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Construirnos como seres humanos (Vivir la vida desde el sentido del ser)

Enviado por Ricardo Peter


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    La construcción más grande es la de la comprensión.

    El sentido de la vida está relacionado con algo que hay que "buscar", según la terminología de la Logoterapia de Viktor Frankl. Pero, en realidad, el término "búsqueda" del sentido de la vida es, rigurosamente hablando, inexacto. No se sale de caza de valores y significados como si fueran liebres y venados, ni siquiera se va al encuentro del sentido de la vida como se sale al encuentro de un conocido.

    En rigor, no hay tal búsqueda, sino construcción del sentido de la vida. Y posiblemente así lo visualizaba Viktor Frankl más allá de la inexacta expresión "búsqueda del sentido de la vida" habitualmente usada en sus obras. La expresión "búsqueda del sentido" si no se entiende como algo que hay que edificar, levantar, cimentar, más que escrutar, perseguir, encontrar, no devela, pues, valga la redundancia, su verdadero sentido. En términos propios, no hay búsqueda, sino construcción, del sentido de la vida.

    Ahora bien, antes de preguntar qué sentido (de orden productivo, relacional o actitudinal) tengo que construir para hacer frente a las crisis que ocasionan frustración, vacío y desmoralización en la vida, hay que resolver dos cuestiones. Primera, qué obstáculos o impedimentos debemos rebasar para emprender la construcción del sentido de la vida y, segundo, la cuestión fundamental: sobre qué plataforma, sustrato, fundamento o base se debe levantar la construcción del sentido de la vida o sentido existencial a fin de no construir sobre "tierra sin cimientos" (Lc. 6.46).

    Advertiremos que en la tentativa de edificar "sobre roca" para que la construcción del sentido de la existencia no se derrumbe frente a las lluvias torrenciales y vientos huracanados de la vida, la misma problemática planteada

    por Frankl, que constituye uno de los temas vitales de la psicología contemporánea, nos llevará inevitablemente a meternos en un asunto más vasto y más profundo que la cuestión del sentido de la vida.

    De esta manera, al ocuparnos de los obstáculos que hay que dejar atrás para facilitar la construcción del sentido, se nos abrirá la puerta a la entera problemática del significado, donde, a su vez, detectamos algo "anterior" al asunto del sentido de la vida que denominamos el sentido del ser o nivel ontológico de la problemática global del significado y de la cual Viktor Frankl no se ocupó directamente. Por lo menos, no lo hizo de manera metódica y sistemáticamente, como procedió, en cambio, con el tema del sentido de la vida.

    De aquí, pues, que la construcción a que aludimos en estas reflexiones sobre el sentido de la vida termine, como es lógico, ocupándose de los cimientos de dicha problemática: del sentido del ser. Ahora bien, ¿cómo proceder la "obra", la construcción, en este caso? O formulado de otra manera: ¿qué aporta la Terapia de la imperfección a la Logoterapia en el terreno de la entera problemática del significado?

    Para facilitar la comprensión de nuestras reflexiones recurramos a dos metáforas. La primera concibe que los seres humanos somos como una nave que para sus largos recorridos por el mar dispone de instrumentos conocidos como mapas de ruta o rumbos de navegación; la segunda, hablando en términos arquitectónicos, sugiere que el levantamiento de un edificio es incompleto y arriesgado si primordial y elementalmente la parte externa de la obra, como quien dice, las paredes y el techo, carece de soporte firme que sostenga la entera construcción.

    La habilidad para construirnos como seres humanos estribará, en el caso de la primera metáfora, en la destreza para conservar la nave en aquellos casos en que la ruta de navegación se ve perturbada con peligro de naufragar y, en la metáfora del edificio, construirnos como seres humanos radicará en la calidad de los fundamentos sobre los cuales se asiente la parte visible de la construcción.

    Ahora bien, ¿a qué impedimentos nos referimos cuando hablamos de "las lluvias torrenciales y vientos huracanados de la vida"?

    En la experiencia de la realidad, la pérdida del sentido es algo insalvable. Sin embargo, esta fatalidad no constituye una anomalía, sino una norma de la condición humana y, por lo mismo, podemos considerar la falta de sentido como situación propia de la vida. El hastío, el tedium vitae, o la esporádica desgana de vivir, el desinterés, la desilusión, el absurdo, hacen parte de las enseñanzas de la vida. Enseñanzas que sirven de contraveneno de las ilusiones, expectativas y "deberías" que exigimos a la vida. La falta de sentido, en ocasiones, puede agudizar, paradójicamente, el sentido de la vida, su valor inmensurable.

    En el mar desconocido de la vida nos vemos afectados por los torrenciales violentos y caudalosos de los límites existenciales que causan falta de sentido. A lo largo de su camino, el hombre tropieza invariablemente con los baches del sin-sentido. Y, en ocasiones, choca con fosas, porque esos tropiezos llevan a la sepultura del sentido, como en el caso del suicidio. Por un lado, el ser humano camina hacia la decadencia, hacia lo mísero, pero, por el otro lado, los límites existenciales le vienen al encuentro lentamente.

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