La actualidad del conflicto entre el capital y el trabajo en el medio rural brasileño
Enviado por Antonio Thomaz Júnior
- Resumen
- Reformulación de las políticas públicas para el medio rural: de la cuestión agraria a la cuestión del desarrollo
- La respuesta antagónica de los trabajadores rurales organizados: discurso y experiencia del MST
- Nuevas estrategias de control social y territorial del capital
- Bibliografía
Resumen
Las nuevas políticas públicas de desarrollo rural que se implementan en el campo brasileño en los últimos diez años reformulan el conflicto entre capital y trabajo. Este nuevo paradigma de entendimiento e intervención desestima la solución de la cuestión agraria, dando prioridad, a una cuestión del desarrollo que busca la mayor integración del medio rural en el mercado, como forma de acelerar la reproducción del capital y de eliminar los movimientos sociales críticos, entre ellos el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). Estrategias de desarrollo dentro de los límites de la lógica del capital que al mismo tiempo sirvan como instrumentos de fortalecimiento del control social, en esto consisten las nuevas políticas públicas. Sólo el antagonismo de movimientos como el MST denuncian la falacia de un pretendido consenso social amplio que implique mejoras "para todos".
Palabras clave: conflicto capital versus trabajo, desarrollo rural, cuestión agraria.
Para entender hoy las múltiples dimensiones del conflicto entre el capital y el trabajo en el medio rural brasileño, deberíamos remontarnos 500 años hasta las fechas del descubrimiento y de la ocupación del territorio que se convertiría posteriormente en Brasil.
Sin embargo, nuestro artículo no se propone una geografía histórica del conflicto capital versus trabajo en el Brasil rural. Nuestro interés se centra en mostrar como las reformulaciones de las políticas agrarias, reconvertidas en los últimos diez años en políticas de desarrollo rural, revelan una nueva etapa para la comprensión de este conflicto.
Con este objetivo, la primera parte del artículo está dedicada a exponer como se viene produciendo la transición entre una política agraria construida entorno de la resolución de la cuestión agraria brasileña y una política de desarrollo rural con principios y objetivos diferentes que consolidan un paradigma de interpretación e intervención en el medio rural que denominamos la cuestión del desarrollo.
En la segunda parte del artículo exponemos el contrapunto que los trabajadores organizados en el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) ofrecen a la nueva orientación de las políticas públicas. Por ser el movimiento social más combativo y con una experiencia de más largo plazo en el medio rural brasileño, escogemos el ejemplo que el MST construye tanto en su discurso como en la práctica de los acampamentos y assentamentos que promueve.
Por último, la parte final del artículo está dedicada a referenciar esta fase del conflicto que se da entre capital y trabajo en el medio rural brasileño, respecto de las transformaciones que se producen en el sistema de metabolismo social en su conjunto y sus reflejos territoriales, en una época en que el capital atraviesa una nueva crisis estructural.
Reformulación de las políticas públicas para el medio rural: de la cuestión agraria a la cuestión del desarrollo
Las nuevas formas de interpretar el medio rural brasileño y de intervenir en él tienen sus orígenes en dos momentos determinados, por lo menos lo que se refiere a la fase de propuestas e implementación. Dos momentos, por cierto, que reflejan una característica fundamental de todo el proceso: la doble paternidad (interna y externa) de la transición que abandona cualquier compromiso con la resolución de la cuestión agraria y centraliza el rumbo de la política para el medio rural en la difusión de un desarrollo estandarizado según rígidos patrones de funcionamiento, como veremos más adelante.
El primer momento se sitúa en 1993. En ese año el Banco Mundial realiza la evaluación final de algunas líneas de financiación del sector agrario que mantenía conjuntamente con el gobierno brasileño. Después de admitir errores en la política de impuestos y subvenciones, que provocaron "distorsiones importantes a favor del capital", reduciendo el "empleo en la agricultura (…) y acelerando la migración desde el medio rural al urbano" (Banco Mundial apud Vilela, 1997), el Banco Mundial lanza una nueva propuesta que puede resumirse en el siguiente párrafo extraído de su informe de evaluación:
"El Banco Mundial ve una agricultura emergiendo en el futuro dirigida por la empresa privada, ofreciendo oportunidades para nuevos pretendientes y regulada por un conjunto mínimo y neutro [sic] de intervenciones gubernamentales. (…) El papel ideal del gobierno en estos casos es el de retirar las intervenciones de todos los tipos, excepto aquellas centradas en criterios determinados sobre lo que sea bien público, fallos de mercado y protección ambiental" (Banco Mundial apud Vilela, 1997, p. 7).
Estos son los nuevos parámetros bajo los que el Banco Mundial entiende la evolución de la agricultura en Brasil. Una agricultura profundamente reglamentada por el mercado, que se apoya en la acción del Estado para corregir los efectos perversos provocados por la propia mercantilización de la dinámica agraria.
Si por un lado, el Banco se "lamenta" de los privilegios que el capital consiguió respecto al trabajo durante la implementación de los programas bilaterales puestos en marcha en los últimos años junto al gobierno brasileño, por otro lado, la solución propuesta consiste en equiparar al productor agrario con un empresario rural, y consecuentemente, ampliar la competencia y la maximización del beneficio. ¿Algo más que un contrasentido?
Algunos años más tarde, Joseph E. Stiglitz, entonces vicepresidente y economista jefe del Banco Mundial y hoy Premio Nobel de Economía 2001, tras entonar un nuevo mea culpa, esta vez sobre los efectos perversos del Consenso de Washington, expone algunos de los caminos para una reorientación de las estrategias de desarrollo que el Banco Mundial debería apoyar (¿imponer?) en el futuro. Después de afirmar que aumentar el PIB per cápita no puede ser un fin en sí mismo, sino un medio de aumentar la calidad de vida, reducir la pobreza y mejorar la salud y la educación de la población, Stiglitz, expone claramente la finalidad de estos buenos propósitos: "(…) una fuerza de trabajo educada y con salud" (Stiglitz, 1998, p. 15). El sector público, remata, tendría el papel de proporcionar los servicios públicos que garantizaran la oferta de salud y educación, y al mismo tiempo debería criar un ambiente favorable a la expansión del sector privado.
Nada que no entre dentro de lo que podríamos llamar de lógica del capital en su fase neoliberal: un sector público dedicado a promover la reproducción del capital, sustituyendo cualquier pretensión de redistribuir la riqueza por políticas asistenciales de gestión de riesgos generados por la exacerbación de las desigualdades. "El capital controlando y sometiendo al trabajo", lema del sistema de metabolismo social del capital en que vivimos (1).
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