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El velero. Una travesía por el mar de la existencia


Partes: 1, 2

    1. Boga mar adentro
    2. La inmensidad del ancho mar
    3. El viento
    4. Las velas
    5. La brújula
    6. La carga
    7. El timón
    8. El ancla
    9. El Puerto
    10. El Capitán

    Ningún destino existe lejos de la imaginación y del deseo de sus navegantes.

    edu.red

    En la interioridad se encuentra el cofre que guarda cuidadosamente el mapa del tesoro que todo ser humano debe descubrir para ser feliz.

    Jesús Arturo Figueroa Quiroga.

    La sabiduría de lo sencillo revela el conocimiento cuando su verdad atraviesa las murallas de la razón desnudando la grandeza de su simplicidad.

    Introducción

    Este libro nace de la necesidad de fortalecer procesos de crecimiento personal encaminados a la felicidad en la aventura de existir. Su propuesta metodológica rescata la importancia de mirar la realidad como espejo que refleja imágenes capaces de motivar el pensamiento en el viaje por senderos poco transitados de la interioridad humana como camino auténtico hacia la realización. El Velero no es un libro que promueve escapismos sociales, por el contrario, pretende elevar la capacidad de pensar para aprender la realidad y transformarla.

    Los invito a realizar este hermoso viaje en compañía de El Velero, reflexionando en las circunstancias, rutas, cargas, vientos, tormentas, marineros, navegantes, capitán, brújula, velas, anclas, puertos y naturalmente, la inmensidad del cielo y la grandeza del ancho mar.

    El autor.

    Boga mar adentro

    Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra… ?? 4?Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar".

    (Lucas 5,3-4)[1]

    Es necesario apartarse de la orilla para tomar el sendero de la interioridad. Un viaje que lleva al punto de partida donde empieza la aventura de existir.

    Ahí se encuentra el cofre que guarda cuidadosamente el mapa del tesoro que todo ser humano debe descubrir para alcanzar felicidad.

    En la interioridad se descifra la ruta que conduce a la fortuna del Eterno. Es la posibilidad de conocer la misión personal cuando es llamada a la existencia. Ahí duerme silencioso el don que activa mil oportunidades en el camino del éxito y el bienestar soñados.

    Es un viaje que empieza cada día en el silencio de la respiración que apacigua las turbulencias interiores y el alocado galope de la mente por los parajes del recuerdo y la imaginación, contaminados de angustia y ansiedad.

    Es un asunto vital, una cuestión de prioridad, so pena de naufragar en el fragor de la tormenta de una vida ruidosa y acelerada.

    Es cuestión de disciplina, de tiempo y dedicación.

    No es necesario estar perdido para buscar el camino, pero es ineludible examinar el recorrido y descifrar los mensajes recibidos paso a paso para aprender la sabiduría de la incertidumbre que conduce al sendero de la felicidad.

    Remar Mar adentro es la invitación del Maestro, desprenderse de la orilla que ofrece seguridad; urge profundizar en el diario acontecer de la existencia para identificar el sentido que se está forjando.

    La vida de todo ser humano se asemeja a la de un Velero en alta mar, aunque de asuntos de mar no tenga la más mínima información.

    Desde un elemental dato sobre el velero se inicia este apasionante viaje que muestra la ruta de la vida que simplemente acontece.

    Ser navegante en el mar de posibilidades, recorriendo la seleccionada ruta y llevar hasta buen puerto las cargas adquiridas, es tarea inevitable del que se aventura a recorrer la existencia.

    No se trata simplemente de llegar, a costa de perder la posibilidad de disfrutar el viaje, o entender cada detalle de la navegación haciendo agradable el recorrido.

    Cada día se renueva la oportunidad de retomar el rumbo cierto navegando bajo la dirección de decisiones y circunstancias cambiantes en los tiempos.

    Y aunque las velas estén caídas porque aún sopla recio el viento en contra, que nunca muera la esperanza preparando el momento de levar anclas a la hora de emprender de nuevo el viaje.

    Porque las velas caídas impiden que el velero avance, pero no detienen el viaje del corazón que se anticipa a la señal de mando.

    Partes: 1, 2
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