Ciberculturales de la globalización: mirando desde la economía política
Enviado por Mario Gonzalez Arencibia
- Conectividad, mercancía y mercado en la era digital
- La marca de "Made in Word" y el comercio electrónico
- Efecto socio-clasista de la cultura digital
- Factores determinantes de la dicotomía
- Generalidades
"La cultura esta en el centro de la Economía Política moderna y en ella se revelan las grandezas y limitaciones humanas. Allí están la codicia, la ambición, el egoísmo, pero también están las contribuciones a la cultura de la humanidad"[1] La palabra ciberespacio se deriva de la cibernética, la ciencia de la computación y control, la cual nació cuando los hombres notaron la semejanza entre los seres humanos y las máquinas por su dependencia en la información para el control de sus sistemas respectivos. Por consiguiente, el ciberespacio describe la esfera de actividad en que los seres humanos extienden las funciones de sus mentes y de sus capacidades comunicativas al dominio de las máquinas. El efecto es que el ciberespacio es el fenómeno en el que los seres humanos transfieren su espacio comunicativo y relaciones interpersonales desde el modo cara a cara al dominio de los flujos de datos electrónicos. En las palabras de Marshall Mcluhan, es una "simulación tecnológica de la conciencia". En las palabras de William Gibson, el gran autor de "Cyberpunk" y ficción de ciencia, es una "alucinación consensual, una representación gráfica de datos abstraída de los bancos de cada computadora en el sistema humano. Como resultado de estas transformaciones han surgido calificativos para designar la novedosa dimensión cultural que tiende a generar el mayor acercamiento hombre-máquina, el cual en esta ocasión es denominado Ciberculturales de la globalización, cuyas particularidades observadas desde la Economía Política indican la existencia de crecientes cambios que implican la aparición de nuevas formas culturales en cada uno de los elementos de las relaciones de producción. Ello se expresa en que a diferencia de los tiempos de la internacionalización, cuando se buscaba abrir las fronteras nacionales para incorporar bienes materiales y simbólicos de otros países, en la globalización interactúan simultáneamente actividades económicas y culturales dispersas, generadas por un sistema de múltiples centros donde no importa el punto geográfico desde donde se actúa, sino la velocidad e inmediatez con la cual se recorre el mundo. El hecho es que el cambio tecnológico y las relaciones sociales de producción que lo acompañan se han convertido así, en un participante o conductor para la cultura, y en una razón de ser para el despliegue de prácticas ciberculturales o actividades que se despliegan bajo el impacto de las redes de telecomunicaciones. Pensando en las modificaciones más trascendentes que se han producido en las relaciones de producción en los últimos 20 años del siglo XX y que predominaran una buena parte del siglo XXI, se podría colocar como ejemplo de velocidad e instantaneidad el impacto que tienen las avanzadas tecnologías en el plano de la informática y la computación, lo cual tiende a independizar con particular fuerza las variables producción, distribución, cambio, y consumo, ya no sólo de bienes materiales de la sociedad, sino de los llamados intangibles o bienes inmateriales. Esto se refiere básicamente al ejemplo de Internet, cuya producción y distribución de alcance global, exige de trabajar en nuevas formas culturales que sustentan la dinámica de la globalización, al requerir no solo competencias informáticas sino al involucrar amplias redes globales que aceleran el proceso de socialización y que implican asumir nuevos códigos y valores con relación a la dinámica global-local. El resultado es una modificación en el plano cultural, que está haciendo posible la comunicación entre sujetos diseminados en todo el mundo.
Conectividad, mercancía y mercado en la era digital
En este marco los "productos del saber" que se ponen en circulación estremecen las leyes del mercado, bajo la influencia de la ley de la conectividad basada en una economía en red que se retroalimenta de un universo de conexiones telemáticas y un universo de microprocesadores electrónicos miniaturizados. Con ello se acaba la era de los ordenadores aislados y se pasa a su comunicación. Cada vez más el valor de los productos producidos y comercializados por la vía de Internet adquiere una forma independiente de su aspecto físico.
El efecto de lo anterior es que el concepto clásico de mercancía caracterizada como objeto externo que en su uso y consumo se destruye se modifica, debido a la capacidad que tienen las redes digitales de reproducirlo a lo largo y ancho de todo el mundo. Esto está determinado por el hecho de que para almacenar una idea no se requiere necesariamente de un objeto físico, la manera en que se almacenan los datos en un medio electrónico es mediante impulsos magnéticos que representan información. En este contexto también se modifica la definición de mercado entendida como el lugar donde se compran y se venden productos. En el ámbito de la economía digital, el mercado asume un carácter más transparente y de mayor alcance geográfico que en el mercado de productos físicos o tangibles. Los actores de la economía en redes participan ahora en un mercado digital, así la red de datos deja de ser un espacio físico concreto para convertirse en un mercado ideal teniendo como resultado una economía abierta y transparente.
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