PARTE I
EL AYUDADOR
Dicen que los terapeutas lo primero que buscan resolver en sus vidas son sus propios conflictos, y que tal vez ello los conduce a ser terapeutas. No sé si es cierto o no, pero en forma de analogía, yo escribo artículos para que lean los demás, pero que se relacionan con cosas que están resonando en mi vida.
Ya hace un tiempo que mantengo el lema de "No des ayuda a quien no te la pida", no por egoísmo, sino por las consecuencias contraproducentes que eso puede producir, y que voy a resumir a continuación.
Primero necesito establecer que en el proceso de dar ayuda, aparecen dos figuras claras: EL AYUDADO y EL AYUDADOR. Este artículo está dedicado a EL AYUDADO, y el próximo será dedicado a EL AYUDADOR. Me base en el libro "El Arte de Ayudar" cuyos autores cito al final de la nota.
Tenemos que partir de la base de que para aceptar ayuda se requiere humildad, apertura y reconocimiento del poder del otro. Dejarse ayudar no es una actitud pasiva como muchos creen porque implica responder con creatividad propia y de forma activa y responsable. Creo que ser ayudado es realmente un arte. Cuáles son entonces las INTERFERENCIAS para pedir ayuda?
Interferencias
1) Ubicarse como un niño pequeño
El ayudado busca protección y consuelo y no se hace responsable de su vida. Nos dormimos creyendo que estamos protegidos por otros, que el otro se interesará por nuestro bien mejor que nosotros mismos. Ser guiados por el otro es lo mejor que nos puede pasar. Y lo que en verdad ocurre es que perdemos nuestro poder y nuestra dignidad a cambio de un beneficio ilusorio que al final no deja frustrados.
2) Intentar Complacer
El ayudado trata de seducir y agradar a toda costa, por vanidad o por miedo al rechazo del ayudador, por comodidad o deseo de evitar el conflicto. Da la razón al ayudador aunque no le crea. Trata de apaciguar a la autoridad, de comprarla con halagos, sumisión y obediencia. Así se hace evidente de que no puede tomar lo que necesita, pues en primer lugar está su necesidad de ser aprobado y todas sus otras necesidades pasan a segundo plano.
3) Traer todo cocinado
El ayudado necesita demostrar su inteligencia o su autonomía. Necesita cerrarse a potenciales ideas, como si su equilibrio fuera tan frágil que cualquier cosas pudiera alterarlo. Así el alumno se presenta con todo aprendido o el paciente conoce e interpreta su enfermedad mejor que el médico. Es una contra dependencia con la cual se trata de ocultar la gran dependencia que se vive por dentro. Hay miedo a ser herido o mal guiado, y tal vez una obsesión por controlarlo todo.
4) Mentir y enmascararse
El ayudado no logra sincerarse porque necesita representar una y otra vez el mismo papel de empresario exitoso o de madre sacrificada o de mujer libre de prejuicios. Al ocultarse tras un rol, el ayudado pierde tiempo y o recibe la ayuda que necesita. Nunca es la máscara la que necesita ayuda, en tal caso, se necesita ayudarle a quitársela. Hablo de mentir cuando damos opiniones sin saber o cuando pretendemos tener la verdad. Cuando exageramos haciendo que nuestra vida parezca más dramática e importante o cuando negamos lo que hay o lo que no hay.
5) Ubicarse como víctima
El ayudado se coloca en el lugar de "pobre de mí" o "yo hago todo bien y mira lo que me pasa". Hay una ganancia secundaria de ponerse en víctima, cuando el otro, el ayudador, se lo cree. Esto conduce a imaginar que no somos responsables y que la culpa es de los otros o del destino.
6) No escuchar
Pedimos o buscamos ayuda y cuando llega no la queremos aceptar. No nos dejamos acompañar, queremos otra mirada pero cuando aparece, la rechazamos y volvemos a confirmar nuestra versión. Es el temor a abrirse al otro. Abrimos la mano para pedir pero la cerramos cuando algo está llegando a ella.
7) Menospreciar
Aquel que va eliminando a los ayudadores uno tras otro, como si lo que necesitara fuera probar que el ayudador no es el apropiado, no puede, no sabe o se equivoca. Invierte su energía en demostrar lo pobre e inadecuada ayuda recibida. Es una forma de decir: "A mí nadie me puede ayudar" y de instalarse en ello como si fuera una fortaleza.
Reflexión final
Todas estas actitudes son variantes de esquivar la ayuda que se pide, cuando la recibe no la ve, no la toma, la rechaza, se cierra a nuevas comprensiones, evita hacerse cargo de sí mismo, delega en otro la responsabilidad sobre su propia vida. Cuando el ayudado cae en estas trampas, se paraliza en lugar de avanzar o persiste en un vínculo tóxico. Estar en una relación de ayuda sin abrirse a ella es causa y consecuencia de una visión distorsionada de los vínculos. Es más natural que el ayudador aprenda a ayudar (próxima entrega) porque el ayudado nace sabiendo pedir lo que necesitamos: lloramos, gritamos, pataleamos hasta conseguir lo que necesitamos. Luego perdemos esa capacidad de satisfacernos con lo que se nos da.
Por último, el pedido adulto requiere la capacidad de DISCRIMINACION: No le pidas manzanas al naranjo, porque pedirás toda tu vida sin obtenerlo. Aunque el naranjo se esfuerce, nunca podrá darme manzanas. Mi pareja puede intentar responder a mi deseo porque teme que le deje y que me vaya a buscar manzanas a otro lado, o como consecuencia de su sentimiento de culpa o deseo de cambiar. O tal vez quiera hacerme creer que son manzanas lo que me está dando, o yo trate de engañare creyendo que las naranjas se parecen a las manzanas. Puedo quedarme años enojándome, frustrándome cada vez más, prefiriendo creer que el otro no quiere cuando en realidad no puede, o que no puede cuando en realidad no quiere, tengo entonces derecho a reclamar manzanas al naranjo?
El coraje de soltar lo conocido y abrirse a lo nuevo, lo incierto, forma parte del arte de ser ayudado. Y también lo forma el arte de pedir ayuda allí donde la ayuda pueda estar, y aceptarla tal cual viene. Tomar lo que sirve y descartar lo que no.
Bibliografía
El arte de Ayudar, de Claudia Casanovas y Felisa Chalcoff
Autor:
Axel Persello