Manuel García Morente [1] ha dicho que el mundo de las cosas reales puede considerarse como si estuviera compuesto por capas, una de las cuales, la más superficial, es la que llama mundo amanual. Con esa expresión traduce y sintetiza el <<das zuhandere Welt >> (<<el mundo es cuanto que está a mano>>) Heideggeriano, y se refiere con ella a ese conglomerado de cosas que los hombres <<tienen a mano>>, de las cuales se valen pragmáticamente a lo largo de sus vidas, a las cuales perciben y usan de modo directo, sin complicaciones especulativas, podría decirse que más bien "irreflexivamente".
También alude a otro estrato del mundo de las cosas reales -de entre los varios que pueden distinguirse- al que denomina mundo problemático, que es el que surge ante el hombre apenas inquiere ¿qué es esto?, lo que constituye un problema que debe resolver para saber en qué consiste ese algo que hasta ese momento, en su mundo amanual, encaraba con despreocupada familiaridad. Y entonces, para hallar la explicación buscada debe reflexionar, investigar, ilustrarse, con más o menos sistematicidad y rigor según sus intenciones y capacidad, sumergiéndose en el inquietante y evanescente ámbito de la teorización, tan distinto del tranquilo mundo amanual en el que pareciera que para vivir vulgarmente es suficiente dar por sentado que "las cosas son como son" sin tener que inquirir "qué son".
Ubicándonos en el mundo problemático -o <<teorético>>, como también lo designa García Morente- nos preguntamos ¿qué es la forma?, y algo que en el mundo amanual nos resulta tan obvio, a poco de comenzar a pensarlo nos damos cuenta que definir eso que nombra el tan usado término forma no resulta tan fácil como pudiera suponerse en un principio.
En el Diccionario de la Real Academia Española se encuentran registradas para la palabra forma, aislada o incluida en diversas expresiones y locuciones, treinta y dos acepciones, empezando por el significado <<figura o determinación exterior de la materia>> para la voz forma, y concluyendo con <<cumplir únicamente su requisito substancial, que consiste en hacer una sola comida al día, las personas que están dispensadas de su cumplimiento total>> para la expresión guardar la forma del ayuno [2].
Buscando en otros diccionarios y enciclopedias se hallan más significados, y más todavía en los textos de diversos autores que desde distintas perspectivas disciplinares se refieren a la forma.
Vemos entonces que forma es una más de las tantas "palabras ómnibus" de la lengua, así llamadas porque en sentido figurado pueden "vehiculizar" gran cantidad de significados. Pero como estamos interesados fundamentalmente en la forma corpórea de los objetos diseñados o productos, efectuamos un recorte del campo semántico del término, descartando todos los significados que en principio no consideramos pertinentes para nuestro caso, lo que nos lleva a retener sólo dos definiciones principales:
– Por una parte, según una corriente de opinión, la forma de un objeto es su disposición o constitución física.
Pero esta versión tiene variantes: para algunos tal forma es la <<figura o determinación exterior de la materia>> [3], mientras que para otros la forma es <<la configuración espacial del objeto, tanto exterior como interior>> [4].
Además, aparte de que sus concepciones sean "exterioristas" o "exteriorista-interioristas", unos consideran a la forma reducida a la simple manifestación de los perímetros y planos delimitantes de los objetos, como Rudolf Arnheim, por ejemplo, cuando sostiene que <<hablar de forma y color como fenómenos independientes se justifica[…y ] dado que la forma y el color pueden distinguirse entre sí, pueden también compararse.
Ambos cumplen las dos funciones más características del acto visual: transmiten expresión y nos permiten obtener información mediante el reconocimiento de objetos y acontecimientos>> [5], mientras que otros entienden a la forma objetual de modo mucho más amplio, como Jorge Vila Ortiz, por ejemplo, quien expone que <<cuando decimos ?la forma de esa cartera? nos estamos refiriendo a la configuración geométrica de su perímetro, a sus proporciones, a su color, a su textura y al brillo de sus materiales, a la dureza de su superficie>> [6].
– Por otra parte, según la segunda corriente interpretativa, iniciada al parecer por Aristóteles, la forma es un principio activo, existente en estado puro al margen de la materia, que al unirse a ésta la organiza y la convierte en cosa estructurada.[7]
Así pues, para Aristóteles la forma era una causa determinante de la cosa y en ese sentido hablaba de causa formal, pero creyendo que no actuaba sola sino en conjunción con otras tres causas: la causa material -que es aquello de lo que está hecha la cosa-, la causa eficiente -que es aquello con lo que está hecha la cosa-, y la causa final -que es aquello para lo que está hecha la cosa- [8].
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