Ubicación: Indagar la historia de la vereda nos recuerda las primeras referencias sobre el sitio que ocuparía Gramalote, lo que hoy es la actual Villavicencio.
Se encuentra limitada por el Norte con la vereda Caños Negros, por el sur con la vereda Barcelona, por el oriente con la vereda la Cecilia; finalmente, la circundan los ríos Guatiquia y Guayuriba, Esta vereda tiene una extensión de 10.5Km2 aproximadamente y pertenece al Corregimiento 7.
Origen y formación
Es una de las veredas más antiguas del municipio, tiene sus orígenes en una hacienda de propiedad de los sacerdotes jesuitas, que abarcaba los terrenos que hoy comprenden las veredas El Hachón, La Vigía, La Llanerita, La Cecilia, y parte de Corpoica.
Los predios de la vereda eran propiedad del señor Juan Gill y su esposa Margoth de Gill, ciudadanos estadounidenses, quienes tenían potreros de ceba y, al no pagar el impuesto predial, los perdieron y tiempo después fueron invadidos.
Formada en el año de 1982, por personas invasoras como Alfonso Oyola, la señora Naidú y don Teodulfo Castro, quienes se encontraban en la hacienda de propiedad de Hernando Durán Dussán, donde se planeó la invasión por 30 familias inicialmente.
Entre los años 1982 y 1985, los propietarios tuvieron muchas dificultades con los invasores, hubo enfrentamientos con la policía.
Según los habitantes más antiguos, como don Custodio Castro, quien llegó en el año de 1985: su casa era en forma de kiosco, conocida hoy como El Kiosco o los billares de Doña Rosa, obtenía el agua para su consumo y el de su familia de los pozos llamados jagüeyes. La vereda era una sola trocha llena de rastrojo y sin construcciones; las casas eran cambuches construidos con paja en sus techos o ensamblados; manifiesta que se inició con un doblamiento de 50 casas, luego con 80, más tarde 150 y actualmente con 350.
Don Alfonso Oyola, manifiesta que cuando llegó, la entrada de la vereda sobre lo que hoy se conoce como vía a Puerto López o más exactamente el balneario La Maloca, era un barrizal y sólo monte. Tenía que cargar sus objetos de vivienda desde la entrada hasta su casa aproximadamente un kilómetro; más tarde, con su esposa y con ayuda de Manuel Pulido arreglaron esa entrada para una mayor comodidad. Dice además que había entre 15 y 20 ranchos construidos con paroy; en cuyas cercanías merodeaba gran cantidad de animales como armadillos, venados, osos hormigueros, osos palmeros, micos, culebras. Por último, comenta que los mayores invasores fueron los técnicos de la Fuerza Aérea.
En 1984 se creó la Junta de Acción comunal y asumió como primera presidenta la señora María Rodríguez de Pérez, logrando aprobación para esa junta mediante personería jurídica Nº 2180 del 7 de agosto de 1985.
A partir de 1986 quedaron como propietarios de los terrenos invadidos los señores. Arquímedes García, Teodulfo Castro, un policía de apellido Supelano, Manuel Beltrán (quien era técnico de aviación) Ignacio Guevara (dueño de almacenes en la ciudad de Villavicencio), Jorge Tobón, la familia Bautista, Arcenio Palacio, Alfonso Oyola, Virgilio Aguilera, Álvaro Chaparro, Jaime Ayala, Santiago Ruiz, Leo Rafael Arango, Fabio Ramírez, Luís Alberto Niño, Alberto Yate (Policía) Samuel Murcia Y Salvador Castillo. Luego estos terrenos se dividen en varias fincas y parcelas, principalmente de colonos provenientes de Cundinamarca, e incluso una gran parte fue parcelada por el INCORA. La mayoría de sus predios corresponde al barrio que se estableció en la vereda.
Es importante resaltar que a principios del siglo XX, nació en Apiay en el departamento del Meta, en 1913 el poeta y escritor colombiano Januario Eduardo Carranza Fernández.
Actualmente, la Junta de Acción Comunal está integrada así:
Presidente: Wilson Oyola
Vicepresidente Aidali Marín
Secretaria: María Sanabria
Tesorero: Nelson Barbosa
Fiscal: José Bernal
Fiscal suplente: Guillermo Álvarez
Además existen en la vereda los siguientes comités:
Salud.
Trabajo.
Deportes.
Educación Ambiental.
Conciliador.
Convivencia.
Vida religiosa de la vereda
La misa se celebraba en la casa de la finca del señor Ignacio Guevara y su esposa Flor de Guevara, llamada La Granja Tijera. Ellos llegaron a la vereda hacia el año de 1990 con la ayuda de la comunidad, con el aporte grande o pequeño de todos y uniéndose en una obra de fe y esperanza con el apoyo del presbítero Alirio Ávila Perdomo. Quien actualmente presta sus servicios en el Colegio Nacionalizado Femenino de Villavicencio. Aproximadamente hace 5 años fue construida la casa cural y en este momento los acompaña el padre Rafael López. La mayoría de la población es católica, un 83% aproximadamente, el restante 17% pertenece a grupos evangélicos.
Instalación Militar
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