INTRODUCCIÓN
La educación se presenta hoy como el instrumento potenciador de los cambios económicos, sociales y culturales que deberán llevarse a cabo si queremos enfrentarnos a los procesos de interdependencia que caracterizan al siglo XXI. Para lograrlo se debe sustentar en cuatro principios básicos que son: aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.
Sobre la base de estos cuatro principios básicos, la enseñanza del Inglés debe contribuir a lago más que a facilitar a los estudiantes el conocimiento de un cierto número de funciones comunicativas y elementos gramaticales y un cierto ¨ saber hacer ¨ con la lengua que aprenden. La enseñanza del Inglés desde el currículo también debe y de hecho puede contribuir de manera tangible a desarrollar en los alumnos un ¨ saber ser ¨ que les permita incorporar elementos para arribar a un ¨ saber vivir juntos ¨. La enseñanza –aprendizaje de un idioma extranjero, en este caso el inglés, puede ayudar a mover a los estudiantes desde una posición etnocentrista hacia una más etnorrelativa.
Cada día los conceptos de "globalización" , "aldea global", "casa común", se hacen más frecuentes en los medios de comunicación masiva y en el discurso diario en general. No cabe duda de que el nuevo escenario de la globalización de los intercambios económicos a nivel mundial, está teniendo repercusiones en el modo de abordar la enseñanza de las lenguas, orientando esta última hacia la dimensión intercultural, pero ¿estamos realmente prepearados para asumir estos conceptos desde la posición de nuestra cultura?, ¿ podemos en algún modo contribuir a hacer estos conceptos más cercanos a nosotros?.
Los espacios en los que se logra la interacción entre un grupo de personas con intereses más o menos comunes, pueden convertirse en espacios útiles para este propósito, y por supuesto el aula constituye un espacio de este tipo.
La enseñanza de postgrado en la que confluyen especialistas de disímiles ramas del saber constituye un excelente espacio para fomentar el desarrollo de la competencia intercultural. El enfoque intercultural se ve apoyado por los más recientes desarrollos en el campo de la didáctica de las lenguas, que han abierto nuevas vías al apuntar hacia una enseñanza más integrada de lengua y cultura (Buttjes y Byram, 1991; Byram, 1997; Byram y Risager, 1999; Byram y Fleming, 2001; Kramsch, 1993; Zarate, 1986). , a través del aprendizaje de lenguas, el alumnado debe ampliar su conocimiento y profundizar en la comprensión de las poblaciones que las hablan, de sus costumbres y modos de vida. Estos objetivos formulados en términos de apertura al otro se acompañan de la invitación al ejercicio de una reflexión personal sobre la propia cultura.
Nuestros profesionales frecuentemente tienen necesidad de intercambiar con colegas de diferentes partes del mundo, formar parte de proyectos internacionales o como muestra del internacionlismo que caracteriza a nuestro estado brindar su colaboración solidaria en otros países, por tanto es necesario que esten abiertos al conocimiento, la aceptación y el respeto de otros modos de ver el mundo, de otras culturas. Conocer una lengua extranjera posibilita además conocer los elementos de la cultura de los hablantes de esa lengua,es por eso que hoy se habla cada vez con más fuerza de la necesidad de abordar el aprendizaje de una lengua extrnajera desde una perpectiva intercultural. Un enfoque intercultural de la enseñanza de idiomas fija como uno de sus objetivos fundamentales, promover el desarrollo armonioso de la personalidad del alumnado y de su sentimiento de identidad como respuesta a la enriquecedora experiencia que supone el encuentro con la alteridad en los ámbitos de la lengua y de la cultura.
La enseñanza de postgrado es válida para desarrollar en los estudiantes una serie de destrezas y habilidades interculturales además de las habilidades lingüísticas propias de un curso a este nivel. Las destrezas y habilidades interculturales remiten a cuatro capacidades: la capacidad de establecer relaciones entre la cultura de origen y la extranjera; la sensibilidad cultural y la capacidad de emplear estrategias variadas para establecer contacto con personas de otras culturas; la capacidad de desempeñar el papel de intermediario cultural entre la propia cultura y la extranjera y de resolver situaciones de conflicto y malentendidos culturales; y la dimensión intercultural cifra su meta principal en convertir a las personas que aprenden una lengua en hablantes o mediadores interculturales capaces de introducirse en un marco complejo y en un contexto de identidades múltiples, así como de evitar los estereotipos que acompañan generalmente la percepción del otro al asignarle una única identidad: "El ‘hablante intercultural’ es una persona que tiene conocimientos de una, o preferentemente de más culturas e identidades sociales y que disfruta de la capacidad de descubrir y de relacionarse con gente nueva de otros entornos para los que no ha sido formado de forma intencional" (Byram y Fleming, 2001, p. 16). Lograr que nuestros estudiantes se conviertan en verdaderos "hablantes interculturales" constituye el objetivo final de un aprendizaje de lenguas eficiente diseñado con un enfoque intercultural.
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