En 1953 el mundo, como espectador de lujo, presenciaba el primer capítulo de la llamada guerra fría. Denominación homologa que hace referencia a conflicto, no bélico, desatado entre las dos grandes potencias que dividían la política internacional: el occidente capitalista obediente a las directivas de Washington y el oriente estalinista comandado por la política del Kremlin en Moscú.
Este conflicto se baso en la competencia ideológica, plasmándose en: la carrera armamentística, la superioridad tecnológica, la propaganda pro sistemas, la denominada "Guerra de las Galaxias" y en varias ocasiones arribaron al límite del choque militar.
La Argentina, tendría un papel importante en el desenvolvimiento de estos hechos ya que para 1952 Juan Domingo Perón comenzaba su segundo mandato, y colocaba al país bajo la nomina de las naciones no alineadas a los bloques dominantes.
La fuerza del régimen peronista, provenía de amplios sectores populares y de una adhesión de grupos militares que veían al justicialismo como la doctrina que más cuidaba su estatus quo, y es el justicialismo, doctrina creada por el propio Perón, la que buscará el equilibrio entre capital y el trabajo, para ello haciendo uso de amplias políticas públicas, que caracterizan al Estado Benefactor, otorgara pequeños beneficios (antes nunca dados), a los grupos sociales más desprotegidos y desamparados, de esta manera podía asegurarse el control y la cooperación del movimiento obrero nacional.
(…) "El proletariado y el ejército continuaron apoyando firmemente al peronismo, y sobre esa sólida base el gobierno pudo construir, – sin chocar contra la mayoría del pueblo y ante su indiferencia – un aparato semi – totalitario de captación y de represión" (…)"[1]
Pero esta colaboración, debió ser previamente orquestada y los instrumentos con los que se valió, para dar forma a su poder variaron e irrundaron distintos ámbitos, desde la propaganda radial y carteles, hasta incurrir en el sistema educativo.
Largas luchas tuvieron que enfrentar con la derecha más violenta encarnada en la iglesia católica, ya que ésta como distintos grupos conservadores, veían con malos ojos el avance del Estado populista en materia educativa.
(…) "Los liberales católicos temían el avance de esas concepciones en la educación pública, y junto con los liberales de tendencia laica identificaron al peronismo con el fascismo" (…)[2]
La oligarquía temía que las aulas sean "ensuciadas" por los hijos de obreros, a quienes les profesaban un profundo odio y desprecio de clases.
Pero el gobierno peronista, no solo recibió de los conservadores más extremistas las críticas, también la hicieron aquellos que se identificaban con la izquierda, como ser el partido comunista argentino, de tendencia estalinista.
(…) "También los vinculados al partido comunista se aliaron en la defensa de los principios liberales contra el avance del Nacionalismo, identificando peronismo con facismo" (…)[3]
Pese a la crítica el estado de bienestar representado por Perón no se limitó solo a entregar libros carentes de contenido pedagógico (no político) como la razón de mi vida.
El hábil Perón tenía en sus manos el poder y sabía como usarlo.
(…) "Los planes de edificación escolar plasmado en el primer plan quinquenal comenzaron a aplicarse en el "47, desde aquí al "55 se construyeron 8.000 edificios educativos de todo tipo, agradables y acordes al lugar donde eran construidos. Los fondos destinados en 1953 y 1954 sumaban 1.230.378.493 pesos contra 285 millones en el "46" (…)[4]
Nunca antes el territorio argentino fue sacudido por una ola educativa tan gigante como la que impulso el peronismo en sus años de apogeo.
La necesidad para el régimen de crear un sentimiento nacional y popular, que a la par engrandezca la figura del líder, llevo a ubicar a la educación como uno de los pilares fundamentales de donde se impartía la simpatía incondicional con el movimiento.
(…) "La escuela se convirtió en uno de los principales instrumentos de socialización en las normas, valores y estándares de comportamientos urbanos" (…)[5]
Las acciones del gobierno no recayeron, al menos de forma imparcial, en capital o el gran Buenos Aires, las provincias del interior recibieron una parte considerable de la repartija oficial; acción que posibilitó la creación de distintos institutos ampliando los niveles educativos donde antes nunca había llegado.
La creación del Instituto General Manuel Obligado, como fuimos viendo, debió atravesar una serie de avatares en un periodo histórico convulsionado por golpes de Estado y democracias endebles; por ello para que el primer colegio normal del norte del Departamento General Manuel Obligado fue un grupo de hombres, de irreductible voluntad y convicción los que debieron sortear todo tipo de obstáculos burocráticos (y que no por ello dejan de ser políticos y económicos) para llegar a ver una meta tan anhelada como imprescindible para el crecimiento educativo de la región nordeste de Santa Fe.
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