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El Río Almendares y la creación de la ciudad más importante de Cuba


Partes: 1, 2

    1. Un poco de historia
    2. El río
    3. Influencia del río en la expansión de La Habana
    4. Vento y río Cristal como el río cambia el nombre

    Es una recopilación de datos históricos y de interés general que muestran la importancia del Río Almendares en la fundación de la Actual Ciudad de La Habana, Capital de Cuba.  

    El origen del nombre del río Almendares proviene de un Obispo nombrado Almendaris que había llegado a Cuba gravemente enfermo y lo llevaron a residir al lugar conocido hoy Puentes Grandes, bañado por el río La Chorrera, así llamado por unas pequeñas cascadas o caídas de agua allí existente.

    Este antiguo río La Chorrera tomo el nombre de río Almendares por la permanencia del obispo de mareas en las márgenes de dicha corriente fluvial Juventud Rebelde (domingo 21-3-2004).

    El habanero se olvida a menudo del Almendares. El vedado nunca lo reconoció como parte suya. Sin embargo, ese río es uno de los símbolos de la ciudad de la Habana y parte entrañable de su identidad.

    El Almendares ha sido vital para la Habana cuando la villa primitiva salió de la costa sur  y vino a la del norte, encontró asiento en sus inmediaciones juntamente en la chorrera.

    El río fue uno de los caminos hacia el interior de la campiña habanera y en sus inmediaciones proliferaron vegas de tabaco, haciendas y cortes en madera, ingenios azucareros y otras industrias que contribuyeron  a fomentar las riquezas de la Habana de ayer y de anteayer. Dio su agua a la ciudad.

    Desde el Almendares llegó el agua gracias a la Zanja Real que empezó a construirse en 1566 y se terminó en 1592, en sus comienzos la obra estuvo a cargo de Francisco de Calona maestro mayor de la Fortaleza de la Real Fuerza pero a partir de 1589 la construcción se confió al ingeniero romano Juan Bautista Antonelli, el mismo de los  castillos del Morro y de la Punta y a su sobrino, el también ingeniero Cristóbal de la Roda.

    El agua corría desde el sitio donde se represaba hasta lo que después fue la Plaza de la Catedral. Pasaba cerca del camino de San Antonio Chiquito y al pie de la Loma de Arostegui – Castillo del Príncipe, seguía por la Calle Zanja hasta Villanueva y por la calle Dragones hasta Monserrate buscaba la esquina de Teniente Rey y Compostela y luego las esquinas de Obispo y Habana y O`Reilly y Aguiar y llegaba al Callejón del ahorro donde los vecinos la tomaban del boquerón abierto en un muro.

    La Zanja descargaba 70 000 m cúbicos de agua diarios y de ellos 20 000 eran los que recibía la ciudad pues el resto quedaba en el camino para el regadío de los campos adyacentes.

    Durante 243 años (1592-1835) fue la Zanja Real el único acueducto que abasteció a la Ciudad de La Habana y todavía está en uso, trayendo agua para regadío y fines industriales, por lo que lleva más de 370 años de servicio a la ciudad. Escribía el Historiador Emilio Roig en  1964.

    Un poco de historia

    En 1926 el entonces presidente de la república coronel Laredo Brú pensó cercar a orillas del Amendares, unos terrenos para dedicarlos a levantar en ellos el bosque que el rango y las necesidades de la Habana  demandaban. Los terrenos escogidos por el presidente pertenecían a cinco propietarios, los señores: Miguel Kohly, José López Serrano, Antonio Soto Castellano y las señoras viudas de Mendoza y de Kohly. Se iniciaron los trámites de expropiación forzosa, y en tanto, el Estado pasó a ser propietario una cantidad en concepto de alquiler de los terrenos pendiente de expropiación. Considerándolos ya suyos abrió carreteras, construyó puentes, levantó edificaciones, una ermita entre ellos, trazó veredas para caballos… Una vez terminadas las obras en el Bosque, este fue abierto al público.

    Esto último sucedió exactamente el 10 de Octubre de 1937. No pasó mucho tiempo sin que el bello y sano rincón se colmara de gente que iba allí a pasear o a merendar bajo la fresca sombra de los árboles. Pero esto no iba a durar mucho tiempo, los sucesivos gobiernos fueron abandonando el Bosque de la Habana a su suerte como si la suerte que le hubiera deparado el Presidente Laredo Brú fuera la de dar nuevo valor a aquellos terrenos para luego devolverlos a sus propietarios. Primero faltó la vigilancia adecuada en aquellos lugares como para forzar a las personas decentes a no frecuentar el Bosque. Luego el expediente de expropiación forzosa se extravió en no se sabe que oficina del Estado o cuando menos alguien tuvo la suficiente influencia para que sus trámites se dilataran meses y años.

    El gobierno dejó de pagar los alquileres a los propietarios de los terrenos que constituyen el Bosque, estos presentaron la oportuna reclamación ante los Tribunales de Justicia, y se ordenó la restitución del Bosque de la Habana a sus legítimos propietarios. Hubiera sido para estos un excelente negocio, habían entregado al estado cubano unos terrenos incultos poblados de maleza, pura manigua y tras estar cobrando los pertinentes alquileres durante unos años, recibían los mismos terrenos surcados de carreteras, caminos y un puente, con varias edificaciones; un total de más de un millón  de pesos invertidos en mejorar aquellas tierras que el Estado hubiera podido rescatar para él, es decir para el pueblo cubano por unos trescientos mil pesos, que era lo que debía pagarse por estos terrenos al acuerdo con el amurallamiento que de los mismos habían hecho sus propietarios. Lo que se dice, un estupendo negocio.

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