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Reflexiones en torno a "lo apolíneo"

Enviado por David Rengel


Partes: 1, 2

    1. Entendiendo lo apolíneo
    2. Planteando un cuestionamiento
    3. Una muestra paradigmática de lo apolíneo en el arte actual
    4. Conclusiones

    El presente ensayo reflexiona básicamente a cerca de lo apolíneo; no obstante, al ser necesario comprender lo dionisiaco para comprender bien lo apolíneo y al estar lo apolíneo relacionado con otros conceptos como lo del Uno Primordial, me he desviado en muchos de mis análisis y exposiciones de lo apolíneo como tal. Resultaría pues monótono, simple e incompleto hablar únicamente de lo apolíneo; es por eso que, en el propósito de no contradecir el título en el desarrollo, he dicho "en torno" como queriendo indicar que me referiré no solo a lo apolíneo sino a todos los conceptos que están alrededor o en torno de aquel, aunque partiendo, claro está, del concepto de lo apolíneo. Empieza este ensayo, para no tener que andar citando en todo momento, haciendo una exposición teórica con el fin de introducir al lector en los principales temas de que se tratará en las demás partes del desarrollo. Veamos.

    Entendiendo lo apolíneo

    Lo apolíneo, junto con lo dionisíaco, forma el eje conceptual de El origen de la tragedia; es pues, en compañía de lo dionisiaco, la columna vertebral de aquel ensayo que, yendo más allá de la Filología, terminó en el terreno de la Filosofía. Ahora bien, lo apolíneo sencillamente no puede comprenderse a cabalidad sin lo dionisiaco, en principio pues porque son conceptos complementarios. Veamos entonces que son.

    Tres (si acaso no hay más) pues son los niveles en los que se puede entender estos conceptos: el metafísico, el psicológico y el estético.

    Metafísicamente hablando, podríamos definir a lo dionisiaco y a lo apolíneo como el ser y la apariencia. Me explico. Lo dionisiaco sería, en este plano (en el estético no, por ejemplo), la totalidad unificada de lo existente, una especie de absoluto en el que no existen límites, una totalidad minada por contradicciones internas, lo que es en sí, un perpetuo fluir. Lo apolíneo en cambio representa el mundo de las apariencias, la multiplicidad de las particularidades, la realidad aparente en la que todo, en virtud de la fragmentariedad y el principio de individuación, está sujeto a los limites y por ende a la finitud; lo apolíneo, cabe decirlo, viene a ser el producto o la consecuencia de las contradicciones internas de lo dionisiaco, de aquello que es el corazón del mundo. En otras palabras, diríamos que lo apolíneo es la representación o la manifestación de lo dionisiaco en el mundo de las formas; manifestación que, como sabemos, brota a consecuencia de un afán de aquel absoluto por redimirse a sí mismo de sus contradicciones internas, de su sufrimiento si cabe decirlo (figurativamente hablando).

    Ahora bien, estéticamente hablando diríamos que estos conceptos expresan cualesquiera tendencias estéticas?o artísticas si se quiere?que se deriven de las actitudes psicológicas pertenecientes a lo apolíneo o a lo dionisíaco. Basta entonces definir estos conceptos en el plano de lo psicológico, o por último en el nivel más general de la experiencia humana, para poder así obviar las manifestaciones estéticas. Diríamos pues que lo apolíneo simboliza el instinto (Nietzche usa este término de manera más profusa y general que nosotros…) figurativo, la tendencia a buscar lo bello, simétrico o ideal, la mesura, el autoconocimiento, la luz (no solo literal sino simbólicamente entendida) y el orden. Lo dionisíaco en cambio simbolizaría el instinto de lo musical, lo caótico, lo desmesurado, lo informe, "el oleaje hirviente de la vida". Resulta entonces fácil imaginar cómo, básicamente, se traducirían en el arte[1]

    Así tendríamos que en el plano metafísico lo apolíneo no es paralelo a lo dionisiaco sino que se deriva de aquel, y, por su parte, en los planos psicológico y estético no se derivaría de aquel sino que sería una fuerza paralela y opuesta.

    Ahora bien, creo que a pesar de lo dicho resulta sumamente importante aclarar que Nietzche, al abordar lo estético, aborda también lo metafísico (pues la división que hice anteriormente es una interpretación aclaratoria de las conceptualizaciones nietzcheanas) De este modo los sentidos estético y metafísico se entrecruzan y producen particularidades conceptuales producidas por el paso de un ángulo puramente metafísico de los conceptos a uno que, si bien es estético, se presenta empañado por la perspectiva metafísica. Concretamente hablando, tenemos que lo principal es que lo dionisiaco se deslinda de aquello que Nietzche llamó "El Uno Primordial" (aquel absoluto plagado de contradicciones al que anteriormente me referí). Así pues, podíamos en el plano puramente metafísico analogar lo dionisíaco a El Uno Primordial; no obstante resulta que, analizando la dinámica del arte o la experiencia estética, es imprescindible deslindar los conceptos aludidos. Entrando en materia, vemos que en la dinámica de la experiencia estética lo dionisíaco, básicamente aunque no únicamente, viene a ser aquella dimensión de la práctica artística que conecta con la realidad absoluta de Lo Uno Primordial. Es pues un destruirse de la autoconciencia, un aniquilamiento del principio de individuación, un escapar de uno mismo y de las apariencias del mundo fenoménico, un mudarse a la unidad y plenitud de la vida en que todo es fluido indiferenciado ("Panta rei"). En palabras de Nietzche: [2]

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