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El Gen Homicida, y Atavismos que Matan (página 2)

Enviado por Felix Larocca


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El ser humano, como especie, habiendo conquistado la actividad sexual con fines de supervivencia (como lo ha hecho también con la comida y con la bebida); hoy se dedica (cual lo hacen otros simios) a practicar el sexo con objetivos primordialmente placenteros o hedonistas.

Del mismo modo, el ser humano, como parece que sea el caso con algunas otras especies, trata de impresionar a la hembra codiciada con expresiones ostensibles de poder, inteligencia, tenacidad, solvencia y reputación.

Virtudes las cuales pueden concisamente ser traducidas en la posesión de riquezas.

En los Estados Unidos, nación que se destaca por sus excesos en muchas áreas, el sueño de todo muchacho joven, habitante de los barrios pobres, nido de los prejuicios raciales y sede del rechazo social, es el de resaltar en los deportes para así lograr la posesión de fortunas inmensas.

De ese mismo país también es oriunda la paradoja, de que los seres más renombrados son los atletas, quienes también resultan siendo, a menudo, las personas con la menor educación.

Generalmente, el atleta norteamericano, usualmente de origen africano (de donde se sabe todos procediéramos), procura adquirir tantas mujeres blancas como pueda lograr seducir… para… ¿qué más? … para propagar sus genes, y para enaltecer su ego.

Pero en esta situación hay un detalle peculiar y problemático; detalle el cual reside en la médula de la siguiente interrogación (la cual, a mi parecer, carece de respuesta satisfactoria). Se pregunta el atleta famoso: "¿Si yo fuera quien yo soy, y, si yo no tuviera dinero… tú como mujer te asociarías conmigo?…" (Quizás sí… quizás no…)

El imperativo animal en Norteamérica está supeditado a las fuerzas abrumadoras de los prejuicios raciales de una nación la cual está irremisiblemente fraccionada y socialmente polarizada. Por esa misma causa, no toma mucho tiempo para que el atleta descubra que sus "hembras" (en la mayoría de los casos), no desean precisamente la recepción de sus genes, sino que lo que ansían, en lugar de éstos, es el lograr tener un acceso ilimitado a sus cuentas bancarias.

Ello, consecuentemente, les menoscaba la autoestima y desencadena tendencias primitivas, que en círculos freudianos se conocen como la expresión de la "rabia narcisista" ("narcissistic rage").

El atleta, cuyos logros pecuniarios y de publicidad, han sobrepasado, en exceso, sus alcances culturales e intelectuales; trata de disminuir el trauma penoso a su ego, engañándose a sí mismo con la falsa creencia de que él (y sólo él) está dotado con atributos de omnipotencia.

Asumiendo de ese modo que todo (no importa cuan descabellado sea) lo que él haga le saldrá bien.

Sin embargo, los resentimientos engendrados (¿ven?… el gen otra vez) por la evidencia ostensible y amarga de las ventajas que el usufructo injusto de sus éxitos le hayan proporcionado a cualquier mujer (a quien él crea desleal) pueden guiarlo a cometer crímenes de sanción.

Esto, se entiende en círculos darvinistas, que él lo hace para, últimamente, proteger y garantizar "la transmisión exitosa de sus genes"… ¡Cosa triste!…

Y eso puede que así sea… por lo menos, en algunos casos… ¿Puede alguien recordar alguno?

Bibliografía

Dawkins, R: The Selfish Gene (1976) Oxford University Press UK

Daly, M. and Wilson, M: Sex, Evolution and Behavior (1983) Willard Grant Boston

de Waal, F: Peace Making Among Primates (1989) Harvard University Press Mass.

Wright, R: The Moral Animal: Why We are the Way We are: The New Science of Evolutionary Psychology (1994) Pantheon

Diamond, J: The Third Chimpanzee: The Evolution and Future of the Human Animal (1992) Harper Collins NY

Poema: El Duelo del Mayoral (autor desconocido)

 

Dr. Félix E.F. Larocca

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