Hegemonía y bioprospección: El caso del International Cooperative Biodiversity Group
Enviado por Ana Esther Ceceña
- La hegemonía y sus soportes
- Hegemonía y competencia
- La experiencia del ICBG
- Insertar mapa
- Bibliografía citada
El propósito de este trabajo es desentrañar algunos de los mecanismos que conducen a la apropiación privada de la naturaleza dentro de un contexto de lucha incesante por el poder y la hegemonía mundiales. Tomaremos como caso de estudio el trabajo de investigación realizado por el International Cooperative Biodiversity Group (ICBG) por los alcances de su labor y por la elocuencia con que permite mostrar tanto la lógica de apropiación relacionada con el proceso de construcción de la hegemonía como el riesgo vital en que este proceso coloca a la humanidad. Para poder abordar la importancia de la biodiversidad y su lugar dentro del sistema general de reproducción y dominación, así como su relación con los procesos de resistencia y emancipación humana en la actualidad, es necesario partir de algunas hipótesis básicas. Con este fin enunciaremos algunas de las hipótesis sobre las que hemos estado abordando el problema de la hegemonía, sin embargo, su argumentación tendrá que ser consultada en otros trabajos nuestros, que referiremos en cada caso.
La hegemonía y sus soportes
- El sistema capitalista de organización social se rige por la competencia y, por lo tanto, es un sistema piramidal en permanente construcción y deconstrucción. Es un sistema inexplicable sin las relaciones de dominación que se entretejen en la disputa por la concentración de riqueza y poder y por la hegemonía.
- La hegemonía sólo puede constituirse mediante la confluencia de liderazgos empresariales, capacidades técnicas y logísticas, recursos productivos, pensamiento estratégico y capacidades políticas y coercitivas, y por la construcción, a partir de esa confluencia, de una explicación del mundo susceptible de universalizarse. El hegemón está formado, entonces, por un complejo militar-empresarial-tecnológico-estatal, como ente bi o tricéfalo, constituido a partir de la definición de un conjunto de intereses comunes definidos como vitales o estratégicos (Ceceña, 2000b).
- Cuando el Estado norteamericano aparece entonces como hegemón personificado lo hace en representación de este núcleo que sintetiza las mayores capacidades productivas, tecnológicas, comerciales, financieras, militares e ideológicas.
- La disputa por la hegemonía tiene en la redefinición de la territorialidad uno de sus pilares principales. En esta definición están en juego desde las concepciones y usos del territorio, la relación con la naturaleza, la historia y la cultura originadas e imbricadas con ellos y los derechos de los pueblos que los habitan (Ceceña, 2000a; Porto Goncalves, 2001a).
- La biodiversidad y, consecuentemente, los territorios con alta densidad endémica, constituyen en la actualidad uno de los elementos estratégicos para la competencia y la definición de la hegemonía, en virtud de su esencialidad para el desarrollo de la industria tecnológica de vanguardia (Ceceña, 2000a).
Hegemonía y competencia
Las formas concretas que revisten las prácticas hegemónicas son diversas, pero entre ellas destaca una lógica generalizada que parece provenir de los juegos y entrenamientos militares. La percepción del resto del mundo como adversario -o, en el mejor de los casos, como aliado subordinado-, propia de una organización social regida por la competencia, obliga a buscar mecanismos que permitan vencer y no ser vencido. La seguridad propia, definida en este caso como nacional (aunque no territorialmente circunscrita), se convierte en prioridad de la política de Estado y, como las relaciones humanas, estatales o de cualquier otro tipo se establecen sobre la base de la competencia, la defensa o construcción de un sistema de seguridad nacional supone el sometimiento del contrario.
En las últimas dos décadas, la discusión en torno a las relaciones de poder y dominación y a la conducción hegemónica del proceso de reproducción mundial, entendido en su sentido más amplio, ha llevado a grandes controversias -que en muchas ocasiones asumen la forma de toma de partido- entre los analistas sociales. Efectivamente en estos años se ha presenciado una profunda transformación de los modos y contenidos de la hegemonía, correspondientes a los cambios ocurridos (impulsados) en los ámbitos científico y tecnológico, y a las resistencias de diferente sustancia que crecen en todas partes del mundo. La hegemonía es, en realidad, la constatación práctica de la dominación y del carácter y dimensiones de la conflictividad que se expresa a través de las relaciones cotidianas en todos los campos de la vida social: es resultado, y a la vez sustento, de la concentración del poder bajo todas sus formas (económica, militar, política, cultural, ideológica, territorial) (Ceceña, 2000b).
A lo largo de estas décadas y en medio del encarnizado debate acerca de las modalidades concretas de la hegemonía y del cambio en sus protagonistas[1], lo cierto es que Estados Unidos se ha consolidado como líder mundial en todos los campos importantes, aunque dentro de un contexto de relaciones interestatales, interempresariales e interclase profundamente transformadas (Ornelas, 2001; Ceceña, 1995).
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