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La diversidad biocultural: hacia un análisis crítico


Partes: 1, 2

    1. Dos caminos que se entrecruzan
    2. Coincidencias y contrapuntos entre dos visiones
    3. Relaciones entre dos disciplinas: la antropología y la ecología
    4. Visión instrumental: los pueblos originarios como guardianes de la biodiversidad, y los bienes culturales como parte de los bienes naturales
    5. ¿Pueblos indígenas como guardaparques?
    6. Bibliografía

    Miles de sitios de Internet, multiplicidad de estudios interdisciplinares, recuperación de prácticas ancestrales para mejorar el manejo de los ecosistemas y, en especial, la enorme variedad de grupos humanos que habitan en zonas megadiversas, han colocado a esta relación, relativa a la diversidad cultural y biológica, como un tema crítico y de mucha actualidad. Tanto que ahora se acuña un nombre para esta relación: el de "diversidad biocultural".

    Esta ponencia solo pretende una primera aproximación crítica. Y no se trata tanto de un estudio bibliográfico sobre el tema, sino de un análisis "ingenuo" del discurso, del discurso virtual presente especialmente en el Internet. Ingenuo, pues se ubica solo en la epidermis del habla, y no entra a una reflexión teórica propiamente dicha. Desde estas limitaciones, la ponencia trata de identificar algunas relaciones conceptuales significativas entre la diversidad cultural y la diversidad biológica, para de esta forma presentar algunas posturas críticas.

    También es una entrada ingenua a estos conceptos, pues no se parte de los postulados teóricos de una etnoecología en ciernes, en tanto disciplina académica, sino del uso cotidiano y aplicado en campo de estos términos. En otras palabras, se parte en el análisis de los conceptos de "diversidad cultural" y de "diversidad biológica", como lo usaría cualquier técnico de campo que trabaja en un proyecto de asistencia al desarrollo.

    Dos caminos que se entrecruzan

    Aunque siempre es arbitraria la identificación de un hito temporal, pero a grandes rasgos se puede ubicar la segunda mitad de la década del 90, como el inicio de la intersección entre la diversidad cultural y la diversidad biológica. Desde un punto de vista epistemológico o teorético, esta relación ha sido estudiada directa o indirectamente, con o sin esos términos, prácticamente desde el mismo inicio de los estudios antropológicos o etnológicos.

    No sucede lo mismo con la biología y la ecología, lo cual también es significativo. Se diría que en las disciplinas biológicas siempre prevaleció un enfoque analítico si se quiere sectorial: el estudio de los seres vivos con independencia de las relaciones significativas en términos estructurales, con el ser humano. Se puede afirmar que la ecología sí incluye el estudio de estas relaciones. Pero esto es francamente relativo. Los estudios ecológicos privilegiaron el análisis de las interrelaciones ecosistémicas entre seres vivos y sus hábitats y, la relación con el ser humano, quedó acotada a lo que podría denominarse la "huella ecológica". En otras palabras, la relación significativa desde la ecología no fue desde una perspectiva antropológica, no podía serlo, sino desde una visión que implicaba que el ecosistema natural es un conjunto en equilibrio relativo que un agente externo (el ser humano) afecta de una u otra forma.

    En la antropología y en la etnología, no sucede lo mismo. Las relaciones significativas entre la cultura y la naturaleza siempre fueron parte esencial de todo acercamiento antropológico. Y, justamente, no como una externalidad tal como es vista esta relación desde la filosofía o desde la metafísica, sino al contrario como una "internalidad".

    En otras palabras, con la antropología gracias al estudio de la sociedades tradicionales, se muestra cómo la naturaleza se introyecta en la cultura y cómo la cultura se introyecta en la naturaleza. De forma que una y otra en muchos sentidos son una sola cosa. Resulta interesante que desde una perspectiva filosófica, la antropología tiene el gran mérito de mostrar la inconsistencia de toda postulación que separa en forma dual, el ser del pensar, la cosa del sujeto, la naturaleza y la cultura. En cambio en la biología e incluso en la ecología, la relación dominante siempre fue de lo que podría llamarse externalidad humana. En otras palabras, en la metafísica la cosa (la naturaleza) es aquello externo en términos ontológicos al conocimiento humano.

    En la biología y en la ecología lo externo epistemológico, es en cambio lo humano. Y, en la antropología y en la etnología, se da un acercamiento entre lo humano y la naturaleza, una internalidad que se intersecta en la cultura. Quizás esto pudo suceder porque los antropólogos se acercaron al estudio de las sociedades tradicionales, en especial, al estudio de las tribus selváticas.

    Pero lo que se constata es que en el uso cotidiano acerca de los términos que esta ponencia analiza, la relación más específica entre diversidad cultural y diversidad biológica surge en los últimos 10 años. Pues la intersección presente desde el inicio en los estudios antropológicos tampoco da cuenta en estricto sentido de las relaciones entre diversidad cultural y diversidad biológica, da cuenca más bien de la relación entre cultura y naturaleza, de forma que la "diversidad" no es un concepto relevante tampoco en la antropología. Hasta podría decirse que es al contrario, pues tanto la antropología como la ecología al estudiar el caso singular de una cultura en un hábitat determinado, buscan postulados universales, de forma que la diversidad pueda ser interpretada desde un conjunto de principios o leyes.

    En todos estos sentidos, debe acordarse que tanto desde el punto de vista de aplicación cotidiana como incluso desde un sentido de "vacío teórico", sí efectivamente ha surgido algo nuevo desde la segunda mitad de los 90´: la diversidad y sus complejas relaciones entre biología y cultura.

    ¿Pero esto nuevo que emerge qué es? ¿Es solo una nueva moda del desarrollo y de la cooperación? ¿Es nada más que un lugar común que predica que a mayor diversidad cultural, mayor diversidad biológica y viceversa?

    ¿O, más bien, es una síntesis que anuncia la irrupción de nuevos conceptos relevantes? Esta ponencia, si bien aporta con elementos críticos a esta relación, sin embargo apuesta a ella y lo hace por una sencilla razón: la diversidad cultural y la diversidad biológica como conceptos relevantes deben ser valorados desde un nuevo concepto integrador: la hospitalidad planetaria, defendida por cierto por algunos pensadores posmodernos.

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