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Dolor físico y dolor emocional: el holograma de los sentidos

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

    1. El retorno del holograma
    2. El holograma
    3. El dolor, como sensación especial
    4. Filomena y los dolores de su cuello, o espasmo cervical estrés-inducido
    5. Explicación
    6. En resumen
    7. Referencias

    "El dolor que no se desahoga con lágrimas puede resultar en que los órganos sean los que lloren."

    Francis J. Braceland Psiquiatra

    "Yesterday upon the stair I saw a man who wasn't there He wasn't there again today Oh how I wish he'd go away"

    William Hughes Mearns (18751965)

    Para todos parece ser obvio que nuestros sentimientos de amor, hambre, encono y otros afectos similares son realidades internas, y que el sonido de una orquesta interpretando una melodía, el calor del sol que nos tonifica, o el aroma que emana de una rosa, son realidades externas, porque creemos que provienen de "afuera". Siendo en apariencia así, lo que aun no se entiende son los mecanismos que entran en juego para hacer que el cerebro diferencie entre una y otra de estas percepciones, asignándole a cada una un lugar diferente en tiempo y espacio.

    Por ejemplo, cuando miramos a una persona, la imagen de esa persona está en realidad en la superficie de nuestras retinas. Sin embargo, no apreciamos que la persona mirada está localizada en ese órgano funcional de la visión. Por el contrario, nuestra impresión es que esa persona está "fuera de nuestro cuerpo" en ese mundo exterior que nos rodea.

    Esa es la magia de la visión del holograma del que tanto hemos hablado y del que continuaremos hablando.

    Igualmente, cuando tropezamos y nos lastimamos un dedo percibimos el dolor en el dedo del pie afectado aunque el dolor no está en el dedo realmente. La percepción que se siente es resultado de un proceso neurofisiológico que ocurre en algún sitio, misterioso, del cerebro — pensemos en ello.

    Holograma

    La cuestión es, entonces, cómo es que el cerebro distribuye la totalidad inmensa de los procesos que se manifiestan como nuestras experiencias, todos los cuales son internos, conduciéndonos a pensar que algunos son centrales — viviendo dentro de nosotros — y que otros están localizados más allá de los confines de nuestra masa encefálica, en apariencia, siendo externos.

    El retorno del holograma

    Como hemos aprendido en otras lecciones, crear la ilusión de que las cosas existen donde no están es la quintaesencia del holograma.

    Como igualmente hemos visto, que si se mira un holograma éste parece poseer una extensión de solidez en el espacio, pero si se pasa una mano a través del mismo se descubre el hecho sorprendente de que no tiene sustancia, de que nada sólido existe donde éste se vislumbra — dentro de ese ámbito que ocupa dentro del espacio exterior, sensorial/visual.

    Esto es así porque un holograma es meramente una imagen etérea que parece estar donde está, pero sin estarlo — que está donde no está — y que posee no más extensión física que la que tiene la imagen tridimensional que vemos cuando nos contemplamos en un espejo.

    Igualmente que la imagen reflejada en el espejo reside en la capa de plata detrás de la superficie reflejante, la localización de un holograma, como es en el caso de los espejismos — cuyos emplazamientos son remotos — está contenida en la emulsión del film que la registra.

    Looking glass por Pino

    Pero todo lo que percibimos, como seres vivientes, se hace a través de actividades del cerebro — de índoles psíquicas y somáticas — nociones que tan son inextricables como indivisibles.

    Evidencia palmaria de que el cerebro puede engañarnos, haciéndonos creer que los procesos internos que nos afectan están localizados afuera de nuestros cuerpos derivan de los esfuerzos de un científico galardonado con el premio Nobel, Georg von Bekesy, quien demostró que se puede estimular el cerebro a creer que los impulsos nerviosos pueden ser falsificados en sí y ser representados en áreas del cuerpo en las cuales no existen receptores sensoriales.

    ¡Logro este último de extraordinario significado!

    Esta noción puede bien explicar el fenómeno neurológico del "órgano fantasma" del que habláramos en otras ponencias.

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