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Por qué somos así los colombianos (página 2)


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4. Seudointegración vía mass media

No resulta menos interesante resaltar cómo los medios de comunicación se han autoerigido en "creadores" de conciencia nacional ante la ausencia estatal y han aprovechado esta coyuntura, que ya de por sí es estructural, para incidir directamente en los destinos del país y pontificar acerca de lo bueno, lo malo y lo feo. Lo realmente lamentable es que se presenta mucha dicotomía y desinformación, lo que genera seudovalores y desestabilización en niños, jóvenes y adultos. Ello unido a una debilísima identidad nacional, que se mueve al vaivén de la opinión en vez de ser un apoyo termina convirtiéndose en un obstáculo muy fuerte, pues los mass media llegan al público en todos los rincones del país y extramuros.

5. La conformación de la mentalidad colombiana

Impacta sobremanera la afirmación por demás comprobada del profesor Yunis respecto de la forma como se ha dado la mezcla de razas, "el primer gran cuestionamiento al mestizaje… dejó (sic) ver que el colombiano no se cruzó, ni se cruza de manera libre y espontánea, lo hace con criterios raciales, económicos, de tradición y regionales". Esta es una verdad innegable en todos los niveles sociales. Así para quienes provienen de los estratos socioeconómicos altos, sería impensable hacer pareja con alguien que no esté por lo menos a su misma altura. Quienes se encuentran en los estratos medios, se sienten y son tratados como afortunados si logran casarse con una persona "mejor" y quienes proceden de los estratos bajos, no pierden la esperanza de "blanquiarse", de mejorar la raza.

Subyace en esta mentalidad tanto la idea que los males que padecemos, no sólo nos los merecemos, pues Dios así lo dispuso, como aquella que Colombia es fruto de una "mala mezcla genética"; los otros, -los negros, los indígenas, la gente venida a menos de España– son los culpables. Se endilga irresponsablemente el estado del arte de la conformación y la historia colombiana a la herencia genética.

De esta afirmación es fácil deducir que Colombia ande permanentemente en búsquedas mesiánicas; así encumbra a la gloria de los olivos a cualquiera que sobresalga por encima del común, en los hombros de estos redentores se cuelgan las esperanzas, los ideales de cambio y transformación, pero nunca se soluciona nada, cada día los problemas se agudizan, el ídolo que ayer brilló hoy es un don nadie, etc.

Así, año tras año y siglo tras siglo se ha repetido la tragicomedia con distintos actores y problemas in crescendo; de un momento a otro "pasamos de la vida parroquial interna y externa, a la modernización externa, súbita".

De repente, todo cambió. Sólo externamente. La mentalidad se mantuvo incólume: "alcaldes y gobernantes pregonan el pluralismo… y actúan como autócratas, para ellos sólo hay una sola noción de orden , una noción de planeación urbana, una sola forma de defender los espacios públicos…". Nuestra cultura popular dirá "hecha la ley, hecha la trampa", esta es la cuna de la sociedad ladina, marrullera, calculadora, que todo lo dilata, rehúsa a enfrentar los hechos y jalona sutilmente una cultura socarrona y subterránea generadora de una nueva idiosincrasia y axiología, que legitima y enaltece los sentimientos, emociones y afectos, gracias al respaldo irrestricto de los mass media, que para infortunio nuestro, sólo algunos generan un nivel de opinión, cuestionamiento y rectificación del rumbo que adolece de tiempos, espacios, estrategias y metodologías, significativas; lo máximo que llegan a hacer en muchas ocasiones consiste en moralizar conductas. La racionalidad axiológica que nos orienta "jamás pondera el estudio, la disciplina, el rigor, la elaboración de programas, como lo que distingue a las metas humanas".

6. Consecuencias para la educación, la ciencia y el conocimiento

¿Tendrá nuestra sociedad alguna salida? ¿Es posible construir algún camino cierto? ¿Podremos construir "un país al alcance de los niños"? ¿Será la educación el camino de salida? Indiscutiblemente la respuesta es Sí.

En esto de la educación en Colombia también nos hemos equivocado y nos seguimos equivocando, cómo no, que podría esperarse si el tejido social aún está por construirse. No se puede negar que la "ausencia de compromiso con la ciencia y con la creación de conocimiento… es la base del atraso cultural". A pesar de ello, es la última esperanza que nos queda, ¿cómo negarlo? Incluso aquí el gobierno también se ha equivocado, ha permitido la proliferación de programas universitarios; el nivel de producción científica es ínfimo; la inversión en ciencia y tecnología es vergonzosa; el nivel de doctores ni se diga, etc.

Sólo en los últimos años de esta larga historia de abandono, gracias al profundo reclamo por una educación que nos encamine al desarrollo, realizada desde todos los sectores, el gobierno ha empezado a desenredar el camino. Por ejemplo, la educación básica y media la ha encaminado hacia el desarrollo de competencias en todos los niveles; ha reformulado el ICFES, con un claro énfasis en el desarrollo de competencias lectoras, lógico-matemática y desarrollo del pensamiento científico; ha iniciado procesos de certificación de programas universitarios; ha implementado los ECAES; viene trabajando en la creación de vínculos entre la educación media y la educación superior. Mucho queda por hacer, indiscutiblemente el "desarrollo científico y tecnológico de un país… como Colombia (sic)… requiere hombres en la ciencia y la tecnología, con los más altos conocimientos. Si no los tiene, hay que incorporarlos"

 

 

 

Autor:

Carlos Arturo Hoyos Vallejo

Licenciado en Educación

Especialista en Cooperación Internacional y Gestión de Proyectos para el Desarrollo

MBA

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