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Entrevista con Dios


  1. Historia de Lucían
  2. Historia de Mo
  3. Historia de Rezo

Historia de Lucían

Esa mañana fría de domingo, la ventana resistía los azotes de la incesante lluvia que caía sobre el blanco hospital general de Metro. Mis colegas trataban de encontrar la forma más sutil de decirme que el fin se acercaba, tal vez nuestra íntima relación de años, los hacia crear nuevas esperanzas y hacer lo imposible por encontrar respuesta a la extraña enfermedad que me invadía sin control ni piedad. Morir de algo que sabemos que es y por qué se manifestó es casi una forma de comprender y palear la entrañable angustia que causa la muerte, pero irnos de este mundo sin saber por qué y del cómo, es casi flotar en el averno de la eterna duda, ¿castigo divino? ¿Para quien había pasado toda su vida al servicio de los demás?, Me había pasado los últimos 20 años como médico cirujano en el hospital de metro, hoy la medicina y tecnología disponible en salud, no lograban determinar por qué me acercaba a paso ligero a las puertas de la muerte. Las enfermeras y auxiliares más el personal que había trabajado bajo mi dirección todos estos años, oraban por mí en la capilla del cuarto piso. Algunos pacientes que había operado y que hoy gozaban de buena salud, reclamaban piedad al Señor, por mí.

El director del hospital de metro, no podía dar prioridad a mi caso como el quisiera, ya que existían también otras personas que necesitaban de atenciones y cuidados urgentes, pero podía darme cuenta que al ver a uno de los que había trabajado incansablemente por salvar vidas, como se despedía día a día sin que nadie pudiera hacer nada. Lo ahogaba de impotencia.

EL lunes que llegaba con el mismo olor y sonidos que estos últimos 20 años, me recibió de otra forma, podía ver todo con tanta claridad que asustaba, hasta que pude darme perfecta cuenta que había fallecido, miraba como mi cuerpo inerte era trasladado por el azul pasillo hasta la sala de la morgue, los médicos forenses iniciaban los protocolos de rigor, las personas lloraban y otros más fuertes y resignados hacían sus deberes con miradas fijas y concentradas.

Al elevarme pase a través de portales que iluminados daban paso a extraños pero deliciosos espacios abiertos que me llenaban de energía, incontables ases de luz me abrían paso y una imagen indescriptible que secundada por una voz insonora, se dirigía a mi como sonidos del mar, o mejor como concierto de mágicos sones impalpables, celestiales notas que mis sentidos no conocían.

En un espacio de transparentes ondas, pude descansar de mi viaje límbico, astrales energías me dominaban y con goces me invitaban a oír el cuestionario eterno e inmaterial de la voz sin sonidos. Hombre replico con silabas tranquilizadoras, puedes decirme porque estás aquí?, bueno mi Señor, al parecer he muerto y no hay nada que yo pueda hacer al respecto, fui presa de una extraña enfermedad, que consumió mi vida, y ahora estoy en presencia de usted mi señor, respondí atónito, bien hombre dime cuales fueron tus días más alegres en la tierra, respondí casi sin poder creer lo que me estaba pasando, la verdad es que fueron incontados momentos de alegría y no uno en particular mi señor, está bien hombre, dime cuales fueron, bueno mi Señor , cuando un paciente me decía que su dolor ya no estaba o cuando me encontraba con algún familiar de ellos y me daban las gracias por haber extraído aquello que les fuera causa de dolor o mal estar, sentía que mi vida se llenaba de gozo mi Señor, es decir hombre que al ayudar a otros encontrabas la paz y el regocijo eso quieres decirme, dijo el Señor con dulce asentó y parsimonioso hablar, si mi Señor , esos fueron los momentos más alegres de mi vida, respondí una vez más casi sin poder creer lo que estaba ocurriendo en aquel lugar, limpio pero sin aroma, iluminado pero sin luces y tibio pero sin sol.

Está bien hombre, y dime cuales fueron tus momentos más tristes y desdichados, bueno mi señor el día en que me separe de mis hijos, sin lugar a dudas fue el más desamparador de mi vida.

Lucían, dijo el Señor si te enviara a la tierra de regreso para que pudieras cuidar a tus hijos, y continuar con tu lucha contra las enfermedades que atacan a los hombre, que cambiarias en tu vida? Señor si estoy en tu presencia es porque así debe ser, estoy en paz mi Señor.

Lucían, me dices que tu mayor goce fue el de cuidar a tus semejantes, amar a tus hijos y rechazas mi ofrecimiento de regresar a tu vida en la tierra?_ mi señor estoy en paz.

Lucían, puedes despertar de este sueño, recuerda que elegiste con el corazón.

Historia de Mo

En la puerta de una farmacia una victima se desangraba por haber sido apuñalado tres veces en el tórax, el asesino corría por la calle con el botín sustraído al mal herido. Al entrar a una casa abandonada y revisar su maligna ganancia se dio cuenta que el fajo de billetes era suculento, le alcanzaría para comprar suficiente droga y zacear su enfermiza forma de conseguir goce, al cruzar la calle corriendo para comprarla un bus que venía en sentido contrario lo arroyo con tal fuerza que su cabeza se destrozó contra el pavimento, causándole la muerte en el acto, de pronto pude ver como un grupo de transeúntes se agolpaba para mirar su cuerpo casi mutilado, y más tarde ver a la ambulancia que lo recogía , no podía oír lo que estaba ocurriendo pero si podía verlo claramente.

Se elevaba tan rápido que pronto consiguió observar el globo de la tierra desde muy lejos, en ese momento su alma se multiplico exponencialmente, sintió tan inmenso dolor que logro entender en un segundo todo el mal que había causado durante su vida en la tierra. Al nacer su madre había fallecido por una infección que le paralizó su débil corazón. Se crio prácticamente solo entre orfanatos y estaciones de policías, calabozos y sucuchos mal olientes.

De niño antes de aprender a decir palabra, ya sabía colarse entre estrechos espacios para tomar todo aquello que pudiere serle útil o de algún valor comercial.

Mo ahora estaba en presencia del Señor, quien abriendo sus brazos lo recibió inundándolo con una sonrisa que todo lo iluminaba.

Hijo mío, replico el señor, a que has venido ante mí, Mo mudo de impresión callaba sin saber que responder, Mo no temas en decir que es lo que sientes. Mo asustado y nervioso, miro a los pies del Señor, diciendo, jamás he sabido cual es el motivo por el cual me tocó vivir, hubiera preferido no haber nacido bajo la marca de la pobreza y el abandono, no conocí a mis padres ni a ningún familiar cercano ni lejano, he quitado vidas sin pudor ni arrepentimiento, he tomado el esfuerzo de los demás y lo he convertido en el mío, robado, engañado, burlado, mal decido y hasta ultrajado. He hecho todo lo que no hay que hacer y siempre he sabido que es lo correcto he incorrecto, pero aun así, he dado rienda suelta a mi bajos instintos, del por qué estoy aquí, supongo que debía ser así, es decir no hay nada que podamos hacer ante la muerte, sobre todo si es un bus el que te arroya con tal fuerza que molió mi cuerpo y destrozo mi cabeza.

Mo dijo el Señor, no es esa la pregunta que te he formulado, sino a que has venido ante mí.

Mo confundido sentía que no tenía la respuesta a la pregunta del Señor, hasta que entendió que no era solo una pregunta, era la respuesta a una vida de ignorancia y dolor constante, temor al desayuno y dolor a la hora de dormir, angustia al almuerzo y jamás poder derramar una gota de arrepentimiento.

Mi Señor, he venido ante tu presencia para volver a nacer.

Pues que así sea Mo, regresa a la tierra y comienza una vida donde puedas colmarla de felicidad y buenas acciones, mira a tu prójimo como si me miraras a mí, haz de tus palabras como si me hablaras a mí, y gana tu pan como si lo hicieras para mí.

Historia de Mica Jorowitz

Mica buscaba con premura el mini diario de vida que guardaba su tío Pavel, bajo el antiguo y mal oliente colchón de lana, bien, que venía arrastrándose entre nuestra ínfima existencia de esqueletos humanos, antes de que yo llegara al infierno de hielo.

Los espectrales oficiales nazis, nos miraban con ira y al mismo tiempo con arrugas de nariz, denotando el hedor a cuerpos olvidados por el agua y el jabón, las escasas duchas con agua fría, eran para atormentarnos sobre la posibilidad de que fuese la última. Nosotros que aun podíamos con el trabajo pesado, podíamos vivir un poco más y mientras eso sucediera la idea de morir cualquier dia era parte de la diaria tortura, por haber nacido judío.

Al tomar el pequeño cuadernillo amarillento y apergaminado por los años, podía sentir que una luz muy lejana de esperanza y libertad, acariciaba mis ganas vacías de vivir un día más, en aquel infierno gélido repleto de llanto y dolor.

Lo abrí en la misma hoja que lo hacía siempre, era como si el librillo supiera de mi predilección por esos párrafos que me hacían recordar mi niñez, las corridas en bicicleta por la plaza de la capital, y las melodías de piano que mi abuela solía teclear desde la sala iluminada por rayitos tenues y tímidos de luz, que con fina puntería se clavaban en los cojines de seda que acomodados en los sillones del comedor , nos invitaban a tomar asiento y reírnos de las piernas elefanticas de la abuela y sus antiguas melodías.

Antes que pudiera advertir la insana presencia de un demonio vestido de uniforme impecablemente planchado y almidonado, sentí como su sombra cubría mi espacio, igual que un tiburón gigante que oscurece el suelo marino al pasar bajo el sol entre las aguas. Un grito que fue oído en la luna, me causo un terrible dolor de oídos, seguido de un latigazo cruel que partió mi piel junto a la desgastada camisa usada tantos días de sol en la Riviera.

Alzado por dos soldados oscuros y deformados por el odio, me arrastraron hasta un punto del muro que protegía la avenida, al mismo tiempo que el maligno ser envestido de poder , desgarraba una a una las hojas del diario, se destrozaba lo único que quedaba de alma en mi enjuto cuerpo adolecente, ya no sentía miedo, ni dolor, solo quería irme rápidamente al lado de mis padres y hermanos que me esperaban en algún lugar del limbo celestial. Al oír los sonidos de las armas que se preparaban a dispararme, una mano suave y tibia me tomaba, al mismo tiempo que las balas me negaban seguir viviendo, destrozando mi huesudo pecho. Podía ver como los soldados reían y se marchaban por el barroso suelo nazi, como si hubieran salvado al mundo de una gran amenaza, compuesta por un adolecente piojoso, ultrajado , desnutrido y un destrozado diario que albergaba recuerdos que ahora serían olvidados para siempre.

Al surgir hasta lo más alto del cielo, fui conociendo en mi interior la verdadera naturaleza del hombre, sentí como el odio y las ansias de poder los estrujaban en sus perdidas y oscuras almas.

Mica me oyes, dijo el Señor desde un lugar omnisciente dentro del espacio que me circundaba, si mi Señor te oigo, a que has venido hijo mío dime, mi Señor respondió Mica jamás quise hacer este viaje hasta ti, solo que nada pude hacer contra las armas de los soldados nazis, que sin pensarlo me acribillaron contra el muro de roca tan perforado por su armas del mal.

Mica responde mi pregunta a que has venido, Mica solo se detuvo a pensar en sus últimos días en el infierno de hielo que lo vio morir, en manos de los demoniacos soldados nazis, sus recuerdos lo hacían convulsionar de terror al recordar las terribles vivencias que experimento en manos sus captores. En un trance radial pudo ver más allá del entendimiento que le otorgaba su experiencia en la vida terrenal, descifrando los corazones de aquellos que habían destruido su vida y mutilados sus recuerdos, convirtiéndolos en cenizas ahogadas con lágrimas de fuego. Mi Señor he venido ante ti para limpiar mi corazón de odio, para reinventar mis sentimientos y sanar mis recuerdos , solo sé que poniéndome de pie ante ti, podre sanarme por toda la eternidad.

Lo se Mica, hablo el Señor es por ello que ahora regresaras donde debes estar , junto aquellos que te amaran para siempre, has de tu vida un sinfín de amor, un incansable rio de esperanzas para aquellos que no la tienen y experimenta segundo a segundo la más pura de las existencias.

Historia de Rezo

Al bajar de mi auto fuera de casa, sentí un frio aire que paso por mi espalda, como si vaticinara temporal. Entre en el departamento y al ver unas calcetas de hombre que no eran mías, me dije a mi mismo, por eso el mensaje me decía, nos vemos el miércoles, ahora entendía por qué mi esposa había coordinado todo en la aerolínea, fui hasta mi estudio abrí la caja fuerte y tome el 38 especial Smith and Wayson, le inserte los seis tiros en la nuez, y camine por el pasillo en calcetines, los gritos de placer se podían oír claramente, lujuria y sudor se mezclaban en la habitación en donde me había declarado amor perpetuo y fidelidad bajo cualquier circunstancia, podía oler el aroma a sexo húmedo y felicidad completa, patee la puerta sin dudar y los revente a tiros  en medio de la oscuridad , la sangre negra se mezcló con el algodón del colchón hindú, y las sabanas de satín , sus cuerpos despedazados envueltos entre girones dejaron de jadear al fin, cuando llame a la policía para denunciar sin remordimiento lo que había hecho, mire por el ventanal y vi el auto de mi mejor amigo quien salía con una colega de su oficina, en eso observe horrorizado a mi mujer bajar del porche que le había regalado para su cumpleaños con un obsequio de emporio Armani en su mano, envuelto en el color negro opaco que me encantaba.

Enloquecí y quise acabar con mi vida pero no tuve el valor de apretar el gatillo, de hecho huy lleno de pavor corriendo hasta la avenida principal, los carros de la policía anunciaban con sus luces y sirenas que la hora de la verdad se acercaba, una voz rompía la tranquilidad de los condominios que convulsionado por el sonido de la muerte, me gritaban asesino despiadado, ha dado muerte a un joven hombre y su amante, la desconsolada espesa se desvanecía como vapor al viento , los agentes gritaban sin cesar y al mismo tiempo que corrían habrían fuego, mordidas incandescentes abrieron el cuerpo de Renzo, al caer al frio piso de cemento invernal, sus ojos quedaron mirando fijos las huellas de los vehículos que frenaban en medio del tráfico.

Solo el silencio me distrajo entre las luces y los hombres, pude ver con claridad mi cuerpo y e de ellos, como me observaban desde sus posiciones , frente a ellos otras almas descansaban junto a la imagen radiante del Señor.

Renzo, a que has venido a mi reino, Señor creo que jamás podre encontrar la respuesta a esa pregunta, he sido yo mismo quien destruyo la vida de dos amadas personas, en un arranque de celos infundados por mi falta de honestidad y de corazón.

En mis viajes de negocios conocí a una bella mujer quien me cautivo y a la cual me entregue sin pensarlo, mientras en casa mi esposa me aguardaba para darme lo mejor que podía, le mentí tanto que se hizo costumbre, y asi pase tres largos años.

Toda esta maraña de engaños y aprovechamientos sin piedad, me convirtieron en un experto el cual solo pensó en sí mismo. Es por ello que al llegar a casa y ver indicios de desorden antes de mediar palabras, abrí fuego contra quien creía mi esposa, siendo los cadáveres el de mi mejor amigo y sus joven amante, yo mismo les había prestado las llaves del lujosos condominio, en mi ausencia solían visitarlo y divertirse a sus anchas.

Mi mujer a quien amo con toda mi alma, presencio el macabro hallazgo sin entender nada y rompiendo sus corazón nos condene a ambos al eterno sufrimiento.

Mi Señor, ante ti me he postrado y ante ti me desmorono, del porque he venido ante tu presencia, es solo porque al tratar de huir de mis horrendo crimen fui acribillado por los gendarmes quienes con gritos de alto, trataron de que terminara mi loca carrera, la cual solo pudo ser culminada con tiros de sus armas.

Renzo, hijo mío, solo dime porque has venido ante mi presencia es todo lo que he preguntado, mi Señor respondí, luego de buscar entre mis actos y mis pensamientos, la respuesta a tu pregunta solo me queda decir, que si entre mentiras funde mi matrimonio, si entre engaños ame a mi esposa, y burle el puro y santo juramento del matrimonio, siendo vuestra imagen y vuestra sabiduría mi testigo, era de esperar que este horrendo fin terminara con mis días entre los hombres.

Ahora sé que merezco el infierno y dispuesto a pagar por mi altanería estoy, déjame que arda en el infierno y mis huesos alimenten la hoguera del caído, solo así podre experimentar el dolor que he causado a los que más amaba en el mundo.

Renzo, esta no es tu decisión solo mía es, y ahora regresaras a la tierra para buscar la forma de enfrentar el daño que causaste, más la fuerza para dar la cara a tus errores yo te daré y la sabiduría para hallar el consuelo yo proveeré.

Ahora ustedes hijos míos tendrán la misión de encontrar sus caminos como si fuera el mío, y de esta forma daremos por terminada la entrevista con Dios.

 

 

Autor:

Luis Adolfo Cotapos Cofre