What's in a name? That which we call a rose by any other name would smell as sweet… — William Shakespeare (1564-1616). Romeo and Juliet
Nombres, nombres y más nombres — veamos…
Manorexia (o, Machorexia) bulimarexia, ortorexia, hiperorexia, diabulimia, el síndrome del hartazgo nocturno, disorexia disponderósica — éstos y algunos más, son variedades de epónimos o etiquetas, que intentan fútilmente definir el mismo tema inagotable que caracteriza algunos trastornos del comer, los que, a pesar de sus muchos nombres, en su pertinacia monolítica; desafían entendimiento y curas.
Esto es lo importante…
Mientras más categorías se inventan y mientras más extraños los vocablos que conjuran los trabalenguas que las designan, ¡mejor! Así DSM-ETC adoptará los términos recién llegados, les dará códigos clasificatorios, incluyéndolos en su "Biblia" diagnóstica, y luego tratarán de venderlos a las — siempre reacias compañías de seguros médicos — en búsqueda, fugaz y vana, de remuneración apropiada.
Los términos inventados, son esencialmente inapropiados e insulsos como más adelante veremos.
Un número de disciplinas — científicas o simplemente de comodidad —desde el barbero de la esquina hasta el entrenador del gimnasio — sin omitir los académicos — contribuyen a nuestra curiosidad intelectual en toda materia, sin que importe el nivel de la complejidad de la cuestión a mano.
Los científicos, los más llamados a esclarecernos; por su parte, lo hacen de manera muy vaga. Siempre arribando a sus "conclusiones" formales y estereotípicas del modo acostumbrado, conque clausuran repetitivamente, y de modo iterativo todos sus esfuerzos: "más investigaciones son necesarias, para confirmar estos hallazgos".
Fígaro, el Barbero de Sevilla
¿Hallazgos? ¿Cuáles hallazgos?
Se entiende de modo perverso que todas estas categorías de nomenclatura atroz que surgen por todos los lugares, aun en los más inesperados, son nuevas y representantes de entidades clínicas, hasta entonces desconocidas — como la vigorexia.
Como consecuencia, en el Internet, en las revistas ajadas que leemos en las salas de espera de abogados, médicos y dentistas y en los salones de belleza se publican los artículos acostumbrados en los que se ofrecen "curas" improbables para el trabalenguas diagnóstico del momento.
La última entrada en el léxico norteamericano, que cubre el ámbito de enfermedades relacionadas al comer — pronto a ser imitado entre nosotros — es la "drunkorexia" o "borrachorexia". Ésta se usa para describir una mezcla disruptiva de comportamientos inadaptados caracterizados por: la inanición auto-impuesta y hartazgos seguidos de purgas, combinados con abuso del alcohol.
La borrachorexia, aun no se ha aceptado como un término de carácter oficial. Pero, ya, sin duda, lo será — quizás en conjunto a la "adicción a las campañas políticas" — ya que tantos, en ese país nórdico, no duermen mientras observan los debates entre los candidatos — lo que en sí sería bastante soporífico, para la mayoría de los cerebros intactos.
Entre las personas que se consideran candidatas para la nueva categoría diagnóstica, en su mayoría se cuentan estudiantes universitarios, casi todas mujeres, que se matan de hambre por el día, libando en abundancia por las noches; y que, para contrarrestar las calorías consumidas con el alcohol que, excesivamente ingieren, purgan.
Como condición, se la asocia a la bulimia la cual a menudo se caracteriza por hartazgos de comida y, recientemente, acompañados de bebidas alcohólicas seguidas por el vómito auto-inducido.
Las anoréxicas, debido a su propensión a restringir rígidamente su consumo de calorías, tienden a evitar el alcohol. Sin embargo, algunas ya beben para calmar sus ansiedades o para aliviar su remordimiento por haber participado en alguna que otra comida. Otras, usan el alcohol como su único sustento. Mientras que muchas usan drogas, como la cocaína o la metanfetamina, para suprimir sus ataques de hambre.
Para muchas mujeres, sufriendo de una de las enfermedades del comer, consumir una uva es un pecado indescriptible, mientras que tomar varias copas de vino acompañadas por cigarrillos, es aceptable.
Quizás sea debido al hecho de que el uso de drogas y el abuso del alcohol han recibido su "sello de aprobación" por todas las muchas celebridades que aparecen cada día en la presa mundial alardeando, de modo bullicioso y absurdo sus vicios irrefrenables.
Pero, como, a las celebridades, entrar en rehabilitación por sus vicios, les parece chic. El estigma que de antaño existiera para entrar en tratamiento por la adicción, para los demás, ya no existe.
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