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Cómo inicia la tercera edad en El Ecuador 


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    En la ciudad de Ambato, en el mes de marzo de l982, el señor don Ángel Gonzalo Alarcón Cazar dejó de  trabajar  para  iniciar  su jubilación,  por cumplir con los requisitos que exige la institución (IESS). En buen estado de salud, con mucha energía   y sueños de disfrutar  de su edad de  oro y de su tiempo y libre.

    Como ex gerente del  IEES de esa ciudad se privilegió con un trámite  inmediato  y  oportuno que no motivó intervención alguna de quien suscribe, que en ese entonces desempeñaba el cargo de Jefa Regional de Trabajadoras Sociales y encargada del centro Regional de capacitación    en la ciudad de Guayaquil, lugar de residencia.

    Contaba con una buena comunicación con mi padre por ser la primera hija del matrimonio Alarcón Egas y coincidir en varias instancias en nuestro entorno.

      Mi padre presentaba una energía y optimismo de vida increíble, una visión clara del futuro  de cada persona que motivaba  a sus nueve hijos, el deseo de trabajo  y de elevar  la condición de cada uno, especialmente de sus tres hijas mujeres Beatriz Eloisa, Mónica del Rosario y quien edita; de Luis Fernando  por dedicado, Víctor Hugo,  unos ya profesionales y otros estudiando, y tenía preferencia por los estudiosos y responsables.

    El l5 de noviembre  de l985 por la mañana, como era costumbre, hablamos  largamente  sobre situaciones de nuestros  hogares, todo  normal y entusiasmado  por disponer del tiempo libre y preocupado  porque quería  emprender alguna actividad productiva, que no me parecía pertinente ya que añoraba siempre estar cerca de mi madre  y  disfrutar   de  su compañía, pasear y disfrutar con mi ella,  a quien tanto amó y dedico su vida, Doña Amadita Alarcón Egas, y creía yo como hija ya era hora de descansar.

       Eran una pareja ideal  y orgullosos de sus hijos, especialmente  de  su hijo Luis Fernando  que ya figuraba como medico neurólogo  a pesar de su poco tiempo de haberse especializado en Madrid en el país iberoamericano España, igualmente  de sus  demás hijos profesionales.

    El día mencionado celebrábamos el l5 cumpleaños de nuestra segunda hija Cecilia Paulina; en la  tarde en medio de los ajetreos  tuve una llamada, para indicarme que mi  padre presentó un dolor de cabeza muy intenso por  lo que fue  internado en una clínica particular y me preocupó inmensamente  porque en la mañana que hablamos me dijo  que pase lo que pase si se llegara a enfermar  no permitiría que  experimente con su salud y su  vida.

    Llamé constantemente, hasta que me informaron que solicitó lo trasladen al IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social), porque confiaba  en su ex institución. En pocos  minutos   mi  hermano  Víctor Hugo  me informó que su estado era  muy grave, viajamos toda la noche  y  a la madrugada nos sorprendieron los pésames radiofónicos   y en la casa el velorio de mi padre.

    Mi madre, gracias a las vecinas, estaba  completamente sedada el dolor, la angustia de tan inesperado deceso destruyó la concordia familiar, mi madre  en calidad de autómata y nosotros todos, con la desesperación de reanimarla y el dolor que embargaba nuestras vidas por tan infausto acontecimiento.

    Entonces mi reflexión  particular es sobre qué poco disfrutó mi padre de su jubilación; si la esperanza de vida era mayor, ¿por qué estos hechos que humanamente no son justificables se suscitan, qué pasó? ¿Cómo prever estas  graves manifestaciones de la existencia que desequilibran a cualquier ser humano que valora y ama? ¿Qué debemos hacer?, ¿cómo participar?

    Solamente cabe una respuesta: TODA  MANIFESTACIÓN DE AMOR Y CARIÑO HACIA  UN SER QUERIDO… DEBE SER  EN VIDA, luego es demasiado tarde…

     ¿Cómo presagiar? ¿Por qué y en qué  momento debemos partir al más allá? Lo único cierto y seguro  es que tenemos un final terrestre y lo que venga luego es una quimera, sino lo manifestamos en su oportunidad  será nuestra conciencia la que nos reprochará hasta el final de nuestros días.

     No entendemos  cómo le sucedió lo relatado a  una persona  que gozaba  de salud,  un lindo carácter,  energía positiva, severo y duro  frente a la injusticia e  incorrección, ágil para impulsar y apoyar a  otros seres humanos. Su característica de líder  nato preocupado por los demás permitió  el reconocimiento de la sociedad ambateña y representó y organizó políticamente a líderes de su lugar de residencia, que gracias a su plataforma política  desempeñaron cargos relevantes, lo que permitía que mi padre  contara con la colaboración y reconocimiento de esos funcionarios, que le hicieron acreedor a múltiples manifestaciones de toda índole.

    Como  militante del ejército ecuatoriano intervino durante la guerra de l941; su participación en la frontera con el Perú fue reconocida  por su  valentía  y patriotismo, hazaña   que provocó   que  los  ex compañeros  y amigos  lo agasajaran  y le entregaran placas y pergaminos  y lo eligieran su representante.

    Después  de un  tiempo  el gobierno reconoció después de largas gestiones de mi padre y de otros compañeros una pensión vitalicia de 20 sucres (veinte sucres); que la consideraron ofensiva  y humillante por la  irrisoria cantidad  para los ex combatientes del ´41, y fue mi padre mismo quien inició la lucha por la mejora,  que la consiguieron después de sus días, y  que la  recibió mi madre.

    Los  l4 ex combatientes  de Tungurahua  se hicieron acreedores al reconocimiento de la presea máxima que es la  CRUZ DE GUERRA, que fue entregada en un acto apoteósico  con múltiples actividades de un día festivo del batallón en la ciudad  de Pasaje en la provincia de  El Oro y cuyo discurso en representación de los agasajados dio mi padre  con gran fe y entusiasmo, experiencia, gallardía  y amor a la patria, que hizo vibrar el suelo de Pasaje, lo que motivó la ovación de oficiales, tropa, autoridades, invitados y población en general cuyo honor, alegría, y orgullo me ocupó por tener la suerte de acompañarle, conjuntamente con mi familia  LOGROÑO ALARCON.

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