- Una precisión conceptual
- La errancia americana
- El otro lado del mundo
- La errancia íntima
- Una erranza metafísica
- El regreso a España: otra errancia
- Un vagabundear fructífero
- Bibliografía
Yo siempre he sido un buscador de oro,
el oro de la Fuente Inagotable,
mas nunca he conseguido el inefable
gozo de hallar el cofre del tesoro.
. . .
Barco soy que navega dirigido
por telúrico fuego transitorio
o errabundo holandés exasperado.
José López Rueda
Una precisión conceptual
En ponencia presentada en el "XXVIII simposio de docentes e investigadores de la Literatura Venezolana: Nuevos diálogos". Universidad Simón Bolívar. Caracas. Venezuela, del 30 de octubre al 1º de noviembre de 2002, el profesor Cristian Álvarez Arocha, realizó una minuciosa investigación acerca del término errancia en la obra del ensayista Mariano Picón Salas, para concluir que, sin lugar a dudas: "La "definición espiritual" del término errancia que puede deducirse a partir de la prosa de nuestro autor resulta muy sugerente, además de mostrar interesantes caminos sobre una palabra que parece caracterizar parte de ese andar aventurero —errante y aun, en ocasiones, con su sentido del yerro—, que en el desprendimiento de la querencia y el terruño natal, determina un hacer y un ser hispanoamericano. Como también puede observarse, las citas anteriores colocan la palabra en una situación muy especial con respecto a lo venezolano." En ese sentido es que usaremos el término errancia en esta ponencia.
La errancia americana
Nada ha cambiado. Nuevamente
ven mis pupilas españolas
la calma azul sobre las olas
que el viento empuja mansamente.
Y estos deseos vesperales
de renunciar al viejo mundo
para perderme vagabundo
por estos claros litorales
son los mismos que ya sentimos
casi quinientos años antes
los diecisiete navegantes
que al galeón jamás volvimos.
José López Rueda rueda; su vida personal ha sido un permanente y provechoso errar, un vagabundeo con destino, un deambular razonado, en busca del inevitable alimento para el cuerpo y del insustituible sustento para el espíritu. Son muchas las millas recorridas por nuestro poeta, en permanente disposición y atinado actuar, para transformar entornos lejanos y desconocidos en cómplices refugios propicios para la creación poética, el solaz personal y la felicidad familiar.
América Latina, y, en especial dos de sus otras patrias, el Ecuador y Venezuela, ha sido privilegiada receptora de las enseñanzas del maestro López Rueda y ambas naciones latinoamericanas, a su vez, han dejado profundas huellas afectivas en un escritor que hace del castellano, además de un gentilicio portado con orgullo, un idioma favorecedor y propicio para la comunicación con el otro, la reflexión personal, el amor por la mujer que escogió entre tantas, y la ternura por los hijos y nietas que le fueron dados.
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