- ¿Quién es Wendy?
- Origen del trastorno
- El pasado emocional y de cómo afecta las relaciones
- Bibliografía
Un trastorno personal basado en la necesidad de satisfacer al prójimo
En esta lección cubriremos dos aspectos del tema de cargar el embalaje emocional de satisfacer los demás y cómo esta actitud nos disminuye la autoestima.
Miedo al rechazo, al abandono, deseo de complacer a los demás y sobre todo a la propia pareja… Estas son algunas de las causas que se encuentran tras el llamado ‘Síndrome de Wendy’. Una compleja conducta que a simple vista no tiene patología alguna y guarda una estrecha relación con el más conocido ‘Síndrome de Peter Pan’, descrito por Dan Kiley en 1983 y que hace referencia a todos aquellos hombres y/o mujeres que no quieren, o que no pueden, crecer.
¿Quién es Wendy?
Wendy es aquella mujer u hombre que se encuentra detrás de un Peter Pan. Y es que, tras un Peter Pan siempre tiene que haber una persona, hombre o mujer, dependiendo del caso, que se encargue de hacer todo aquello que no hace él. Peter Pan no existe si no hay una Wendy que le aguante.
El Síndrome de Wendy se puede definir como el conjunto de conductas que realiza una persona por miedo al rechazo, por necesidad de sentirse aceptada y respaldada, y por temor a que nadie la codicie. En definitiva, por una necesidad imperiosa de seguridad. Cuando el sujeto actúa como padre o madre en su pareja o con la gente más próxima, liberándoles de responsabilidades, podemos hablar de Wendy, estas conductas pueden darse tanto dentro del núcleo familiar, en los roles de padre/madre sobre-protectores, como en las relaciones interpersonales, con aquellas personas muy cercanas.
La madre que despierta todos los días a su hijo para que no llegue tarde a la universidad, aquella que le haga los deberes, le resume las lecciones o subraya los apuntes, la esposa que asume todas las responsabilidades domésticas… es una Wendy en el núcleo familiar.
Lo mismo ocurre en la relación de pareja si es ella y no él quien toma todas las decisiones y asume las responsabilidades, actúa como madre o padre y como esposa/esposo o justifica la informalidad de su pareja ante los demás.
Las conductas más significativas que acompañan una persona que padece este síndrome los las siguientes:
- Sentirse imprescindible
- Malinterpretar que el amor sólo es sacrificio y resignación
- Evitar a toda costa que su pareja se enoje
- Intentar continuamente hacer feliz a la pareja
- Insistir en hacer las cosas por la otra persona
- Pedir perdón por todo aquello que, por el otro, no ha hecho o que no ha cómo sabido hacer
- Necesidad imperiosa de cuidar del amante como si fuera un niño
- Convertirse en un padre o madre en la relación de pareja
Para hablar de un verdadero Síndrome de Wendy es preciso tener en cuenta que todas estas acciones se basan en un terror al abandono, que son inmutables y que persisten como tales, con en el transcurso del tiempo.
Origen del trastorno
Actualmente no existen estudios epidemiológicos que arrojen unos datos fiables sobre el porcentaje de la población que puede sufrir este síndrome, porque el síndrome como entidad establecida aun no existe. No obstante, sí se han establecido las diferentes variables que pueden desencadenar su aparición. Lo primero que hay que tener en cuenta es que puede afectar tanto a hombres como a mujeres, aunque es cierto que es más frecuente entre ellas.
Esta diferencia entre los sexos puede ser debida, entre otras cosas, a la cultura en la que estamos inmersos. Queramos o no, todavía sigue siendo la figura de la mujer quien tiene más peso en el cuidado de los miembros de la familia y esas ideas que se nos inculcaran en el proceso educativo tienen su expresión en la vida adulta.
Y es que el Síndrome de Wendy no depende de un solo factor, sino de un conjunto de variables, entre las que destacan el cuidado, de niñas, recibidos, la educación absorbida, la personalidad propia y las circunstancias que rodean a la persona. No obstante, que ninguna de estas variables por separado sería la responsable de su aparición.
Por ejemplo, la educación recibida no determina necesariamente este tipo de conductas. En ocasiones, tener una madre o un padre sobre protector puede crear en sus hijos o hijas un gran deseo de independencia. Aunque es cierto que también hay ocasiones en las que se perpetúan los patrones de conducta adquiridos y vistos durante la infancia y adolescencia, continuando el ejemplo de los superiores.
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