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Agustinos: cristianos para servir a Cristo y a su Iglesia


Partes: 1, 2

    1. Cristo en San Agustín
    2. Perfil de los frailes agustinos
    3. Propuesta que hacen los agustinos a los jóvenes de hoy
    4. Bibliografía

    (Fray Miguel E. Sedán Vélez OSA)

    2.1. Cristo en San Agustín

    Cristo es en Agustín absolutamente central por no decir incumbente a todo movimiento del hombre, donde ya el todo y la nada de "sentido" entre natural y sobrenatural ha sido alcanzado en una indestructible fusión y lo que ahora está radicalmente en causa es la aceptación o el rechazo, la salvación o la condenación o con otras palabras más significativas del perfil del evento humano, ir hacia el todo. Insiste a lo largo de toda su carrera en que la humanidad de Jesús, aunque estaba unida al Verbo y poseída por Él, sigue siendo una humanidad completa en sus dimensiones corporales y psicológicas(un hombre verdadero). Defiende lo razonable que es la convicción cristiana de que en Jesús, el Verbo de Dios asumió una humanidad completa, tanto en el alma como en el cuerpo- no un cuerpo aparente-, y experimento todas las necesidades y procesos que forman parte de la existencia humana: crecimiento, el sufrimiento, la limitación, el hambre y la sed y el sueño. Aunque Agustín siempre enfatizó esto: la humanidad de Cristo es primariamente para nosotros, los hombres, un camino para recorrer, la meta, un camino para conocer y compartir su divinidad: "Por medio de Cristo hombre te encaminas a Cristo como Dios…".

    Para Agustín Cristo es la singularísima encarnación del Verbo de Dios en Jesús, haciendo así, en el pensamiento de muchas de sus obras, sermones, catequesis y con toda certeza en su "todo" en su proceso de madurez y crecimiento. El título de Cristo le hace estar muy unido a Dios, pues le fascina que "Cristo" es el "Ungido", ejemplar y mediador: "Mediador entre Dios y la humanidad" (1Tim 2,5), plenamente humano y plenamente divino que es la persona misma de la "Verdad".

    Las reflexiones de Agustín sobre la unión del Verbo y del ser humano en Cristo no eran reflexiones meramente teóricas. Él vio la encarnación desde una perspectiva práctica, es decir, como la singularísima iniciativa de Dios para la salvación humana. El considerar la encarnación no era únicamente reflexionar filosóficamente, sino también estremecerse de temor al ponderar las relaciones de uno mismo con Dios.

    Agustín contempla retrospectivamente su conversión y declara que únicamente cuando "yo me abracé al mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, fue capaz de adquirir fuerzas para disfrutar de ti Oh Dios". El conocer verdaderamente la encarnación sin tener en cuenta para nada modelos especulativos, es conocer la propia salvación y vivir dentro de un nuevo conjunto de relaciones espirituales. Por tanto, Cristo encarnado, es característicamente Salvador y Redentor. Un Mediador que está muy cerca. No negó nunca su énfasis de Jesús como Maestro y ejemplo. La idea de Maestro llegó hacerse más rica y profunda, incluso durante los primeros diez años como cristiano bautizado (387-397).

    En resumen de cómo fue la visión cristológica se resume en el libro de las "Confesiones", cuando ya Agustín escribe su vida con una madurez de fe: "El mediador del mundo… a quien tu enviaste…para que aprendieran la humildad…,el hombre Cristo Jesús apareció…,mortal con la humanidad, justo con Dios, para que…despojara a la muerte; una muerte que Él quiso compartir con los hombres…Somos salvados por la fe en su…pasión…Por nosotros, ante ti ¡Oh Dios! Él es vencedor y víctima… Por nosotros ante ti, Él es sacerdote y sacrificio…Él, tu Hijo unigénito, me redimió con su sangre".

    Para Agustín, Cristo-además de todo lo que se ha dicho antes-hace también de salvador al desempeñar su oficio como cabeza de la Iglesia a la que Él impulsa hacia el final de la historia, marcado por Dios, la Ciudad de Dios. Cristo sigue salvando y lo hace en su Iglesia: Totus Christus, el Cristo total.

    La expresión de Agustín Totus Christus (el Cristo total) se refiere a Cristo no solo como la cabeza sino también como el Cuerpo total, que incluye a sus miembros. Cristo en tal Iglesia, integra a los creyentes incorporándolos así mismo. Y tan solo en esta incorporación, Cristo es "total". Sin embargo, Él sigue siendo la cabeza singular y el singular Maestro de la Iglesia.

    La Cristología de Agustín tiene mucha relación con la Eclesiología que predicara a sus feligreses y que es un cuerpo muy unido a su cabeza.

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