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Alimentos transgénicos, un arma de doble filo. Revista Esfinge

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    La genética es la gran protagonista del futuro en biología, y la manipulación del código genético de los seres vivos es una de las más apasionantes revoluciones de este siglo.

    Los alimentos transgénicos son, en sentido estricto, aquellos en los que existen ingredientes procedentes de organismos modificados genéticamente. Esta sencilla definición encierra el resultado de una de las investigaciones y técnicas más novedosas en el ámbito de la genética, y que también está suscitando mayores polémicas (como todo lo que acontece con las aplicaciones de los avances de esta rama de la Biología). Hablamos de la manipulación genética de seres vivos y su utilización para nuestro consumo, directo o indirecto.

    Los organismos modificados genéticamente (OMGs), base de los alimentos transgénicos, son seres en los que se ha insertado un fragmento de ADN, portador de uno o varios genes, con el fin de que estos se expresen en el organismo modificado.

    El ADN es una sustancia presente en todas las células de un organismo, compuesto de millones de moléculas denominadas nucleótidos, ordenadas de una manera determinada en multitud de genes. El ADN sirve de "patrón" para fabricar todas las proteínas del organismo, y las proteínas son las que confieren la forma, estructura, características y propiedades de cada ser vivo.

    Pues bien, existe la posibilidad de identificar los genes que codifican la producción de proteínas que propician determinadas características positivas, extraer esos genes del ADN donde se encuentran e insertarlo en el ADN de otro ser vivo en el que queremos que se produzcan esas características buscadas. Esto es la creación de un OMGs.

    Los OMGs se hacen extensibles a todos los seres vivos: desde bacterias y levaduras hasta plantas y animales, pasando por hongos y algas.

    El uso de los OMGs no es nuevo, ni tampoco se ha ceñido exclusivamente a la producción de alimentos transgénicos. Ya en la década de los setenta, en el siglo pasado, se logró insertar el gen que codifica la producción de insulina en el ADN de bacterias, que pasaron a "vivir para producir" insulina, convirtiéndose en diminutas fábricas de esta valiosa hormona con fines médicos. Así se llegó a la posibilidad de manipular genéticamente plantas y animales. A partir de entonces comenzó la producción de OMGs, con una amplitud de aplicaciones insospechada.

    En el ámbito de la alimentación, pueden incorporarse ingredientes manipulados genéticamente desde animales o plantas producidas para el consumo humano o bien desde sustancias empleadas en la industria agroalimentaria producidas por levaduras o bacterias modificadas genéticamente.

    Los animales objeto de manipulación genética se encuentran todavía en fase de desarrollo, y los objetivos fundamentales se centran en la producción de leche para consumo humano con alguna característica beneficiosa inducida por la inserción de determinados genes. Así, se está trabajando en la producción de leches que incorporen proteínas de la leche materna humana o que contengan una menor cantidad de azúcares.

    En la actualidad existen más de 200 variedades de plantas cultivadas en desarrollo de alguna inserción genética, interviniendo en estos procesos grandes multinacionales surgidas de la fusión de empresas productoras de semillas con empresas de fabricación de plaguicidas, empresas de desarrollo biotecnológico, e incluso grandes cadenas de procesado y distribución de alimentos. La participación pública en estas investigaciones, vía universidad vía organismos estatales, es mínima en el mejor de los casos. Así, no hay garantía de que se desarrollen los OMGs más necesarios para la sociedad, sino los más rentables. Igualmente la recuperación de la inversión está imponiendo los ritmos de implantación en muchos países.

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