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Como conservar el poder en los estados


Partes: 1, 2

  1. Armar a sus súbditos
  2. Desarmar a sus súbditos
  3. Promover divisiones entre los pueblos sometidos
  4. Mantener algunas enemistades entre el pueblo
  5. Ganarse a personajes sospechosos
  6. Construir fortalezas
  7. Como se pierden las gobernaciones
  8. Como apoderarse de otros Estados y como mantenerlos
  9. Medios para conservar Estados ocupados

Del libro EL PRÍNCIPE de Nicolás Maquiavelo

Glosado por Napoleón Bonaparte

No es posible formular una regla fija para todos estos casos. Al considerar algunos detalles significativos se puede tomar alguna determinación que implique mayor cordura.

Armar a sus súbditos

Al armar un gobernante a sus súbditos, estas armas se convierten en sus propias armas. Los sospechosos se tornan fieles. Los fieles se mantienen en su fidelidad. Los sumisos se transforman en partidarios de su gobierno. Pero como el gobernante no puede armar a todos los súbditos, él puede actuar con mayor seguridad con los armados, que reciben un favor, que con los que continúan desarmados. Los armados se sienten distinguidos, deudores del gobernante. Se le adhieren más, los expone a mayores peligros y los hace contraer mayores obligaciones.

Desarmar a sus súbditos

Los desarmados se disculpan, se sienten con menores méritos que los armados. El gobernante ofende a los súbditos que desarma, puesto que con ello les manifiesta que desconfía y sospecha de cobardía o deslealtad en ellos. Estas opiniones engendran el odio hacia el gobernante. Para contrarrestar esta medida acude a tropa mercenaria con los inconvenientes conocidos. Además con esta tropa no puede contar para defender su Estado de enemigos poderosos exteriores, ni de los gobernadores no leales en el interior. Lo más conveniente por tanto es que cada gobernante nuevo en un Estado nuevo forme su propia tropa. Pero cuando un gobernante anexa un Estado nuevo es necesario que lo desarme y solo deje armados a quienes lo respaldaron en su anexión. A estos también, pasado algún tiempo, hay que debilitarles su estado de ánimo belicoso, y aprovechar las ocasiones propicias para desarmarlos[1]

En resumen el gobernante debe conseguir que las armas de su nuevo Estado queden solo en poder de soldados de su antiguo Estado y que desde años atrás les son completamente fieles[2]

Promover divisiones entre los pueblos sometidos

Antiguos sabios políticos decían que en los Estados nuevos conquistados era conveniente mostrar fortalezas y mantener al pueblo leal, pero dividido en grupos por medio de ciertas disputas. Sin embargo considero que esto último no es conveniente cuando hay peligro de la llegada de algún enemigo, porque el grupo más débil se une a los atacantes y el más fuerte es incapaz de resistir. Cuando se fomentan las anteriores divisiones, deben controlarse e impedir que las pendencias lleguen a derramamientos de sangre, que se mantengan únicamente en el plano de la oposición verbal, que ante la llegada de un enemigo se unan para defender al nuevo gobernante y no para sublevarse contra él[3]

Sin embargo hay que saber manejar esta estrategia porque puede suceder que alguno de estos partidos cobre suficiente fuerza y le arrebate no solo el Estado anexado sino también el propio[4]Provocar estas divisiones es también provechoso en tiempo de paz para que los súbditos se ocupen en estas rencillas y no piensen en sublevaciones. Pero es peligroso en tiempos de guerra[5]

Mantener algunas enemistades entre el pueblo

Indiscutiblemente los gobernantes se hacen grandes cuando superan las dificultades y resistencias que les oponen[6]Cuando la fortuna empieza a elevar a un gobernante, su fama le suscita enemigos, pero en cuanto vence en empresas contra ellos, su fama se hace aun mayor. Por esto un gobernante sabio debe, siempre que le sea posible, procurarse enemigos por algún medio, atacarlos y vencerlos para mantener en aumento su grandeza[7]

Ganarse a personajes sospechosos

Los gobernantes especialmente nuevos, a veces hallan más fidelidad y provecho en aquellos que al comienzo de su gobernación eran opositores o sospechosos. Esto generalmente cuando no son capaces de mantenerse en oposición. El nuevo gobernador puede entonces ganárselos fácilmente y se verán obligados a servirle con más fidelidad en cuanto mayor sea la opinión siniestra que el gobernante se había formado de ellos[8]

Algunos de los que al comienzo de su gobernación fueron aliados se dedican a cuidar solo sus intereses y olvidan los del gobernante[9]El gobernante que adquiere un Estado con el favor de algunos ciudadanos debe considerar el motivo que los inclinó a favorecerle. Si lo hicieron por no estar contentos con el gobernante que tenían, le resultará muy difícil, prácticamente imposible conservar su amistad o mantenerlos contentos[10]

Es más conveniente conseguir la amistad de quienes estaban conformes pero no contentos con el gobernante anterior, que la de aquellos que le eran contrarios al antiguo gobernante y por este solo motivo ayudaron al gobernante nuevo a apoderarse del Estado[11]

Construir fortalezas

Las fortalezas son útiles o no, según las circunstancias y los tiempos, al proporcionar beneficios o perjuicios al gobernante. Algunos gobernantes para sentirse más seguros construyeron fortalezas que sirvieron de freno y de refugio al asalto de alguna rebelión[12]El gobernante que tema más a su pueblo que a los extranjeros debe construirlas[13]Pero el que tema solo a los extranjeros no las necesita.

Partes: 1, 2
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