación entre mujeres como semejantes (…)

  • b) La necesidad de alianza de género para establecer entre las mujeres lo que se exige a la sociedad (…)

  • c) La defensa ante ataques, agresiones y cualquier forma de violencia y maltrato o irrespeto a nuestros derechos humanos, y la eliminación de la autocomplacencia, la victimización y la opresión de las mujeres (…)

  • d) La difusión del feminismo (…) así como enfrentar el antifeminismo -forma fundamentalista de la misoginia política (…)

  • e) (…) el reconocimiento entre mujeres de la legitimidad de la sexualidad propia y de las otras como vía de la resignificación de la condición humana de las mujeres".

Fue esta sororidad vivida como referente ético la que, a su vez, orientó acciones y discursos de este grupo de mujeres e hizo que se fueran ampliando hacia otras mujeres que, al igual que Jorgelina y las otras víctimas de Anzaldo, sufrían la violencia de género. La participación en otros casos, (Gallone, Muñoz, Duarte, Burgos, Figueroa, todos acusados de delitos de abusos) constituyen ejemplos del encuentro con otras/os y de la identificación de necesidades comunes en espacios públicos.

La concreción de estas formas de sororidad posibilitó el empoderamiento de las mujeres del Grupo de Apoyo en tanto "transformación de la visión del mundo y de la vida a través de una perspectiva de género [internalizando] poderes vitales -no opresivos-, (…) para enfrentar la opresión y la enajenación" (Ibid.:309). Fueron las relaciones de sororidad las que se erigieron como voluntad de apoyo para empoderarse. Esto no sólo se hizo visible en la participación en otros casos, sino también en encuentros con otras mujeres en espacios de incidencia social como seminarios, conferencias, jornadas, etc.

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Participación del Grupo en las jornadas "Sexualidad(es), placer y ciudadanía en la educación Pública"

(Neuquén, agosto 2006)

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Integrantes del Grupo de Apoyo en el XXI Encuentro Nacional de Mujeres (Juyuy)

Sororidad y empoderamiento son los principios que orientaron el accionar de este grupo de mujeres y fueron estos principios los que posibilitaron que sus prácticas colectivas se dieran en sintonía con la de otras mujeres; es en este devenir donde las mismas se convierten en prácticas trastocadoras y pedagógicas.

Así como las feministas a través de la historia, se pusieron las "gafas violetas"[62] para dejar de ser miopes, las integrantes del Grupo de Apoyo aprendieron a mirar en violeta para ver las injusticias y poder nombrarlas, apoderándose de las palabras, promoviendo la autoconfianza y la autoestima, la cooperación y la solidaridad. Es allí donde el empoderamiento como logro de "la autonomía individual, estímulo de la resistencia, la organización colectiva y la protesta mediante la movilización" (León, M., 2001, julio: 104) adquiere el valor de resistencia y desafío y el poder es generativo y productivo. En suma, un poder PARA, CON y DESDE ADENTRO[63]que se transforma en una búsqueda de la solidaridad para el cambio, las alianzas y "la capacidad de transformar la conciencia propia y reinterpretar la realidad" (Ibid.).

El imaginario social sobre los victimarios y sobre las víctimas de abusos

"Víctima es quien sufre daño o resulta perjudicado en cualquier acción o suceso por culpa ajena. Es la persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio.

Victimario, -a es la persona que con sus actos y conductas hace sufrir o convierte en víctima suya a alguien. Sirviente de los antiguos sacerdotes gentiles, que encendía el fuego, ataba las víctimas al ara y las sujetaba en el acto del sacrificio. Matador, asesino. Proviene de vict-, principio derivado del latín vincere, vencer."

Diccionario Básico Espasa (1983) y Moliner, citado por Susana Velázquez en su libro "Violencias cotidianas, violencias de género", Cap.2 "Sobre víctimas y victimarios", pág 35

El imaginario social que se construye sobre los violadores y abusadores, los representa como sujetos con problemas psicológicos, pertenecientes a sectores marginados, individuos aislados y desconocidos. Imagen que es alimentada por los medios de comunicación social a través de la visión morbosa de hechos de violencia sexual y que apunta a la monstruosidad de sujetos de un determinado sector social.

Numerosas investigaciones y estudios[64]están cuestionando este imaginario pero es sobre todo con el develamiento de casos puntuales (Grassi, Corsi, Anzaldo, entre otros), que se empieza a conocer lo que María Beatriz Muller (2010, enero) denomina "las complejas máscaras del abusador":

"La idea de máscara, doble cara, doble fachada, está siempre presente. Lejos está de la idea de un sujeto aberrante, monstruoso, deformado, que asusta cuando se lo ve; todo lo contrario, se trata de un señor o señora que tiene el mejor concepto en el vecindario, buen profesional, comerciante o lo que sea a lo que se dedique, amable, simpático, siempre bien dispuesto, incluso durante el proceso en el que se lo está investigando. Cuántos errores se han cometido por esta mascarada, cuántos niños y niñas han sido victimizados una y otra vez porque los funcionarios e incluso los colegas no podían creer que un señor tan "buen padre" fuera capaz de semejante barbaridad" (Ibid.: 23).

Debemos asumir, entonces, que no existe un solo perfil de violador sino muchos aunque sí es posible identificar características comunes:

  • Hay individuos de todos los niveles sociales y en la mayoría de los casos llevan una doble vida, sin culpas ni remordimientos.

  • Necesitan someter al otro para expresar poder

  • Algunos padecen graves disfunciones sexuales

  • Su estructura psíquica les impide amar y sólo gozan al producir daño. (Ferrer Pérez & Bosch Fiol, 2000: 13-19)

  • Tienen una baja tolerancia, un temperamento explosivo y cualquier incidente menor desata su agresión

  • Necesitan de personas sumisas que se sometan a su voluntad.

  • Tienen una alta capacidad de engañar a los demás y se engañan a sí mismos

  • No se hacen cargo del daño que causan

  • No tienen consideración ni sienten o demuestran empatía.

  • Suelen tener una doble personalidad: pueden ser amables y encantadores por un lado, sumamente crueles y sarcásticos por otro[65]

5.1. El victimario: ginecólogo y profesor

Las complejas máscaras de un violador, se significan en Anzaldo a través de características propias. Una imagen social -que él mismo promovía- de profesional capacitado, excelente profesor, esposo y padre ejemplar y miembro destacado desde lo social. Así se describía así mismo este violador:

"(…) quien mejor que Carlos Anzaldo para relatar su vida. Yo nací el 10/04/52 en Mar del Plata. Provengo de una familia de Mar del Plata, de clase media, mi papá llegó a gerente de distintas firmas comerciales, mi mamá es ama de casa, tengo una hermana menor que trabaja en un banco, hice la secundaria en el colegio nacional de Mar del Plata, me recibo en el año 1969, a principios de 1970 fui a la Universidad de La Plata. Empiezo la carrera de medicina. (…) La carrera de medicina la hice sin ningún problema, nunca reprobé una materia (…) Me recibo. Luego en 1976 me caso con mi novia y tengo la gran fortuna de poder ingresar a la residencia en tocoginecología en la maternidad de la ciudad de La Plata, que era difícil de ingresar. Yo los primeros años de matrimonio hacía muchas guardias, mi pobre mujer vive casi sola. (…) Sigo en la residencia. Primer año, segundo, en 1978, en enero nace mi primer hija que se recibió en La Plata de odontóloga. Los últimos seis meses de residencia nos mandaban al interior. Como yo conocía el valle, me gustaba, mi mujer era de Cinco Saltos, pido hacerlo en el Hospital de Cinco Saltos. En septiembre de 1978 me vengo con mi mujer embarazada de nuevo y mi hija. Mi hijo trabaja con el diputado Gioja. (…) en el Hospital me dejan formar un centro sanitario en el barrio La Armonía. A pulmón se levantó ese puesto donde hoy se atiende mucha gente. Viendo mi capacidad, el estado, la Secretaría de Salud, me nombra como médico ginecólogo en el Hospital de Cinco Saltos, luego de tres años de trabajar gratis. (…) En el hospital trabajé 17 años. Los últimos tres a cargo de un área. Como la docencia me gusta, me invitaban de escuelas, clubes, para dar charlas sobre educación sexual. En el año 1997, decido renunciar, me canso, las guardias, el trabajo, era una época donde no había insumos. Renuncio y me incorporo a la docencia, empiezo en el Kennedy para adultos a la noche, y después logro el cargo de interino en el Kennedy CEM 72, para dar clases de educación sexual, biología en cuarto y quinto año, tenía siete cursos. Mi relación con los alumnos fue excelente siempre, nunca tuve inconvenientes en siete años de docente. Incluso tuve el orgullo que a fin de año me eligieran muchos chicos para que les entregue los diplomas. (…)En la escuela tenemos puntaje los profesores, el máximo es 40. Yo tengo en todos los años un puntaje de 39, no logro el 40 porque no soy profesor titular de biología, soy interino. Para un interino 39 es el puntaje más alto. Varias veces directivos de la escuela presenciaron mis clases.

En mi práctica en Cinco Saltos llevo atendidos 6.000 nacimientos, nunca tuve un juicio de mala praxis, nunca tuve una muerte materno fetal, me desempeño en el consultorio,

En los años que llevo en Cinco Saltos tuve la suerte de trabajar mucho para la sociedad, fui dos veces presidente del Club de Leones, he dado charlas en todas las escuelas de la zona, fuera de turno" [66]

En el relato de Anzaldo es posible identificar los indicadores que buscan sensibilizar -en este caso al tribunal- aludiendo a su vida ejemplar. Nótese las muchas referencias a su clase social: su origen familiar (padre gerente, madre ama de casa, hermana empleada de un banco) que a su vez nos remiten a la imagen de familia modelo donde los roles de género son los esperados. También la imagen de su propia familia: esposa sacrificada, hijas/os todos/as profesionales, padre -él- dedicado y devoto. La referencia "Mi hijo trabaja con el diputado Gioja" incorpora el elemento político en lo que podría entenderse como una forma de hacer ver las conexiones e influencias que tiene.

No sólo su vida familiar es destacable. Como profesional, se presenta como alguien intachable, dedicado, voluntarista, con capacidades que los otros no solo ven sino que reconocen (por eso el puntaje en la docencia y por eso asciende en su carrera como médico).

En su vida social, el altruismo es el eje de su accionar ya sea trabajando para la sociedad como dando charlas en las escuelas en horarios que no le corresponden, lo que además habla de su sacrificio y entrega.

Anzaldo también se ocupa de exponer el impacto que generó en su vida ejemplar, las denuncias en su contra por violación. En este punto, y como consecuencia lógica de su discurso conmovedor, tal impacto lo ubica en una víctima de un complot en su contra:

"(…) Y el 19 de marzo cayó la bomba en mi casa, que me arrastró a todos estos problemas, (…) se me dio vuelta una vida de 30 años de tranquilidad, con una familia ejemplar, mis tres hijos ejemplares. Todo esto lo arruinó.

(…) Paso dos meses y cuatro días en la comisaría de Cinco Saltos. Fueron los peores de mi vida.

(…) Se forma después en el pueblo la comisión que empieza a reclutar gente. Tengo varias pacientes, una chica … me decía que buscaban chicas que yo había reprobado, y que las llamaban para que declaren en contra mío. Algunas se perdieron. El caso típico es el de Florencia Lezcano a quien le salvé la vida"[67].

Anzaldo creía tener la impunidad asegurada porque ¿quién iba a cuestionar su máscara perfecta de ciudadano ejemplar? Pero esta falsa máscara se cae cuando se escuchan los relatos de las víctimas que describen cómo fueron engañadas y sometidas por este violador, se cae cuando se detallan las amenazas sufridas con el fin de silenciarlas, se cae por los intentos de intimidar a las profesoras del grupo de apoyo para que desistieran de sus acciones, se cae por las contradicciones y mentiras identificadas por los jueces durante el juicio.

edu.red

Diario "Río Negro"- Viernes 05 de Octubre de 2007

Edicion impresa pag. 33 » Policiales y Judiciales

Entrevista realizada por la periodista Elizabeth Hoischen, titulada:

"Tal vez me pasó esto por ser demasiado bueno"

Al caerse empiezan a surgir las características del perfil del violador: el uso del poder que tenía como profesor y como ginecólogo que utilizaba para captar a sus víctimas y engañarlas; la necesidad de someterlas no solo física sino psicológicamente (prueba de ello, son las humillaciones en forma de chiste o broma que tuvo que sufrir Jorgelina y que actuaran como desencadenante para denunciar); este maltrato psicológico también da cuenta de la falta de culpa y de remordimiento de este violador, además de su crueldad y sarcasmo. Otro aspecto detectado en el perfil de Anzaldo es su actitud intimidante y de confrontación, tanto con las víctimas como con las docentes del grupo de apoyo. Un estilo de desafío permanente que tiene que ver con su incapacidad de hacerse cargo del daño que causan. Y, fundamentalmente, un perfil que se sostiene con la mentira porque mentir y usar una máscara es parte del perfil.

Para Rita Segato (2006), si reconocemos lo que se repite en una serie de hechos violentos, podremos identificar la firma, es decir el perfil, ya que el modus operandi de un agresor es nada más y nada menos que la marca de un estilo en diversas alocuciones. Lo que se repite en Anzaldo, su manera de accionar, fue claramente expuesto en el juicio, fundamentalmente cuando la abogada Rina Barbieri lo definió como un ardid que utilizaba para seleccionar a las jóvenes más desamparadas[68]

La elección de víctimas vulnerables ya sea por su situación personal, familiar o económica, sumado a la construcción de la imagen del "profe piola" que entendía los problemas de sus alumnos/as -el que además no les cobraba la visita- constituían los hilos de una red que Anzaldo tejía alrededor de sus víctimas y que conformaba su marca como violador. También los espacios elegidos para desplegar esta red eran estratégicos: la escuela y el consultorio médico, lugares donde él tenía el control y el poder.

Tenía tan bien armado, Anzaldo, su modus operandi que tardó más de veinte años en descubrirse. Que un violador actúe tan impunemente, por tan largo período, sólo es posible por el encubrimiento y el silenciamiento de los dispositivos patriarcales, que actúan en toda sociedad. Son estos mecanismos los que instalando -por ejemplo- una imagen de violador estereotipada (como la enunciada al principio) promueven la intocabilidad de individuos como Anzaldo para quien su profesión -ser docente y médico- le construyó la máscara ideal que le permitió violar y abusar de jovencitas arbitrariamente.

Pero es a través de la voz de otro violador donde es posible detectar cómo actúa esta máscara protegiendo a los violadores. Jorge Corsi, docente universitario y uno de los profesionales más reconocidos del país, acusado de integrar una banda dedicada a la pedofilia, se preguntaba ¿por qué es más fácil creer al victimario que a la víctima? Y respondía:

"Las víctimas de abuso son percibidas como contradictorias y emocionalmente desequilibradas. Y por lo tanto, se tiende a desconfiar de la veracidad de su testimonio" (…)

"Por otra parte, los estudios concernientes a los perpetradores de abuso y maltrato intrafamiliar muestran que es el adulto masculino quien con mayor frecuencia estadística asume ese rol. Dichos estudios describen al abusador típico como alguien que no tiene nada que ver con los estereotipos habituales que circulan en el imaginario colectivo; es una persona que, ante una mirada ingenua, jamás podría aparecer como victimario. Esto se debe al fenómeno que ha sido definido como "doble fachada": existe un desdoblamiento entre la imagen social y la imagen privada. En sus contactos sociales puede ser considerado como una persona agradable, racional, simpática, equilibrada, etc., mientras que en la intimidad del hogar puede ejercer verdaderos actos de tortura física y/o psicológica con su mujer o sus hijos. Dado que, por definición, el victimario es quien ocasiona el daño, está en una posición de mayor fortaleza física y/o psíquica que las víctimas. Esa posición de mayor fortaleza y equilibrio es la que perciben los observadores externos"[69].

Evidentemente Corsi sabía muy bien de quién y de qué estaba hablando y aunque hoy nos llene de vergüenza y estupor, sirve para demostrar la perversidad de los abusadores.

Dicha perversidad es habilitada además por el ideario patriarcal social que instala roles sexuales estereotipados. Según el licenciado Jorge Garaventa (2008, julio) la subjetividad abusadora se alimenta de estos estereotipos conjuntamente con "la groserización de la sexualidad, (…) la naturalización de las violencias, la legitimación social de la educación golpeadora (…), la glorificación del hombre macho, rudo e insensible, la cosificación de la mujer y una concepción sexista de la sociedad (…)". Todos estos elementos combinados con una personalidad propicia, terminan de dibujar el esquema psíquico del abusador.

"En el medio, la posibilidad de una elección subjetiva que determina la conciencia de sus actos. O sea, quien abusa tenía las mismas posibilidades de satisfacer sus pulsiones o sublimarlas. La decisión lo convierte en responsable" (Ibid).

5.2. Las víctimas

La noción de víctima -también la de victimario- se remonta a épocas lejanas siendo mencionados en varias religiones, mitos y hechos históricos. Para Eva Giberti (2009, nov.), "la idea de víctima, en tanto conceptualización, se instituye paulatinamente en el pensamiento moderno, articulada con el surgimiento del concepto de violencia. Tanto las víctimas cuanto las violencias están asociadas con los cambios que se produjeron en la concepción de "la fuerza"."

Esta asociación víctima- violencia ubica a las primeras en una situación de inferioridad y de pasividad, ya que encierra la idea que el sujeto que ejerce esa violencia tiene la capacidad de obrar y transformar a través de sus actos a alguien en su víctima. Si tiene la capacidad, tiene el poder. En el otro extremo, a la víctima se la transforma en una incapacitada para quien sólo es posible someterse a ese poder, no se la considera como persona, al decir de Giberti (Ibid) "se la des-precia como al esclavo, como a los vencidos: es posible conjeturar, ensayando una aproximación, que así nacería históricamente la víctima coagulando el intento de construir esclavos".

Desde la perspectiva de género se cuestiona la noción de víctima, justamente por estas asociaciones que promueve. Susana Velázquez (2003) afirma que es más adecuado hablar de "sobreviviente" porque permite visualizar los elementos de acción y transformación a los que los /as individuos/as victimizados/as suelen apelar. "La victimización es un proceso como lo es la sobrevivencia".

Sin embargo, el imaginario social subscribe la condición pasivizada de la víctima que, a su vez, responde al estereotipo construido culturalmente que ubica a las mujeres como víctimas por el solo hecho de ser mujeres. "La pasividad está feminizada porque el imaginario atribuye a las mujeres, en el contexto de la violencia, las características de sumisión, obediencia, propensión a ser atacadas, poca capacidad de defensa y miedos concretos frente a la fuerza y el poder del agresor" (Ibid: 45).

La víctima que se expone públicamente como tal, interpela fuertemente el núcleo duro de este imaginario, ubicándola en posiciones polarizadas, como "pobrecita" ó "se lo buscó; se lo merece", según la mayor o menor pasividad que se demuestre.

Estas concepciones no sólo están presentes en el sentido común colectivo sino que también impregnan los discursos jurídicos en casos de abusos y violaciones. Basta como ejemplo citar la frase del abogado Pandolfi, durante el juicio contra Anzaldo, refiriéndose a la víctima:

"(…) la víctima tiene más de 18 años y ha hecho declaraciones en medios televisivos, por lo que su pudor parece importarle poco"[70].

El término pudor refiere a las partes pudentas, a los genitales pero también significa no mostrar, no exhibir el propio cuerpo ni lo privado, no hablar de cosas sexuales. En el imaginario social, se considera el pudor como inherente a la mujer y así queda inscripto en la subjetividad (Velázquez, ob. cit: 53). Lo que hace Pandolfi es utilizar una herramienta clave del patriarcado que ha sido históricamente una forma de opresión hacia las mujeres. El mensaje no es otro que callar, guardar silencio porque hay que ser -según el mandato patriarcal- pudorosa. Para las víctimas, entonces, denunciar, hablar, hacer declaraciones en medios televisivos es intentar romper con el pudor opresor y, en definitiva, romper con la situación de sometimiento y vulneración en la que su victimario las ubicó.

Lo que las víctimas en realidad promueven es la ruptura con un orden y con ello interpelan, perturban, a toda la sociedad porque supone un cuestionamiento a ese imaginario social que busca sostener la ilusión de equilibrio entre los vínculos humanos que, a su vez, se sostiene por los estereotipos de género.

"La víctima produce miedo y angustia (inclusive en quienes deben tratar profesionalmente con ella, distinguiéndose aquellos que se entrenaron psicológica y técnicamente para hacerlo) porque encierra peligrosidad (…) ¿Qué es lo que la torna peligrosa? Ser una perdedora respecto del victimario, cuya existencia se descubre en la presencia de la víctima, pero también la convierte en peligrosa que su existencia nos haga flaquear éticamente." (Giberti, 2009, nov)

Lo ético tiene que ver con aquello que nos devuelven, las víctimas de la violencia de género, a toda la sociedad: la imagen de un chivo expiatorio -la mujer- que en aras del mantenimiento del orden patriarcal debe ser "sacrificada", que implica, en los casos de violaciones, someterse y callar.

Quizá por todo lo que perturban y alteran las víctimas con su denuncia, lo que se promueve es la duda sobre su credibilidad. "Es así que cuando la víctima habla -estar en posición de víctima ya es estar devaluada-, o no se la escucha o se le adjudica cierto grado de responsabilidad por lo ocurrido y la sospecha se vuelve sutilmente hacia ella" (Velázquez, Ob. Cit: 55).

En el caso de las víctimas de Anzaldo, no hubo en realidad mucha sutileza, podríamos decir que el proceso por el que tuvieron que atravesar desde la denuncia fue tan penoso, casi un calvario, que algunas de ellas sostienen que si pudieran volver el tiempo atrás, no denunciarían. Esto tiene que ver con los efectos que, por un lado tiene la violación en sí, en la subjetividad de las mujeres, y por otro lado, se relaciona con las secuelas del escarnio social explicado anteriormente.

 Respecto al impacto en su subjetividad, la violación constituye un hecho traumático que desestructura el psiquismo de la persona y tiene efectos en su vida cotidiana. También en lo físico -su cuerpo- es percibido enajenado por la fuerza e invadido por el sentimiento de aniquilación que experimentó durante la violación.

Siguiendo a Susana Velázquez, la violación es significada por todos estos sentimientos, que no son otra cosa que ataques a la identidad de las mujeres, la provocación de un daño que deja marcas en su subjetividad. Dichas marcas, psíquicas y físicas, son la humillación y la degradación.

"La violencia tiende a desidentificar a la víctima; este desdibujamiento de la identidad de la mujer mientras es atacada hipertrofia la identidad del atacante (éste se siente más astuto, más hábil, más fuerte). Así se establece un circuito de retroalimentación de una situación cada vez más asimétrica que profundiza la relación entre violencia y poder" (Ob. Cit: 91).

Paradojas de la perversión que no sólo aniquila a la víctima sino que además, mientras lo hace, acrecienta el poder del violador.

En síntesis, la violencia, se impone como un comportamiento coercitivo e irracional que exige someterse a un orden basado en el poder y en la necesidad de dominio del agresor.

A continuación, se intentará realizar un análisis de las significaciones que los abusos y violaciones, tuvieron en una de las víctimas de Anzaldo, Jorgelina Cuevas, que fue la primera que lo denunció.

5.2.1. Jorgelina: ¿Víctima o sobreviviente?

Jorgelina Cuevas tenía 17 años cuando fue violada por Anzaldo. Cursaba el cuarto año en el CEM 72, había sido princesa en una de las festividades locales de su ciudad, Cinco Saltos, era considerada una alumna excelente, tenía 9,57 de promedio, le gustaba cantar folklore y era la integrante de una familia numerosa compuesta por la mamá, Nora, el papá, Antonio y varios hermanos y hermanas de diferentes edades. La mamá de Jorgelina, trabajaba -y aún lo hace- de portera en una escuela primaria. El papá, desocupado. Viven en una zona rural ubicada entre Cinco Saltos y la localidad próxima, Contralmirante Cordero, en una vivienda prestada y con comodidades mínimas.

En febrero del 2006 decide consultar a un ginecólogo. Inmediatamente recordó al profe piola de biología que les decía que podían verlo y consultarlo sin pedir turno ni pagar la orden. Era vacaciones. Jorgelina va a la consulta con su mamá y el médico les dice que tiene que volver a retirar los resultados del pap. La segunda vez va sola. Así lo relata la joven:

"(…) Cuando voy me dice que había algo malo; ya me había preguntado si había tenido relaciones. Y me dice que tengo un embarazo fuera de lugar y sacó como un dibujo donde aparecían las trompas y me dice esto crece y crece y se te revientan las trompas y te morís. Pero quedate tranquila porque vienen unas pastillitas y me mostró una en un frasquito, entonces yo te lo tengo que poner a vos y esto va a hacer que te baje. Tengo que tocarte la pancita, y viene y me toca la pancita. Acá está, me dice, y cuando me tiene que poner la cosa pasa que se me viene encima y… (titubea, baja la voz) bueno, me pasa lo que me pasa. Cuando me pone las pinzas con la pastilla sentí un dolor grandísimo. No me dijo qué era la pastilla y no hay rastros de embarazo fuera de lugar. Hasta el día que hablé y caí, dije no, no fue que me ayudó a que no me muera, lo hizo porque ya lo tenía preparado"[71].

Jorgelina no habló inmediatamente pero cuando se inicia el ciclo escolar, Anzaldo figura como su profesor de biología y sus continuos chistes y bromas, que la tenían como blanco predilecto, desencadenaron la denuncia y el proceso judicial que culminara con la detención y condena del ginecólogo.

Para Jorgelina la denuncia en sí, y lo que esta generó, era vivido como un hecho traumático que sólo podía expresar a través de la escritura:

"Hoy, siento una angustia que me cubre todo el pecho,

la impotencia y el dolor se mezclan y brotan en mi llanto.

Siento la necesidad de gritar pero se me apaga la voz.

Pido ayuda pero es como que nadie me escucha..

Cada lágrima de mamá y papá me lastima.

Cada vez que alguien me pregunta lo que me sucedió,

siento una mezcla de vergüenza y dolor.

Pero mi vida continúa.

Hoy puedo decir que lo que no me mató, me hizo más fuerte y de golpe me maduró.

Ahora sé que la vida algún día me va a premiar y ese día será cuando reciba la noticia de que POR MÍ, POR TODAS LAS MUJERES QUE PASARON POR ESTO, AL FIN SE HABRÁ HECHO JUSTICIA."

Esto fue escrito por la joven a fines de marzo del 2006, pocos días después de presentada la denuncia, y da cuenta del impacto de la misma, y del hecho violento que sufriera, sobre su subjetividad. Susana Velázquez dice que las crisis y sus elaboraciones constituyen modos de existencia y que las maneras de reaccionar de las personas frente al sufrimiento son ilimitadas. Agrega, "los discursos sociales acerca de la violencia, las reacciones de los familiares y allegados, el padecimiento del cuerpo agredido y la capacidad para resolver conflictos de cada persona convergen y se articulan entre sí configurando la situación crítica desencadenada por la violencia padecida" (Velázquez, Ob. Cit: 58).

En el escrito de Jorgelina, y en otros relatos de la joven[72]es posible encontrar algunos indicadores relacionados con su propio transitar por la crisis.

Los sentimientos de angustia, impotencia y dolor, que aparecen en el inicio del poema, expresan la reacción psíquica frente a la irracionalidad del hecho. La confusión y el miedo provocados por la experiencia de agresión, hacen que se sienta más vulnerable y sin recursos psíquicos.

Siguiendo a Velázquez, podemos decir que también surge la dificultad para narrar lo sucedido que se origina por el impacto emocional del hecho y lo que significa revivirlo, pero, además, porque no existen palabras para contar la experiencia. La expresión "Siento la necesidad de gritar pero se me apaga la voz. Pido ayuda pero es como que nadie me escucha", es representativa de esa dificultad, ¿cómo atrapar con palabras lo que carece de conceptos? Asimismo, es posible identificar la extrema vulnerabilidad con la que se percibe. La imagen de sí misma como una persona frágil, con escasos recursos emocionales y racionales para manejarse en el mundo, que implora y pide ayuda.

La vergüenza aparece asociada con el relato hacia otros/as, que es vivido como una exposición en la que es juzgada permanentemente, lo que la mantiene en una tensión sostenida "exponiéndola a nuevas violencias: porque no le creen o la tratan de "pobrecita", o porque tiene que contar repetidamente el hecho violento para demostrar que ocurrió y probar su inocencia"[73]. Esto, en los relatos de Jorgelina, aparece asociado a la idea de aniquilamiento:

"No estaba en mis planes hablar porque ya sé cómo irían a reaccionar mis papás. Ellos son muy buenos (llora) y si yo podía haber evitado todo esto que pasaron, me hubiera callado toda la vida. (…) Porque una deja de comer, lo único que quiere es morir (…)"[74].

Es decir, el sentimiento de aniquilamiento que experimentó durante la violación fue incorporado por ella a su vida cotidiana, condicionando sus movimientos y decisiones.

La mención a los padres, en ambos relatos, da cuenta de la culpa que siente por el sufrimiento que piensa les generó el haber hablado.

Además de los trastornos emocionales, Jorgelina habla de los efectos físicos u orgánicos:

"Empezaron a pasar los días y me empecé a sentir mal (…) me daba vuelta en la cabeza, hasta el día de hoy, juro que lo siento, un olor que lo siento y (llora) ¿sabe qué? No me quiero lavar los dientes porque la pasta dentífrica es el mismo olor que tenía este señor (silencio, llora, no puede hablar). Por eso, hoy agarré el cepillo de dientes y ahí quedó porque no, todo lo que me hace acordar a él, no"[75].

Es parte de lo que el aparato psíquico todavía no puede elaborar y que emerge en los actos cotidianos mínimos. También los sueños y las pesadillas:

"(…) hay días que me tapo toda y miro así, tengo miedo, y sueño con mis dos temores, con las agujas y con él. Con que venía con unas agujas y que yo lo mataba o le pegaba o que él me perseguía"[76].

Como la imagen de la pasta dental, también estas pesadillas responden al odio que le genera el daño causado. Odio que, según Velázquez, se origina en la imposibilidad de transformar aquello que ya pasó. Como resultado, se sueña con hacer padecer al violador lo mismo que ella sufrió al ser violada pero en el sueño ella se coloca en una posición activa, es la atacante, la que "lo puede". La venganza entonces, intenta ser una respuesta simétrica a la agresión padecida.

Junto con el odio y el deseo de venganza, aparece el miedo a ser perseguida por el violador. "El temor a que la violencia se repita la obliga a enfrentar una tensión sostenida por el miedo a ser victimizada nuevamente" (Ob.Cit: 101)

Retomando a Susana Velázquez: para salir de la condición de víctima con todos esos sentimientos a cuestas, será necesario un trabajo psíquico que implique recordar sin quedar atrapada en la escena del hecho traumático y por esos difíciles sentimientos. El acompañamiento terapéutico- concebido como un espacio de elaboración del hecho traumático que excede los apoyos familiares y sociales-, se presenta como ineludible para que pueda convertir el recuerdo traumático, en algo pensable y relatable, que no promueva sólo emociones y acciones de contenido tóxico para la mujer. La finalidad última, es ayudar a la mujer violada a resistir el padecimiento pasivo surgido del sentimiento de injusticia por lo ocurrido. "Este proceso exige un pasaje que va desde ser una mujer pasivizada por el sufrimiento a ser una mujer dispuesta a implementar una actitud crítica frente a éste. (…) significa adquirir un sentimiento de autonomía que permitirá desprenderse de las representaciones del acto violento y del agresor, diferenciarse y tomar decisiones" (Ibid: 65-66).

Todo indica que Jorgelina todavía no ha podido iniciar estos procesos que la ubiquen como sobreviviente y no como víctima. Sus anhelos, expresados en entrevistas después de la sentencia, de ser abogada y ayudar a otras jóvenes, por el momento no se han concretado. Tampoco ha logrado consolidar otras relaciones en otros ámbitos (laborales, personales).

Por ello, la expresión de su poema "algún día la vida me va a premiar (…) AL FIN SE HABRÁ HECHO JUSTICIA", aparece como un anhelo pendiente y una demanda hacia un proyecto de vida superador del dolor y el sufrimiento. Entiendo que es esto último lo que le devolverá una justicia en términos de reivindicación y construcción futura, más allá de la justicia de ver a su violador preso.

Conclusiones y reflexiones finales

Las situaciones de violencia contra las mujeres representan un instrumento de poder y control del patriarcado. Durante mucho tiempo, se invisibilizó y silenció su existencia. Durante mucho tiempo el cuerpo de las mujeres, representación material de la violencia de género, fue cosificado y usado como botín de guerra. Y continúa siéndolo. Entender este fenómeno como una construcción social y cultural -y no como algo natural- permite por un lado, identificar las formas en que dicha construcción se expresa y opera; por otro lado, nos posibilita pensar y exigir su desmantelamiento y una construcción diferente.

El caso Anzaldo resulta referencial, en el contexto local, como expresión de los alcances de la violencia de género en la vida cotidiana. Mediante el mismo es posible reafirmar que la causa fundamental de esta violencia sigue siendo la ideología patriarcal que, vía naturalización y perpetuación de estereotipos de género, se instala como sentido común en los ámbitos por los que transitamos todos los días.

Analizar lo sucedido en este caso, permite reconstruir, una a una, las piezas de un enorme rompecabezas en el que emergen las formas en que se relacionan la violencia, el poder y los roles de género. Quizás estas sean las principales características que se revelan.

Si repasamos esas piezas, encontramos que el "mandato viril" de la violación encontró en Carlos Anzaldo, su ejecutor más representativo. Asumió su rol de "hombre-macho" que puede disponer de las mujeres y de sus cuerpos a su antojo. Se sentía autorizado para hacerlo por un sistema donde el género y el poder establecen el orden y el control diferenciado de las relaciones sociales. Sin remordimientos ni culpas, sometió por más de veinte años a mujeres aprovechándose de su profesión y de su condición social. El mensaje de impunidad, cristalizado por el particular contexto de una comunidad conservadora, encontró en el miedo y los prejuicios (de género y de clase) el encubrimiento perfecto. En suma, ejercicio y abuso de poder, como elementos claves -y causa fundamental- de las violaciones en el "infierno grande de Cinco Saltos".

Las intervenciones generadas en este caso, no fueron todas respetuosas de los derechos de las mujeres. Desde la justicia, y quizá a contramano de una larga tradición sexista, primó el principio de credibilidad hacia la víctima lo que implica un avance en términos de estrategias claras para sancionar la violencia de género. Sin embargo, la victoria del fallo condenatorio para Anzaldo, se ve empañada por los mecanismos dilatorios que siguen favoreciendo la posición de clase y de género de este violador: hasta la fecha, el Superior Tribunal de Justicia de Río Negro no ha confirmado la sentencia. A más de dos años, esta decisión todavía se encuentra demorada por una serie de artilugios legales que la defensa de Anzaldo lleva adelante.

Desde educación, las intervenciones dadas permiten afirmar que, ya sea por acción u omisión, no se generaron medidas de acción positiva para apoyar y asistir a las jóvenes afectadas y su entorno. Salvo actuaciones individuales de algunas profesoras, el sistema educativo no estuvo a la altura de las circunstancias y, lo que es más grave, fue organizador de estrategias confusas, dilatorias y de ocultamiento de información que terminaron por favorecer al victimario en detrimento de las víctimas, para quienes la exclusión fue la respuesta.

Las mayores deudas pendientes para con las víctimas son de educación y de los/as educadores/as, quienes no pudieron configurar sus prácticas como mecanismos vehiculizadores de la efectivización plena de los derechos de sus estudiantes. Si como dice Freire (1997), la docencia, como práctica de la libertad, es un quehacer necesariamente responsable que lucha y combate las injusticias, se requiere de educadores/as coherentes con ese principio y con posicionamientos claros hacia la violencia de género, su prevención y erradicación.

Para muchos/as, la resolución del "Caso Anzaldo", no hubiera sido posible sin la activa participación de los grupos de mujeres. El grupo de Apoyo a Víctimas de abusos y Violaciones conformado en Cinco Saltos, junto con otras agrupaciones feministas y sociales, pusieron en la agenda pública el tema de las violaciones en esta localidad y, mediante acciones de denuncia y movilización, desenmascararon el accionar del ginecólogo. Transitar el camino de la defensa de los derechos de las mujeres, significó empoderarse y establecer relaciones de sororidad; también fueron estos principios los que permitieron que las prácticas colectivas de estas mujeres se transformaran en prácticas trastocadoras, pedagógicas y formativas, promoviendo la autoconfianza, autoestima, cooperación y solidaridad.

Las posibilidades interpelativas de este caso, permitieron la confrontación con el imaginario social sobre las víctimas y los victimarios de abusos sexuales. Lo revelado a través del accionar de Anzaldo, desmitificó la idea de un violador desconocido, marginal y aislado. Un profesor, un médico puede ser un violador. Conocer que una de las características de estos abusadores es su doble perfil, supone una ruptura con el imaginario social y, fundamentalmente, un principio de resquebrajamiento de los estereotipos impuestos por la masculinidad hegemónica.

Para las víctimas, su posibilidad de convertirse en "sobrevivientes" -como acción y transformación- es un proceso inconcluso y pendiente. Si pensamos en las consecuencias que tuvo para estas jóvenes la actitud, valiente y lúcida, de denunciar podemos entender por qué algunas de ellas continúan sintiéndose victimizadas. Todo el peso de un sistema opresor de las mujeres recayó en sus hombros. Fueron señaladas, acusadas, estigmatizadas, abandonadas por el sistema. Para el imaginario social, su actitud era una afrenta porque no respondía a la condición de pasivizada y de sumisión y obediencia. Quizá, en esta imagen que las víctimas nos devuelven, radica su mayor dignidad y fortaleza porque es en esa interpelación ética donde se logra la sensibilización/concientización de la comunidad y la posibilidad de erradicar las creencias y actitudes misóginas que parecen hallarse en la base de la violencia de género.

Finalmente, la mirada analítica tomando como referencia un caso específico de violencia hacia las mujeres, permite conocer y comprender la complejidad de una trama en la que se entrecruzan múltiples factores: la discriminación social de las mujeres, la polarización de géneros, al imposición de un concepto único de masculinidad y de femineidad, el papel de las instituciones en la minimización de la violencia, la naturalización de la violencia masculina, la estructura internalizada de dominación, los vínculos de poder desigual, el imaginario social basado en estereotipos de género (Rodríguez Durán, 2006 : 161), entre otros.

El caso Anzaldo, puso en el tapete la discusión sobre algunos de estos factores, lo que posibilitó su problematización y desnaturalización. La instalación en la agenda pública de temas silenciados por el orden patriarcal, puede considerarse un avance en términos de pensar cambios reales en la erradicación de la violencia de género. Sin embargo, este caso también puso en evidencia las deudas pendientes en relación a políticas públicas para el tratamiento y prevención del abuso sexual. Muchas de las normativas sobre el tema que son consideradas de avanzada, no logran articularse con procedimientos eficaces para el diseño e implementación de programas sociales que aborden las violaciones de los derechos.

Aquello que es visualizado como una falta, tiene para las mujeres graves consecuencias porque implica un continuo aval a su subordinación y victimización. Es por ello que se requiere de un mayor compromiso de todos/as pero fundamentalmente de quienes tienen la responsabilidad de garantizar, políticamente, la efectivización de los derechos de las mujeres y de los derechos humanos en general. La persistencia militante de los grupos de mujeres nos señala un camino de lucha y denuncia pero también de una presencia diferente, un estar siendo dignificante, de creación de alianzas y apropiación del sentido de lo político "concebido éste como autodeterminación y, a la vez, como creación de mundos alternativos" (Svampa; 2005:304). Desde estas experiencias surgen nuevos desafíos para los nuevos feminismos relacionados con la búsqueda de nuevas articulaciones que permitan reconocer que las marcas de opresiones y desigualdades no son atributos fijos y estables para que puedan confluir en luchas y prácticas concretas.

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Cinco Saltos (R.N.) Carta de Gabriela Soto, mayo de 2006

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Anexo: Un epílogo en clave de los derechos de las mujeres

El jueves 13 de mayo de 2010, en Viedma, después de más de dos años del juicio, el Tribunal Superior de Justicia de Río Negro -integrado por los jueces Alberto Italo Balladini, Luis Lutz y Víctor Hugo Sodero Nievas-, se expidió respecto del recurso de casación presentado por los abogados defensores de Carlos Anzaldo, abogados Oscar Pandolfi y Gustavo Palmieri.

En un horario inusual para este tipo de actos -20hs.-, ante la presencia del juez Balladini, se leyó la sentencia del más alto estamento de la justicia rionegrina. Estaban también la joven denunciante, Jorgelina Cuevas, integrantes del Grupo de Apoyo a Víctimas de Abusos y Violaciones de Cinco Saltos, que habían viajado para acompañarla, y la abogada querellante Romina Sckmunck.

La apelación de la defensa centraba sus argumentaciones en el accionar del Tribunal de la Cámara Segunda de Cipolletti, integrado por los jueces Gutiérrez Elcarás, Repetto y Drake. Se solicitaba la nulidad de todo lo actuado, cuestionando la valoración probatoria, la subsunción jurídica[77]y la vaga descripción del hecho.

El fallo del TSJ rechaza el recurso de casación y los planteos de nulidad presentados, confirmando la sentencia a diez años de prisión del ginecólogo. Entre sus conclusiones, uno de los jueces -el Dr Lutz- expresa que "todos los elementos mencionados conforman un cuadro probatorio sólido que no amerita llegar a otra conclusión que aquélla a la que ha arribado el [tribunal] sentenciante"[78].

El doctor Balladini agrega argumentos que desestiman las exigencias de nulidad de Pandolfi

"[las] presentaciones contienen excesivas referencias a cuestiones de doctrina que se saben conocidas y sobre las que este Cuerpo tiene sentada doctrina legal obligatoria desde antaño (…). También abundan expresiones que de forma injustificada e impropia se refieren a los magistrados y funcionarios que intervinieron en la causa. El recurrente es un avezado abogado (…), por lo que sabe -o debería saber- que los agravios se deben dirigir a los "fundamentos" de la resolución y señalar el error o arbitrariedad en la motivación, y si existen cuestionamientos al desempeño de los funcionarios y magistrados, deben realizarse las denuncias que se consideren pertinentes ante los organismos competentes, tal como lo ha hecho el doctor Pandolfi en otras oportunidades de su actividad profesional" (sic fallo).

En el fallo del TSJ rionegrino se destaca la valoración conjunta del plexo probatorio realizado por el tribunal de grado inferior, reivindicando su tratamiento integral y no particular o aislado.

Para el máximo órgano de la justicia quedó acreditado que Carlos Anzaldo ejercía una relación de dominación sobre sus víctimas y que abusaba de su condición de médico y de profesor para consumar el ataque sexual.

La sentencia, largamente esperada por las víctimas, sus familiares y las organizaciones de mujeres fue considerada como "un triunfo de la lucha contra la violencia de género y (…) un quiebre, una ruptura, en una larga tradición de fallos sexistas"[79].

 

 

Autor:

Teresa del C. Romero

 

[1] Datos que corresponden al trabajo elaborado por el Instituto Social y Político de la Mujer, la Organización Mundial de la Salud, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En: www.periodismosocial.com; 20/11/2006

[2] Alicia Muñiz fue asesinada por su ex esposo, el boxeador Carlos Monzón.

[3] Cinco Saltos es una localidad de aproximadamente 19.819 habitantes, situada en la zona frutícola del Alto Valle, a 15 km de Cipolletti (Río Negro) y 20 km de la ciudad de Neuquén.

[4] Convención de Belem Dó Pará, artículo 1° y 2°

[5] Apuntes de clase de la Especialización en Estudios de las mujeres y de género – UNCo- Facultad de Humanidades- Centro Interdisciplinario de Estudios de Género. Seminario “Teoría y metodología en los estudios de la mujer y el género”, dictado por la Dra Nélida Bonaccorsi. 13/4/07

[6] Citada por Velázquez, ob. cit. p. 28

[7] Apuntes de clase de la Especialización en Estudios de las mujeres y de género – 14/4/07.

[8] Apuntes de clase, Curso Especialización en Estudios de las Mujeres y de Género. 15/09/08. Profesora española invitada, Universidad de Granada.

[9] Citada por Ferrer Pérez, Victoria y Bosch Fiol, Esperanza (2007, enero). “El papel del movimiento feminista en la consideración social de la violencia contra las mujeres: el caso de España”. [Versión electrónica]. En: Revista de Estudios Feministas Labrys N° 10 – Dossier, España. Disponible en: http://www.mujeresenred.net

[10] Textual , recogido del informe de la profesora Silvia Rovella

[11] Ibidem.

[12] Ibidem.

[13] ETAP, Equipo técnico de Apoyo Pedagógico, depende del Consejo Provincial de Educación de Río Negro.

[14] Peker , Luciana (2006, junio 30) Una clase de impunidad. Suplemento “Las 12”, p.14-15.

[15] Nota de Antonio Cuevas dirigida a la Directora CEM 72, Miriam Radonich, con fecha 22 de marzo de 2006.-

[16] Resolución N° 32 del CPE de Río Negro, Exdte N° 139058 de Junta de Disciplina

[17] Marcha en repudio a médico denunciado por violación. (2006, Abril 1). Río Negro, p. 30 .

[18] Declaraciones del Juez Guillermo Baquero Lazcano al Diario “Río Negro”, publicadas por el matutino el sábado 27 de mayo.

[19] Apenas notificado que había una denuncia en su contra, Anzaldo cursó cartas documento a la Profesora Rovella y a la directora del establecimiento educativo, Miriam Radonich. Además, agredió verbalmente a una de las profesoras integrantes del Grupo de Apoyo en la calle, filmó el lugar de trabajo de Rovella y su esposa profirió amenazas en la misma institución educativa, las que fueron registradas en un acta por la Vicedirectora, Graciela Arévalo y de las que fueron testigos las porteras del establecimiento. También aparecieron panfletos intimidatorios en el gabinete de trabajo de la profesora Rovella.

[20] Nota presentada por el Grupo de Apoyo a las Autoridades del Sanatorio “Cinco Saltos” donde Anzaldo seguía ejerciendo como ginecólogo, 8 de agosto de 2006 (el resaltado es de la nota)

[21] Del texto de la Ley 3338, artículo 14°.

[22] Sentencia del Tribunal, N° Expte 21841/07, fecha 30 de marzo de 2007, firmada por Alberto Balladini, Luis Lutz, en disidencia Victor Hugo Sodero Nievas.

[23] Comenzó el juicio a Anzaldo y hubo incidentes afuera del juzgado. (2007, Septiembre 13). Río Negro, 32-33.

[24] Posible contramarcha judicial de ginecólogo condenado por abuso sexual. (2010, Febrero 17). Río Negro, 31.

[25] Algunas denuncias datan de ese período de tiempo

[26] Se entiende por masculinidad hegemónica la “configuración de prácticas de género que legitiman el patriarcado y que garantizan una posición dominante de los varones y subordinadas de la mujeres”. Citado por Rodríguez Durán, A., ob. cit., p. 151.

[27] Marcela Lagarde, teórica, antropóloga y diputada mexicana, establece que la categoría feminicidio es parte del bagaje teórico feminista introducido por autoras estadounidenses bajo la denominación femicide que, traducida a nuestro idioma es femicidio, término homólogo a homicidio, que sólo significa asesinato de mujeres. Sin embargo, para marcar una diferencia con ese término, Lagarde escogió la voz feminicidio para hablar de genocidio contra las mujeres, lo que lo convierte en un concepto de significación política. Fuente: http://www.nosotrasenred.org/feminicidio.html

[28] La expresión fue usada por primera vez por Luciana Peker del diario “Página 12” en una entrevista que le hiciera a una de las víctimas y a la madre de otra.

[29] Según relatos de la madre de Jorgelina, la primera denunciante, también a la joven se le ofreció salir del aula durante las clases de Anzaldo

[30] Del relato de un familiar de una víctima, las frases textuales corresponden a una enfermera del hospital.

[31] Constitución Nacional. Art. 75º, inc. 23.

[32] No se practicaron exámenes físicos a la nena ni al acusado, quien  declaró que no podía tener relaciones; no se atendieron los argumentos de los peritos psicólogos; se cambió la fiscal a último momento (la fiscal que había seguido la causa y contaba con la confianza de la madre de la víctima); no se consideró que existió violación, pese a que existe un niño producto de la misma; la víctima fue –y esto consta en la prueba-  amenazada por el hombre para que no contara que la sometía y ella manifestó que lo hecho fue hecho bajo amenaza, no por propia voluntad, palabra que tiene un peso y densidad distinto cuando se trata de un adulto o una nena de 11 años; se interpretó que no existe mayor daño que el que causa en esta adolescente el abuso. Extraído de: “Niñ[arroba]s esperan una real protección contra el abuso” por Susana Yappert, 5.2.2008 www.artemisa.com

[33] Sorpresa entre los manifestantes. (2007, Noviembre 3). Río Negro, pp. 38-39

[34] Datos extraídos de la declaración testimonial y que son parte del fallo –que condena a Anzaldo- de los jueces de la Cámara Segunda de Cipolletti, Gutiérrez Elcarás, Repetto y Drake, 2 de noviembre de 2007. El fallo está disponible en http://www.jusrionegro.gov.ar/

[35] Dictamen correspondiente a la pericia N° 06-0186 del Cuerpo Médico Forense, IV Circunscripción Judicial, firmada por el Psicólogo Forense, Sergio Blanes Cáceres (facilitada por miembros de la familia de la joven denunciante)

[36] La transcripción se obtuvo en la página del poder judicial rionegrino: http://www.jusrionegro.gov.ar/

[37] En referencia al publicitado caso de la mujer estadounidense maltratada y violada por su marido (John Wayne Bobbit), quien en junio de 1993, después de que la obligara a mantener relaciones sexuales, y mientras dormía, le cortó el pene.

[38] El subrayado en las expresiones intenta resaltar las partes que dan cuenta de lo más perverso dicho por este abogado con el propósito de desprestigiar a la víctima.

[39] Ibídem

[40] Citada por la querella y por la Asesora de Menores

[41] Convención de Belem Do Pará

[42] El resaltado es mío.

[43] En todos los casos, las citas del fallo de los jueces refieren a lo dicho por el Juez Gutiérrez Elcarás, los dos jueces restantes, Drake y Repetto, adhirieron a los argumentos y votos del primero.

[44] El resaltado es mío

[45] Abogada querellante en el Caso Anzaldo, integrante de la Red Voluntario de Abogados de Poder Ciudadano

[46] Entrevista realizada por Luciana Peker, el 30 de junio de 2006.

[47] Fallo de la Cámara, corresponde a los argumentos dados por el Juez Gutiérrez Elcarás.

[48] Testimonios de estudiantes del CEM 72, retomados en el fallo de los jueces.

[49] En el fallo se destacan dos de estos testimonios, el de Natalia Rodríguez y el de Lucas Fabiano, quienes además son de la religión Testigos de Jehová, hecho que los magistrados subrayan por ser una religión en la que la verdad es un valor preponderante.

[50] Utilizo este concepto –siguiendo a Lidia Fernández (1994)- para dar cuenta de la capacidad de un establecimiento educativo, sus integrantes y sus sistemas, de plantear las dificultades como problemas y encarar acciones para prueba y ajuste de soluciones.

[51] La justicia desestimó la denuncia.

[52] Carta de Gabriela Soto, mayo de 2006, facilitada por miembros del Grupo de Apoyo.

[53] Nota del 18 de julio de 2006, dirigida a Miguel Ángel Berrmejo

[54] El resaltado en la frase es mío.

[55] La reconstrucción del proceso de constitución del grupo y de muchas de sus actividades fue posible gracias a los relatos de dos de sus integrantes.

[56] “La Revuelta” es una organización que tiene amplia participación en los movimientos sociales de Neuquén. En su mayoría lo conforman maestras que militan también en el gremio docente provincial. Algunas provenían de militancias de partidos de izquierda con rígidos lineamientos. Realiza su primera actividad de presentación pública como grupo un 8 de marzo de 2001.

[57] Newen Koñi significa “fuerza del brote” es una agrupación que nuclea a madres de niños/as abusadas, con sede en Plottier.

[58] Castoriadis alude con esta categoría a la capacidad imaginante, de invención o creación incesante social-histórico-psíquica, de figuras, de formas, de imágenes, que producen las significaciones colectivas. (…) Lo imaginario es siempre simbólico y (es) un modo de ser de lo histórico-social que se propone superar el dualismo individuo/sociedad. En: Diccionario de estudios de género y feminismos. Ob. Cit., pp. 178-179

[59] Ver análisis en apartado anterior “El caso Anzaldo como expresión de la violencia de género”

[60] Estas acciones se concretaron fundamentalmente a través de notas y entrevistas específicas con funcionarios, autoridades educativas y políticas (intendente y Concejo Deliberante de la Localidad)

[61] Se profundizará el análisis de este aspecto en el capítulo de Víctimas y victimario.

[62] La metáfora de las “gafas violetas” es usada por Nuria Varela para explicar en qué consiste la mirada feminista (Ob. Cit., Cap. 1 y 6)

[63] Margarita León diferencia este poder, que denomina PODER SUMA- POSITIVO, del poder SUMA-CERO que supone el logro de poder en una persona a costa de la pérdida de poder de otra persona o grupo, un poder dominador y controlador, con capacidad de imponer decisiones sobre otros. En: León, M. (2001) Ob. Cit., p. 101.

[64] Al respecto, cito los trabajos de Esteban Lupiañez (Mendoza, Argentina); el estudio presentado por la licenciada en Trabajo Social María Eva Sanz como tesis de maestría de la Carrera de Especialización en Violencia Familiar de la UBA y el trabajo del equipo interdisciplinario de investigación de la Universidad de Málaga en España. El primero, mediante un estudio descriptivo y exploratorio, revela el bajo porcentaje indicativo de presencia de psicopatía obtenido en una muestra de diez sujetos condenados por delitos de índole sexual. El estudio de Sanz, muestra que casi la mitad de los violadores tenía pareja e hijos al momento de su detención; el 95% de ellos tenía trabajo; la mitad había alcanzado la escolaridad secundaria y universitaria y todos los condenados habían sido considerados "normales" en el examen psicofísico. La investigación española, realizada en cárceles de Málaga, pone el acento en que los violadores son en su mayoría sujetos que actúan con pleno dominio de sus facultades mentales y que, aún cuando tengan un trastorno mental, la acción delictiva acontece sin relación con la afección.

[65] Datos extraídos de http://abusoemocional.ning.com/group

[66] Selección de partes de la declaración de Carlos Anzaldo, presentada por escrito durante el juicio y que consta en el fallo de la cámara. El subrayado es mío.

[67] Ibidem.

[68] Ver en este trabajo, “Intervenciones de la Justicia”, el apartado 4.2.2.2 “Escuchar a la víctima: Alegatos de la fiscalía y la querella”

[69] Los párrafos fueron extraídos de la página de “Salud activa” y de la nota del diario Clarín del 23/07/2008

[70] Planteo de Pandolfi al inicio del juicio cuando solicitaba la presencia como observadores de otros abogados. El subrayado es mío.

[71] La Revuelta. (2006, junio) Les quedan las palabras. Suplemento Sin Sostén, p. 4-5. Periódico 8300 de Neuquén.

[72] Refiero a la nota que publicara la Colectiva Feminista “La Revuelta” titulada “Les quedan las palabras”, junio de 2006, Periódico “8300”.

[73] Velázquez, S. (2003). Ob. Cit., p. 61.

[74] La Revuelta. (2006, junio) Les quedan las palabras. Suplemento Sin Sostén, p. 4-5. Periódico 8300 de Neuquén

[75] Ibidem.

[76] Ibidem.

[77] Refiere a la interpretación de una norma o de hechos o actos jurídicos (subsunción jurídica de los hechos o aplicación del derecho a hechos concretos).

[78] Fallo del Tribunal Superior de Justicia, N° expte. 22670/07, carátula “Anzaldo Carlos. s/ abuso sexual con acceso carnal s/ casación”; fecha 12/05/2010, N° Sentencia 75, tipo de sentencia: Dictamen final. Firmantes: Luis Lutz, Alberto Ítalo Balladini. Sodero Nievas en abstención (no firma estar de licencia por compensación de feria). El fallo está disponible en: www.jusrionegro.com.ar

[79] Comunicado del Grupo de Apoyo a Víctimas de Abusos y Violaciones de Cinco Saltos, publicado el 14/05/2010.

Partes: 1, 2, 3
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