La fuerza de la Teoría de la Evolución es una realidad que hoy se aplica al conocimiento de los desarrollos de las economías humanas. Ésta toma en consideración las tendencias naturales del ser humano en hacer decisiones difíciles acerca del futuro de grupos, conglomerados, individuos y naciones.
En otras ponencias ya hemos hablado de las "psico-economías" y de las aplicaciones de la neurociencia al pensamiento economista.
Como la misma economía, la Teoría de la Evolución es ciencia aproximada, dependiendo en las aptitudes y en los talentos de quienes la practican. Lo modesto sería admitir que con unos pocos años de estudios, un "economista" no estaría en la posición especial de responsabilizarse de los destinos de naciones —- a menos —- a menos que lo que tenga en mente es algo de orden enteramente diferente.
Como aquí sucede…
Estudiando las ciencias para desarrollar estrategias monetarias, es algo que los economistas que sirvieran las pasadas administraciones de nuestro país, no supieron hacer, con funestos resultados ampliamente demostrados.
Nuestros dos presidentes recientes, comparten la responsabilidad moral e histórica del desastre de las quiebras de los bancos y de la secuela forzada del FMI en nosotros, con sus amargas consecuencias.
Ambos.
Ambos presidentes fueron culpables de los abusos ejecutivos que destruirían el sistema energético y el suministro de combustibles de esta nación.
Ambos.
Ambos son culpables; y culpables, para muchos; por siempre, lo serán…
No existe otro modo de visualizar este caos.
Leonel no es Beowulf reencarnado. Como Hipólito no fuera el Cincinato anhelado.
Leonel, astutamente, para su última campaña exitosa, seleccionaría un economista como su vicepresidente, como si quisiera decirnos esta vez, "ahora las cosas serán mejores, porque conmigo está alguien que me guiará en las tribulaciones de la economía de esta asolada república".
¿Podemos creerle?
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